ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE
Pobreza energética y el bono solar
La relación entre energía, pobreza y medio ambiente empieza a cobrar importancia no sólo en los análisis sino también en los planes e instrumentos de desarrollo en la escala nacional y estatal.
Y ello se debe a la urgencia de reducir la brecha de la desigualdad social y económico y, por otro lado, la mitigación de las emisiones de carbono, ambas en el contexto de la transición energética.
En México, el artículo 36 de la Ley General de Desarrollo Social (LGDS) establece que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) debe definir, identificar y medir la pobreza considerando con al menos ocho indicadores, y uno de los cuales es “Acceso a los servicios básicos en la vivienda” que se compone a su vez por cuatro dimensiones: i) Acceso al agua, ii) Contar con drenaje, iii) Disposición de electricidad y iv) Servicio de combustible para cocinar. De ahí entonces que un indicador es el de pobreza energética. Para el Coneval, se considera que la privación social del acceso a la electricidad y el tipo de combustible para cocinar (gas o electricidad) es un elemento que contribuye a la pobreza en México.
En este sentido podemos hablar que Pobreza Energética se define como la situación que sufren los hogares carentes de electricidad o que son incapaces de pagar los servicios mínimos de energía que satisfagan sus necesidades domésticas básicas o que se ven obligados a destinar una parte excesiva de sus ingresos a pagar las facturas energéticas de sus viviendas. Asimismo, en el 2012, en la Cumbre de las Américas se estableció el acuerdo de eliminar la pobreza energética en los 10 años siguientes, hasta 2022.
Para Querétaro, de acuerdo al estudio “Caracterización espacial de la pobreza energética en México. Un análisis a escala subnacional” (García-Ochoa, R. y B. Graizbord, 2016), exhibe una pobreza energética del 31.9 %. Por otra parte, de acuerdo con los resultados del Censo Nacional de Población y Vivienda del 2010, efectuado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, el 2.04% de las viviendas en el Estado de Querétaro no contaban con el servicio de energía eléctrica. Esta cifra corresponde a 9,260 viviendas y 917 de éstas pertenecen a 100 localidades que no cuentan con el servicio en la totalidad de la localidad. Y para el 2018, según el Informe anual sobre la situación de pobreza y rezago social (SEDESOL), los municipios que exhiben carencia de electricidad, son 5: Amealco con 2.6%, Cadereyta 3.4%, El Marques 0.7%, Querétaro 0.2% y San Juan del Río 0.4%. Y de acuerdo a las declaraciones recientes (abril, 2018) del Coordinador Regional del Centro Nacional de Control de Energía, Fernando Barragán, existen 44 mil queretanos que carecen de electricidad, los cuales se distribuyen en, 11 mil en zonas urbanas y 33 mil en el medio rural.
Un mecanismo para abatir la pobreza energética y avanzar en la transición, es el Bono Solar, el cual podemos dimensionarlo como el instrumento económico-energético para disminuir la pobreza energética en el Estado, mediante la generación de energía distribuida, a partir de paneles solares en los techos de los hogares, que suministrarían el 100 % de su demanda. Y para ello, los componentes tecnológicos considerados para el Programa Bono Solar son:
•Sistemas de generación fotovoltaica que se instalan en los techos de las edificaciones para satisfacer sus necesidades de energía eléctrica
Puede interconectarse a la red o ser autónomo para aquellos hogares en el medio rural
•Puede cubrir el 100% o más del consumo eléctrico del hogar
•Se define por la Ley como Generación Limpia Distribuida
•Fenómeno mundial exponencial con costos marginales tendientes a cero
•Tecnología que contribuye a la reducción de emisiones de GEI
Integrar la componente de pobreza energética en los programas de desarrollo, es hoy en día una urgencia, tal como lo señala un documento de la CEPAL, que así lo demuestra el trabajo de Kozulj, R. (2009), en el cual se analiza cómo los servicios energéticos resultan
indispensables para alcanzar los objetivos de desarrollo del milenio (ODM) de reducción de la pobreza mundial en 20 países de esta región de Latino América:
“Las principales conclusiones de este trabajo se resumen a continuación):
a) El acceso de los pobres a la energía no es un eje prioritario de política pública, situación
que evidencia la necesidad de incluir este tema de manera explícita en los Marcos Nacionales de Planificación.
b) Se observa una focalización del tema de acceso a la energía en localidades rurales,
aspecto que merece una revisión crítica ya que esta región, a pesar de contar con tasas de
urbanización más altas en comparación con otras regiones (por ejemplo Asia y África),
presenta una evolución creciente de la pobreza urbana respecto a la pobreza rural.
c) Los pobres gastan una mayor proporción de sus ingresos en servicios de energía que las clases medias y altas.
d) Hay una disminución a nivel país en el consumo total de leña, pero un aumento del
consumo de leña per cápita en localidades urbanas.”