MITOS Y MENTADAS
Una guajolota, por favor
Mucho se habla sobre el tema de la baja productividad en México. Académicos, analistas y políticos refieren que una de las principales razones es la informalidad. Sin embargo, hablan poco de otros elementos que influyen directamente, como es el caso de las largas jornadas laborales y el tipo de alimentación de los mexicanos.
Hay estudios que demuestran que aumentar las horas laborales no aumenta la productividad. La Universidad de Stanford, encontró que los empleados que trabajan más de 40 horas a la semana son menos productivos que los que trabajan un promedio de 40 horas. La fatiga y el estrés que provoca trabajar horas extras, propicia que el empleado cometa errores que se deberán corregir con aún más horas de trabajo.
Pero, ¿Hay alguna correlación entre las largas jornadas laborales, nuestra baja productividad y nuestros hábitos alimenticios? La comida en México, tiene una relevancia importante, no es solo un tema oficial, es un tema de todos los días, en cualquier estrato social y en cualquier punto de la república. ¿Cómo es la dieta diaria del trabajador mexicano? Por la mañana un panecito dulce y un café o una “ligera” guajolota, al medio día el almuerzo, que pueden ser unos chilaquiles, una torta, gringas, tamales o unos tacos, luego entre 2 y 4 pm la hora de la comida y la cena muy tarde una vez que llega del trabajo. Hay toda una industria dedicada a esto, según un Informe de la Universidad Iberoamericana (2014), 5 millones de mexicanos comen en puestos ambulantes diario en los más de 105,304 en CDMX. A esto sumémosle que según CANACINTRA el mexicano promedio consume 12.8 litros de refresco al mes, 2 mil 800 calorías diarias.
Especialistas han demostrado que los efectos más importantes del exceso de consumo de carbohidratos y alimentos procesados son: la falta de concentración, la pérdida de la creatividad y la mala memoria. Al cuerpo le toma más tiempo digerir los alimentos predominantemente grasosos y a veces hasta días completos.
Múltiples estudios han evidenciado la relación entre la alimentación y los niveles de productividad. Alegan que el bajón en energía después de tener una ingesta calórica muy alta, provoca una inundación en el cerebro de glucosa y éste como mecanismo de defensa se desacelera. Un informe preparado por el USDA (Secretaría de Agricultura de Estados Unidos) titulado “Seguridad alimentaria y nutrición en México” indica que según el Banco Mundial (2006) el costo de la malnutrición en países en desarrollo representa un 2-3% de pérdidas en el PIB. Aplicando esta fórmula, significaría que México pierde 19,000 millones de dólares anualmente.
Para cerrar les dejo esta frase de Gary Gadner co-autor del libro Desnutridos y sobrealimentados: la epidemia global de malnutrición: “Los hambrientos y los que tienen sobrepeso comparten altos niveles de enfermedad y discapacidad, acortan sus expectativas de vida y reducen sus niveles de productividad, cada uno de los cuales son un lastre para el desarrollo de un país». En China, están implementando medidas correctivas a la situación del sobrepeso; la Universidad Nanjing de Agricultura, exige a sus alumnos que para poder aprobar el curso de nutrición deben haber bajado de peso, solo pueden ingresar aquellos cuyo índice de masa corporal es superior a 28 y un porcentaje de grasa corporal de más del 30%. La disminución de peso de parte de los alumnos representa un 60% de su calificación. ¿Estaremos a tiempo de hacer lo mismo?