La activista iraquí Nadia Murad y el médico congoleño Denis Mukwege reclamaron hoy el fin de la impunidad de quienes cometen abusos sexuales en conflictos armados al recibir el Nobel de la Paz en el ayuntamiento de Oslo.
“Los responsables de violencia sexual contra los yazidíes y otras mujeres y niños deben ser perseguidos. Sin justicia, ese genocidio se repetirá contra nosotros y otras comunidades vulnerables”, dijo Murad, perteneciente a esa minoría religiosa kurda y que fue secuestrada por el Estado Islámico (EI).
Mukwege y Murad han sido galardonados con el Nobel por contribuir a hacer visible y por combatir la violencia sexual como arma de guerra: el congoleño, por ayudar a las damnificadas del conflicto bélico en su país; la iraquí, por su condición de víctima y por denunciar públicamente los abusos.
Murad -que perdió a su madre y seis hermanos, historia “similar” a la de cada familia yazidí- denunció que más de 6.500 mujeres y niños de esa minoría fueron vendidos, comprados y sufrieron abusos y que se desconoce el destino de otros 3.000 en manos del EI.
Ni los gobiernos iraquí ni kurdo ni la comunidad internacional han impedido el “genocidio”; y a pesar de la simpatía de varios países, éste no se detuvo y la amenaza de la “aniquilación” perdura.
Mukwege comenzó su discurso, en francés, recordando los ataques dos décadas atrás a su hospital, la “violencia macabra”, las decenas de bebés violados, muestra de un caos “perverso y organizado” que ha resultado en más de 6 millones de muertes, 4 millones de desplazados y cientos de miles de mujeres violadas en el Congo.
La causa fundamental de ese conflicto bélico es la riqueza mineral, aseguró Mukwege, quien recordó que desde coches a joyas y teléfonos móviles contienen minerales extraídos en su país en condiciones “inhumanas” y bajo intimidación y abusos sexuales.
“Los congoleños hemos sido humillados, maltratados y masacrados durante más de dos décadas a la vista de la comunidad internacional”, afirmó Mukwege, quien recordó que un informe sobre crímenes de guerra y violaciones en el Congo de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos “acumula polvo” en un cajón.
El médico congoleño reclamó medidas para compensar a los supervivientes y ayudarles a iniciar una nueva vida porque es un “derecho humano” y pidió la creación de un fondo global para indemnizar a las víctimas de violencia sexual en conflictos armados.
En su alocución previa, la presidenta del Comité Nobel Noruego, Berit Reiss-Andersen sostuvo que los premiados han mostrado que el sufrimiento humano en los conflictos bélicos es “universal” y que las mujeres son “víctimas invisibles del horror de la guerra”.
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