DESDE LOS BALCONES
El debate presidencial y los intereses
“Para documentar el optimismo..” C. Monsiváis
Los periodistas tenemos desventajas mil frente a la política y sus elaboraciones de hecho e ideológicas.
En la crítica, cualquiera que esta sea, sobre todo la ´periodística y en menor medida la política, se tiene que partir del hecho positivo, no pocas veces de la inmediatez; en cambio, en la política, las cosas se dicen y se hacen, casi siempre, sin tomar en cuenta a nadie como cosas del Estado; por ejemplo, se argumenta, no se puede estar consultando todos los días al pueblo, frente a lo que el gobernante considera lo más conveniente para el país, no para una ciudad: como sería el caso de construir un aeropuerto o conservar bajo control social y político el petróleo, como la mejor alternativa de la economía política de México y no del capital mundial que tiene más peso que las dos Sierras Madres, que existieron antes de la llegada del hombre de Tepexpan o Cuicuilco en el Valle de México.
Tenemos un problema teórico y también de praxis desconocido muy poco analizado, problema que han abordado grandes pensadores y no la masa; este se presenta ante todo en la abstracción común y corriente, tanto como en la mejor elaborada exposición. ¿En qué consiste tal abstracción tan difundida y peor empleada? Consiste en que se tiene la necesidad de emplear la comprensión “general” de los hechos y los fenómenos, es decir, caer, incidir en una extrema generalización determinada, que luego convertimos y se convierte (en la cabeza) en objetos reales, cuando los resultados de toda generalización no son más que entes abstractos, de decir entes de conciencia, no entes que existen en la realidad externa.
A propósito del debate o pretendido debate que va a tener lugar este próximo domingo y otros, a realizarse, dos para que resulten tres son y serán debates arreglados, meros arreglos convencionales realizados al amparo de una legislación electoral igualmente abstracta, como es todo el derecho y la jurisprudencia del mismo, pero cuya especulación, muy poco o nada tiene qué ver con los intereses reales del hombre candidato, sus intereses de grupo y de clase, llámense obreros, campesinos y hasta la categoría más formal y abstracta, como la redundancia de llamar ciudadano a cualquier hombre que no tiene con que alimentar a sus hijos, donde vivir, frente a los que les sobra todo, hasta la facultad de limitar el trabajo social, cuando este no les resulte suficientemente apetitoso de plusvalía. La ganancia de cada cual es asunto de promedio mundial, Ni modo. Alguien inventó esas cuotas diferenciadas y nunca proporcionales entre la plusvalía y la ganancia.
Se confunden las cosas con la substancia; pero lo que es peor, se toma a lo general, como categoría abstracta de los objetos confundiendo su existencia real, concreta y sensible; con su concepto; de ahí nacen las ideas y luego el espíritu absoluto, dónde éste último substituye a la razón individual de alguien o de un pequeño número, pero poderoso, convirtiendo los intereses ocultos, en una realidad metafísica inatacable, a riesgo de convertirse en delincuente común o en reo político, según convenga a quienes tengan la sartén del poder por el mango del Estado, o de la riqueza y abundancia sin fin de dinero capital, para usarlo del modo que sea.
Algo que se ignora y sobre lo que pasarán de largo, quienes intervengan en el debate con el carácter de candidatos presidenciales, estriba en confundir nuestra realidad política y social, con el pensamiento y la mucha o nula comprensión de lo que cada uno de los contendientes, a la Silla Presidencial se proponga al final de cuentas y de ahí pal real le seguirán aspirantes a diputados y senadores, presidentes municipales, regidores y hasta gobernadores. Estoy cometiendo el mismo pecado de los pecadores nepotistas como Yuñez Linares, Graco Ramírez, ejemplares abusivos y abusadores de nuestra política, para expresarlo todo en forma teológica electoral.
¿Por qué convertir o fingir creer que un equis o zeta candidato es, o refleja parte o la totalidad del proceso electoral político?
¿Qué se dice de tal o cual personaje, al que se le endilgan todos los méritos y se le niega toda cualidad hasta la de pensar por si y ante si mismo, según su conciencia, atribuyéndole cualquier absurdo real o imaginado, tornando todo este proceder caprichoso publicitario, así generalizado, como un hecho consumado sin mediar análisis alguno acerca de la realidad, que cae bajo la crítica ad hominen, individuo al que se le cargan las tintas, de todos los errores y fallas, con el desprecio social y la condena política generalizada?
Resulta farragoso y complicado el tema, tanto, como el que quiera meterse al agua sin mojarse o contaminarse con encuestas y demás menjurges ideológicos prexistentes a un sexenio y a todos los sexenios habidos y por haber, si es que el futuro social no cambia de parecer y lo pueda volver real en su vida desde los estratos más pobres hasta arriba.
El derecho y el Estado son visiones invertidas de nuestra propia sociedad y aún de la historia, diría alguien por ahí; no sin razón se dice que, la historia la escriben los vencedores…, yo agregaría, no los que la hacen, y si existe alguna duda, miremos lo que pasó en los Combates de Celaya y León, sin fijarnos en la composición social de unos y otros ejércitos que ahí se midieron sin encuestas y con ametralladoras.
Basta el resultado, no el proceso, se dirá al final de esta elección presidencial, para no alargar más este alegato periodístico, uno de tantos, de los pocos que intenten o quieran ir al fondo de los intereses económicos, sobre todo, los más poderosos y que están en juego, como lo expresara don Carlos Slim, a buena hora.
¿Qué el capital y su inversión lo hacen todo y cualquier cosa? ¿Y qué es el capital sino trabajo acumulado, valor trabajo objetivado como cosa representativa de ese complejo modo de producción histórico, pero no eterno. PERDON, PERO HASTA ESTE MOMENTO NO ME HA ENTRADO NINGÚN CAÑONAZO EN SOBRESITO DE ESOS QUE MANDAN, SECRETAMENTE A LA UAQ Y A DIVERSAS ESFERAS, SIN SABER DE PARTE DE QUIEN: “Poderoso caballero, es don dinero…”