ALHAJERO
Reclamos entre Peña y AMLO
Los primeros signos de que el camino de transición delineado por Peña Nieto y López Obrador empezaba a enrarecerse, se hizo público el miércoles pasado, aunque ya hacía días –una semana al menos- rechinaban dientes de uno y otro lado.
Fueron las declaraciones de Ildefonso Guajardo las que hicieron sonar abiertamente las alarmas para el tabasqueño. El secretario de Economía dijo ese 18 de julio que el gobierno mexicano retomaría las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y el próximo jueves 26, pero que, contrario a lo acordado, el equipo de transición de Andrés Manuel no participaría, ni viajaría con él a Washington.
Según explicó Guajardo a los periodistas, la razón de no incorporar al equipo de AMLO –cuando ante los propios estadounidenses encabezados por Mike Pompeo se dijo que estarían presentes ambos- fue que “la transición aún sigue sin formalizarse”. Y citó como impedimento para que esto ocurriera al hecho de que el Partido Encuentro Social entorpecía los tiempos con su “solicitud de permanencia”. Pero lo cierto es que a Ildefonso no le hacía ninguna gracia llevar con él a Jesús Seade, el encargado de la negociación del TLC por parte del próximo Presidente de México.
Incluso, días atrás se había manejado la posibilidad de que Seade viajara a Washington, pero que no participara y ni siquiera ingresara, a las reuniones de trabajo que sostendrían Guajardo y los suyos con sus contrapartes estadounidenses.
Ya en todo caso, decían, le informarían después al representante de AMLO lo tratado.
En eso iban, cuando salió el secretario de Economía con su declaración a los medios anunciando que el equipo de Andrés Manuel no podría participar por lo antes señalado: la transición aún no se formaliza.Y es más que obvio –el regio no suele saltarse trancas- que tal anuncio-decisión de Ildefonso Guajardo llevaba el visto bueno del presidente
Enrique Peña Nieto.
¿Cuál fue la razón de tal “mensaje” del jefe del Ejecutivo para López Obrador?
El apresuramiento de Andrés Manuel. En Los Pinos –comenzando por su jefe máximo y su grupo más cercano- se sintieron arrollados por el frenesí del de Macuspana. Consideran que el candidato triunfante no ha cuidado las formas, no ha respetado los tiempos de la transición, ni ha respondido con la misma cortesía que tuvo Peña hacia él.
Siguió entonces la millonaria multa del Instituto Nacional Electoral a Morena por su fideicomiso en apoyo a los afectados por los sismos y una feroz revolcada en medios tachando a los morenos de corruptos.
La respuesta de López Obrador no se hizo esperar: un video para la ciudadanía sobre el Fideicomiso y una respuesta directa a Peña, elevando el costo de su zarpazo: la cancelación de su participación en la cumbre de la Alianza del Pacífico -a realizarse hoy y mañana en Vallarta- a la que lo había invitado Peña
“No puedo estar en un acto oficial si no soy presidente electo”, devolvió. El conflicto escaló. Los reclamos de uno y otro lado podían subir aún más de tono. Decidieron pararlo.
En menos de 24 horas, el sábado a medio día, el canciller Luis Videgaray e Ildefonso Guajardo se sentaban a hablar con Marcelo Ebrard (próximo titular de Relaciones Exteriores), Graciela Márquez (Economía), Jesús Seade (negociador del TLC) y Martha Bárcena (futura embajadora en Washington).
En la reunión acordaron su participación en la reunión de la Alianza del Pacífico, y la de Seade en Washington “sujeto a las disposiciones legales aplicables” (lo cual quién sabe qué signifique). Pero Andrés Manuel ya no irá a la Cumbre de Vallarta. Su ausencia –el desaire a Peña- es un reclamo. Pero es, sobre todo, una provocación para que el Tribunal Electoral lo declare Presidente electo lo más pronto posible. No vaya a ser que le hagan de chivo los tamales.
GEMAS: Obsequio de Andrés Manuel López
Obrador: “Acerca de la impugnación ante el
Tribunal por la famosa multa draconiana,
por la venganza de mala fe de los consejeros,
ya se presentó el recurso en el
Tribunal Electoral.”