DESDE LOS BALCONES
La historia es así y también la política
Andres Manuel López Obrador, no es un burgués, ni tampoco un miembro de los grupos oligárquicos de la burguesía mexicana; es un hombre en todo y por todo de la clase media baja, pobre, del mundo rural tabasqueño distante de su capital Villahermosa, y por lo mismo tampoco cercano a los grupos poderosos que ha dado ese Estado de la República.
El proceso de desarrollo político de un personaje como el ahora Presidente Electo de México, todavía sin certificación oficial formal de mayoría, se da como la de muchos mexicanos, miles, cientos de miles, dentro de un proceso de ruptura democrática de esos grupos medios, profesionales muchos de ellos, tanto como de cambios estructurales que se han significado por la internacionalización de las principales fuerzas productivas del Estado Méxicano, entregando por voluntad propia o por la fuerza del capital mundial: rentas, ganancias y beneficios, fuentes de materias primas, capitales fijos como ferrocarriles, vías de comunicación, etc., procesos que profundizaron la diferenciación de clases, pasando por el desempleo masivo, grandes devaluaciones monetarias y pérdidas de acumulación originaria que se habrían dado a lo largo de décadas.Andrés Manuel López Obrador, sin que pueda colocársele un cartabón social cerrado y absoluto, es como millones de jóvenes mexicanos que hemos egresado de la UNAM, porque esta institución nacional fue y ha sido el crisol político de los mejores y los peores cuadros de esa pequeña burguesía a la que pertenecemos los que llegamos a ella alguna vez, y probamos la dura vida de sobrevivir en la capital a pan y agua, pero sin apartar de nuestra vivencia social, ni por un momento, de salir de un rancho ejidal e intentar hacer vida profesional y hasta incursionar en la política.
En la UNAM, lo mismo que en IPN, se da y tuvo lugar un choque de clases. No es lo mismo ser egresado de un colegio particular, pertenecer a una familia con residencia en la ciudad y con recursos propios de vida, que un recién llegado a la capital, arrimado en cuartos de alquiler, comiendo en lugares de abono y experimentar limitaciones materiales y carencias de todo tipo. Hay que tener dureza y carácter para resistir a eso y más, y muchos no lo consiguen aun residiendo en la capital con su familia, pero igualmente trabajadores y familia de ingresos medios o bajos.Dirigentes políticos como AMLO, hemos visto en embrión a cientos de ellos, con militancia y sin ella. Othón Salazar y Ramón Danzos, son dos casos representativos, ya ni hablar de José Revueltas, quien recién llegado con sus hermanos y padres a la capital de la República, pierden a su progenitor y desde luego el nivel de vida de que disfrutaban en Santiago Papasquiaro, en Durango.
Individualidades de clase media pobre como Andrés Manuel López Obrador han desfilado por todos los espectros políticos, partidarios o no, forjados así mismos, tenaces y metidos en el torrente social de una Universidad, simultáneamente en la Ciudad y luego en el país entero.
Con esta experiencia y con esta vida social, nos alcanza la década de los ochenta del siglo pasado y nos junta el movimiento de oposición anti priista de Cuauhtémoc Cárdenas, en cuyo subsuelo histórico discurren todos los ríos de la historia mundial, la Revolución Cubana desde 1959 que caló en el ánimo de los jóvenes, lo mismo que el movimiento ferrocarrilero y muchos otros eventos sociales y políticos.
A muy grandes rasgos, así se visualiza el proceso político del que surge en medio del tumulto político, vario pinto, dirán algunos, Andrés Manuel López Obrador.
Hay otros rasgos sociales que perfilan la personalidad política de AMLO, con quien no siempre hubo coincidencia, ni actuación conjunta a su paso por el extinto PRD, cuestiones de temperamento y de estilos nos diferencian, las clases medias son eso: arenillas pequeño burguesas, pero no todas pertenecientes al mismo cauce y a la misma corriente del momento.
Pero ahí está al frente de un proceso complejo y por el momento poderoso. ¿Qué de novedoso y de inusitado hay en MORENA? Que sus dirigentes supieron abrirse en todo el país, sin excepción a los reclamos nacionales del pueblo entero, personalizados o no por las élites y las tribus políticas de ayer y de antier, pero dejando entrar el agua nueva de refresco de miles de pequeñas dirigencias en la “aventura” de arar la tierra del país entero, donde sólo las langostas políticas partidarias, anquilosadas hacían su agosto político.
Este no es un análisis de lo que ha pasado ni de lo que está pasando en la historia política mexicana, pero estamos ciertos que los “muros de agua” del viejo país, ya sin petróleo, sin bancos y endeudado como nunca, inaugura una nueva etapa política nunca antes vista ni ensayada tan audazmente como la presente y teniendo al frente a Andrés Manuel López Obrador, suceda lo que suceda en el porvenir que nunca está escrito ni estatuido de una vez y para siempre. De esa pasta social y política está hecho el nuevo Presidente Electo de México y por eso les escuece su triunfo electoral asesorado por la CRISIS.