ANTORCHA CAMPESINA
Respeto, señor presidente
Nunca las organizaciones que trabajan a favor de los más desprotegidos son bien vistas por quienes gobiernan, independientemente del color o ideología, de izquierda o de derecha. A los primeros, que se hacen llamar de “izquierda”, no les gusta por egoísmo, porque creen que ellos tienen la exclusividad, que son los únicos autorizados para enarbolar las demandas del pueblo. Los otros, los segundos, porque les parece “ofensivo” y falta de respeto que haya quienes se atrevan a solicitar e insistir en la solución de necesidades básicas como agua potable, o caminos, escuelas o centros de salud para gente pobre, pues esos no merecen tanto, y deben conformarse con vivir, que ya es mucho, aunque sea en lugares inhumanos y con carencias de todo tipo.
Todos quienes conocen a Antorcha Campesina saben que desde el arribo del panismo al gobierno estatal, ha visto mal nuestro trabajo de encabezar a la gente humilde, mal comida, mal vestida y con muchas necesidades básicas para mejorar sus condiciones de vida y en el último de los casos, exigir mediante su movilización, establecida en las leyes, lo que les corresponde por el simple hecho de ser mexicanos y por aportar con sus impuestos, el gasto de los gobiernos. Francisco Garrido, de manera especial se ensañó reprimiendo con todo lo que pudo a quienes nunca desistieron en la defensa de sus derechos.
Con la actual administración han cambiado las cosas. Se han empezado a resolver algunas demandas de la población enarboladas por el antorchismo, como el mejoramiento de las instalaciones de la escuela secundaria Reforma Agraria, en Corregidora. Se inició el pavimento del camino en Boyecito, Cadereyta; el pavimento de calles en Epigmenio González (El Ahorcado), Pedro Escobedo, y están a punto de iniciar las obras de agua potable y drenaje en la colonia Melchor Ocampo, en Querétaro; todas, con recursos gestionados por diputados federales antorchistas, pero continúan esperando, un Cobaq, el pavimento de 3 caminos en la sierra, la perforación de 7 pozos de riego, el bardado de un panteón en El Palmar, Cadereyta, y otras importantes obras con recursos estatales solicitadas desde hace tres años.
Consideré necesario decir lo anterior para que no se dude de mi postura sobre lo dicho por quienes ya asumieron el poder federal, al pedir a los gobiernos estatales, priistas y sobre todo a los panistas, que han manifestado su rechazo al llamado a aplicar “austeridad” en la discusión de Presupuesto de Egresos 2019, pues, es a mi juicio, un abuso de poder y una burla al pueblo trabajador, carente de todo. “No se debe gastar sin control, sin orden, y manteniendo excesos y privilegios, como en las entidades federativas, caracterizadas por el endeudamiento, el despilfarro y los casos de corrupción”, dijo Mario Delgado, coordinador de los diputados de Morena.
Nadie en su sano juicio puede oponerse al despilfarro y a las pillerías cometidas por casi todos los políticos y servidores públicos, incluidos quienes, hartos, hipócritamente, desde el púlpito morenista, hoy se desgarran las vestiduras llamando a la austeridad republicana mientras proponen ejecutar cientos de programas electoreros, repartiendo dinero, mientras más de 90 millones de mexicanos según organismos estudiosos dedicados a la medición de la pobreza, continúan viviendo en la miseria, careciendo de lo más indispensable, como hospitales, escuelas, vivienda digna, caminos, agua potable, drenaje o luz eléctrica.
Coincido con los panistas cuando afirman que la pretensión de Morena y el presidente de la república es controlar a los gobernadores mediante el ejercicio de los recursos del gobierno federal y señalan como inadmisible y antidemocrático que se utilice la austeridad como pretexto para invadir los principios de la división constitucional de poderes. López Obrador ha insistido una y otra vez que no será rehén de nadie, que no se dejará chantajear ni va a manejar el presupuesto de manera discrecional como antes, que los gobernadores lo están presionando para negociar presupuestos extraordinarios pero que se acabaron las tranzas, cosa que los trae nerviosos, etcétera.
¿Pero, es esta la actitud de un estadista? ¿Esta es la manera como debe comportarse un presidente de la república con los gobernadores y el pueblo de México? ¿Por qué en lugar de acusar, agredir y amenazar, no los llama a la unidad, a limar asperezas y a trabajar en armonía por un mejor país que de seguridad y confianza a los inversionistas mexicanos y extranjeros, y a trabajar juntos por acabar con la pobreza, la desigualdad y la inseguridad?