COLUMNA INVITADA
EL TLCAN y los malabares del bufón Trump
En México, Ottawa y Washington existe un nuevo ambiente de optimismo con las señales que Estados Unidos está dando de desear concretar la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) lo más pronto posible. Quizá un ejemplo claro la decisión estadounidense de flexibilizar su exigencia de elevar al 85% el componente de piezas de la región norteamericana para la industria automotriz, que era uno de los obstáculos insalvables en las pláticas trilaterales.
Uno desearía pensar que este positivo cambio de postura se debe a que el presidente Trump ha revalorado a México como socio comercial y estratégico importante. Desafortunadamente, hay cinco razones que explican por qué el deseo de concluir pronto la renegociación está definido más por consideraciones internas en Estados Unidos que por un nuevo aprecio de la relación bilateral por parte de Trump.
1.- Presión de simpatizantes de Trump. Muchos estados a los que Trump debe su victoria presidencial son altamente dependientes de exportaciones a México, en especial aquellos con alta producción de granos y productos agropecuarios como Iowa, Kansas, Ohio o Wisconsin. En los últimos meses miles de granjeros y agricultores estadounidenses han manifestado su apoyo al TLCAN y su preocupación por que sus productos sean objeto de represalias por parte de gobiernos a los que Trump ha impuesto alguna sanción comercial. Por ejemplo, Wisconsin, un estado que Trump ganó con una diferencia de 22 mil votos, es responsable de cerca del 50% de la oferta mundial de arándano. Cuando Trump impuso sanciones al acero de Europa, la Unión Europea amenazó con establecer impuestos a las importaciones de arándano estadounidense que lo dejaría sin posibilidades de competir en ese mercado, afectando a cientos de granjeros. El impacto político de estas decisiones puede ser muy profundo. De acuerdo con una encuesta de Reuters, entre enero y septiembre de 2017, el apoyo a Trump de votantes en zonas rurales decreció de 55 a 47%.
2.- El liderazgo republicano apoya el TLCAN. Las preocupaciones de granjeros y empresarios son escuchadas y reivindicadas por líderes republicanos en el Congreso y los estados. Desde inicios de 2018 Trump ha recibido señales inequívocas de que una ruptura comercial con México no será respaldada por senadores republicanos, incluido el líder del Senado, Mitch McConnell, ni por gobernadores como Greg Abbot de Texas o Asa Hutchinson de Arkansas. El argumento es que la economía de sus votantes y estados se vería afectada si sus exportaciones dejan de tener acceso al mercado mexicano. Más allá de la preocupación económica, estos líderes temen que, si las decisiones de Trump afectan el bolsillo de sus votantes, muchos se inclinarán por candidatos demócratas en las elecciones intermedias de noviembre.
3.- Mantener el control del Congreso. En las elecciones del 6 de noviembre Estados Unidos renovará toda la Cámara de Representantes (435 curules), 34 senadurías y 36 gubernaturas. Es fundamental que Trump mantenga la mayoría de las dos Cámaras del Congreso para continuar con su agenda reformista. Los demócratas sólo necesitan ganar 24 diputaciones adicionales para tener la mayoría en la Cámara de Representantes y dos senadurías para controlar el Senado. Terminar la renegociación del TLCAN y usarlo como bandera para los candidatos republicanos en zonas industriales y rurales es parte de la estrategia de Trump para controlar el Congreso.
4.- Cerrar flancos comerciales. Es Innecesario e impráctico que Trump pelee con todos los países para lograr tratados comerciales en mejores condiciones para Estados Unidos. Suspender el ingreso de Estados Unidos al Acuerdo de Cooperación Transpacífica, renegociar el TLCAN e imponer aranceles a productos de todo el mundo y, recientemente, a chinos, ha abierto demasiados flancos. Acelerar la negociación del TLCAN permite a Trump (1) demostrar que es un líder abierto al diálogo y con quien se puede concretar acuerdos; (2) cumplir con promesas de campaña y ofrecer a candidatos republicanos una bandera electoral atractiva y (3) cerrar un flanco de negociación para enfocarse en la guerra comercial con China, que es el país responsable de la mayor parte del déficit comercial estadounidense.
5.- Amarrar un acuerdo antes de las elecciones mexicanas. La posible victoria de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales en México genera incertidumbre sobre el futuro del TLCAN y, sin duda, las pláticas del canciller Luis Videgaray y del secretario Ildefonso Guajardo con el equipo de Trump han tenido el efecto deseado: es mejor concluir hoy un tratado imperfecto que extender las pláticas hasta lograr un tratado impecable con un gobierno distinto.
Trump es sin duda un negociador pragmático y hoy está consciente de los límites que su postura anti-TLCAN tiene en el sistema político de Estados Unidos. Su reciente flexibilidad en la renegociación nada tiene que ver con México, seguirán los tuits agresivos, las acciones migratorias desmedidas y las amenazas sobre el TLCAN. Pero el cálculo político se ha impuesto sobre la retórica porque hasta el mejor bufón tiene claro que cinco pelotas en el aire son demasiadas para hacer malabares.