LA APUESTA DE ECALA
El último informe
Dentro del campo militar uno, en la ciudad de México, imponente recinto de la milicia -símbolo de los días más amargos para los estudiantes y personas no gratas al sistema-
En las oficinas centrales del mando de comandancia suprema – presidencial- se encontraban los generales de mayor rango dentro de le estructura organizacional del sexenio, el director de la secretaria de seguridad del departamento del distrito federal, y el propio presidente Luis Echeverría.
Siendo agosto de 1976, a unos simples días de llevar a cabo el último informe del presidente, los mandos fueron citados bajo el estricto orden de confidencial, y sin dejar alguna huella de la reunión.
No habría bitácora, nada escrito o que permitiera en un futuro, hacer hincapié de la existencia de aquella reunión, el objetivo clave fuera que en todo momento se dejara evidencia, ¡ahora no sería el caso!, el presidente le hacía valer a la concurrencia, que era la memoria de cada uno de ellos, lo que sería el único baluarte.
-¡Señores de todos es sabido que termino mi sexenio! tal vez el que la historia recordará como el de la recuperación de las instituciones a manos del gobierno, deseo en mucho que mi sucesor siga esta línea, pero de no ser así, porque lo he escuchado en varios discursos, hemos de tomar medidas en concreto y de inmediato.-¡señor presidente dudo mucho que el sucesor desvíe el rumbo!
-¡he escuchado que está cercano a los empresarios! desea salir en la televisión constantemente y se ve a leguas que observa más su figura personal, que la de la institución presidencial.
-¿Qué propone?- de inmediato dijo el coronel Francisco Quiroz Hermosillo, quien había comandado la famosa Brigada Blanca, que había difuminado en junio pasado, a miles de guerrilleros en el Estado de México.
-¡tengo una idea pero debemos planearla bien!
La reunión continuó bajo un tono de alerta y constantes salidas para ver si nadie escuchaba, los monitores anti-micrófonos que la propia CIA le había facilitado a Echeverría, marcaban negativa la presencia de los aparatos.
Al cabo de unos minutos, se dejó clara la intención real de presidencia:
¡Atentar en contra del candidato José López Portillo!
Y se llevaría a cabo cercanos al último informe del mandatario.
-¿Estamos? – dijo con voz altiva LITEMPO 8
-¡estamos!- gritaron al unísono los asistentes a la reunión.
José López Portillo y Rojas, un oriundo escritor del siglo XIX, nacido en Guadalajara e hijo de un gobernador, fue una de las plumas literarias de mayor jerarquía dentro de la cultura mexicana, del famoso decimonónico siglo.
Fue filósofo, poeta, ensayista y jurista, una verdadero acaudalado de dones, que le permitieron ser el director de la Academia Mexicana de la Lengua, siéndolo, hasta su propia muerte.
Dentro de quienes pertenecían a tan honrosa institución, era el de velar por mantener las venas vivas de la lengua de Cervantes, así el cuidado, y evitar a toda costa, el deterioro o la emancipación de los escritores a esta real e insigne institución.
¡férreos defensores de la escritura y la magnificencia del uso de esta!
¡a ello le apostaba José López Portillo! El nuevo candidato la presidencia, nieto de aquel cancerbero del español y de tan insigne linaje – aunque toda la vida se creyó de sangre española- lo cierto es que era más mexicano, que pocos.
¡aún resonaba en su mente el abrazo del director del IMSS Carlos Gálvez Betancourt! allá a mediados de 1975 cuando le informó que ya había escuchado dentro del PRI, que sería el candidato.
De inmediato López Portillo le habló a su amigo secretario de la Reforma Agraria Augusto Gómez Villanueva, para que le dijera si aquello era verdad.
-¡mira Pepe! tú sabes que el partido pone al candidato, pero el presidente lo ratifica.
-¿pero sí soy o no?…¡dime!
-¡claro que si hombre…! ¡pero date como que no sabes!
El posible candidato no se quedó con las ganas, y le habló al gobernador, en ese entonces del Estado de México, su compadre Carlos Hank González.
-¡mi Charly! ¿que ya estoy en la lista de candidatos a la grande?
-¡pinche tocayo ya te fue con el chisme!
-¡no! ¡yo le pregunté!
-¡pues sí mi Pepe! ¡tienes todo a tu favor!, solo falta que la CTM ratifique en un desayuno.
¡la felicidad no cabía de gusto en el entusiasta jurista de alto linaje!
Luis Echeverría tenía como un peculiar sistema de demostrar su poderío presidencial -ante cualquiera de oposición que siquiera se le ocurriera sacar al cabeza- con largas giras presidenciales y extenuantes jornadas de trabajo, entregando escuelas, caminos, parques, oficinas, infinidad de actos cívicos, que tenían hasta la coronilla a sus equipos de trabajo, que, a pesar de la fuerza de las giras, ¡le aguantaban el paso!
Ocurre que, en Acapulco, dentro de todo el ajetreo de las giras en el estado gobernado por el amigo íntimo de presidencia Rubén Figueroa Figueroa, decide el presidente dar por terminada la gira a las 6:00 pm… ¡ante el asombro de todos!
Se retira a su casa en la playa – que siempre ha tenido presidencia en el lugar- y manda traer de inmediato al propio José López Portillo, quien estaba en la gira, porque era el Secretario de Hacienda.
La lujosa casa de playa de presidencia tiene como custodia las montañas de la propia bahía, es la única casa en el lugar, rodeada por escarpados caminos custodiados por mandos militares, cercana a la playa y con lujosos cristales que van desde el suelo hasta el techo, conminando en todo momento, a que el sol penetre.
La sala que da de inmediato a la playa es el lugar ideal para que el presidente y el secretario de hacienda tengan una larga plática, acerca de casos concretos – creía López Portillo- una pequeña chimenea – el arquitecto no se explicaba para que una chimenea dentro de la casa- y un bar atendido por los mejores meseros de la costa turística.
-¡anda tú Legarreta! sírvenos unos daiquiris aquí a mi amigo Pepe.- le indicó el presidente al mesero.
-¡mejor a mí un coñac… con coca y hielos!
-¡no mi Pepe le pones en toda su madre!
-¡Así me gusta sr. Presidente!
Platicaron del futuro del país, de la economía interna que presentaba sus mejores augurios… ¡potencializar el mercado interno Pepe!, le decía el mandatario.
Por su parte Pepe entendía la plática, se distraía de toda la perorata de Luis, así como en veces recordaba lo mal que hablaba el presidente – sin olvidar su linaje lingüista- y luego regresaba cuando la plática se entonaba ya cercana a los asuntos del gobierno.
-¡Mira Pepe ya para terminar – eran las 11:00 pm- solo deseo decirte que des continuidad a las políticas que hemos instaurado, sé que no te llevas bien con Fidel – Velázquez- pero lo pondremos al tono, no te dará molestia alguna.
-¡no comprendo sr presidente!… – pensaba Pepe, sabedor de que ningún secretario tenía continuidad en el sistema, solo que fueras el famoso tapado.
-¡ya lo entenderás!… ¡ya lo entenderás!
El 22 de septiembre de 1975, dentro de la 8ª Asamblea Ordinaria, se dieron las bases para que el Lic. José López Portillo, fuera considerado por la CTM, como el posible sucesor de presidencia, acto en el cual se quedó que le avisara el propio Fidel Velázquez de dicha acción – sonaba a querer confrontarlos-
Fidel Velázquez – más que molesto- se dirigió a las oficinas de la Secretaria de Hacienda, lo recibió el íntimo secretario privado de López Portillo Enrique Velasco Ibarra, y le dijo que le diera un minuto
-¿me vas hacer esperar?- dijo molesto Fidel, ya gritando.
-¡no señor es simple protocolo!
-¡tu protocolo te lo puedes me…-
¡en eso salió de inmediato Pepe López Portillo!
-¡Fidel mi hermano! ¡pásale cabrón!… disculpa a este Quique, aún le falta mucho que aprender… – mientras Quique tragaba carbón, con los ojos de pistola que le envió el secretario de hacienda.
-¡esta juventud mi Pepe!
Entraron al despacho y después de un rato, llamaron a Quique y a toda la prensa que ya acompañaba al líder de la CTM.
Los micrófonos se acercaron a Fidel, esperando un anuncio ya esperado, especulado y pronosticado… ¡sería la de ocho columnas!… ¡pararían las prensas y las rotativas para tal anuncio!
-¡estimados mexicanos! deseo con atención a las Instituciones que nos gobiernan y en derecho del uso de las actuales políticas, hacerles saber de la alta amistad que guarda la CTM con la Secretaria de Hacienda, que juntos, lograremos para el país, las formas y dinámicas correctas, de la política pública para los próximos años…
Al terminar la larga rueda de prensa, y una veza retirado Fidel, Enrique entró a platicar con López Portillo.
-¿qué paso Lic.?
-¡pues me vino a decir Fidel que seré el próximo presidente de México!
-¡felicidades!… – mientras saltaba Quique como un jovenzuelo… ¡que lo era!
Despacho de presidencia.
-En el artículo 85 de la Constitución de México, se dice que, si el presidente no se presentara a la toma de posesión, se pondría a un presidente interino… ¡y ahí entro yo mi coronel…!
-¡no presidente! no funcionaría así.
Los dos militares que fueron asignados para hacer el atentado en contra de López Portillo, nunca se supo sus nombres, solo respondían a las claves: cobra 1 y cobra 2
El atentado estaba asignado – supuestamente- a la famosa liga 23 de septiembre, que ya había sido acusada del jueves de corpus. Estaba todo listo, cobra 1 y 2 estaba en sus puestos, cercanos al acceso del Auditorio Nacional, solo esperaban por radio banda la orden par atacar al candidato ganador que entraba al recinto.
-¡Cobra 1 y 2!
-¡atentos!
-¡aborten operación… aborten!
De inmediato dos sombras pasaron por detrás de López Portillo, quien los confundió con amigos cercanos a él, detrás de ellos iba María Félix y unos pasos más, el secretario norteamericano Henry Kissinger, quienes se miraban cercanos y con risas disimuladas.
… honorable Congreso de la Unión:
¿Qué me cuentas a mí que se tu historia?
Luego entonces amigo lector, no nos quejemos del México que estamos viviendo, porque en ello quede claro: ¡Tenemos el País que queremos!? Esa es mi apuesta ¡y la de Usted?…