EL CRISTALAZO
El aeropuerto, la gran estafa
Una estafa es un acto por el cual, tortuosamente se tiene “el lucro como fin y el engaño o abuso de confianza como medio (RAE)”.
Y en ese sentido, Andrés Manuel López –en su pleito ficticio por el NAIM–, es un estafador en busca del lucro político.
La discusión sobre el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, cuya prolongación en el tiempo (comenzó desde los lejanos años de Echeverría), demuestra lo resistente de la estulticia nacional y la imposibilidad de llegar en este país a acuerdos sobre una base inteligente, es una estafa cuya manipulación nadie ha querido ver.
En este bizantino asunto ha habido quien se niega al “aterrizaje del aeropuerto”, en un torpe juego de palabras pues los aviones aterrizan sobre sus pistas y no los aeródromos sobre el suelo. Se sienten de chistosos los cómicos involuntarios.
Pero más allá de los chistes está el duro lenguaje de los hechos. Si México necesita o no el aeropuerto, este aeropuerto, en ese lugar y con prisa, debería ser materia superada como ese discurso estúpido sobre el porcentaje nacional de la población con acceso frecuente al transporte aéreo.
La estafa, o sea, emplear la mentirosa palabra para lucrar, comenzó con la rebelión de los machetes de Atenco. Todo era parte de una leva cuyo punto culminante, en las vecindades de Atenco, se logró con la candidatura de Delfina Gómez, una maestra primaria (o de primaria), cuya mayor aportación a la democracia mexicana fue sisar los emolumentos de sus empleados en la alcadía de Texcoco, para fortalecer a López y a Morena, quien con ella AML ejerció el arte de la ventriloquía política. Como hace ahora en la CDMX.
Si en aquel tiempo López le puso la pierna a Fox para hacerlo tropezar con sus botas de charol, hoy aquella queja sobre la tierra ha dejado de existir.
Hoy, cuando más dicen sobre la blandura de los terrenos, como si no hubiera (y la hay), una técnica de cimentación capaz de hacer aeropuertos (con el mismo arquitecto de Texcoco, Norman Foster), en las aguas del mar de la China.
Deberían llevar a López a Hong Kong y mostrarle el desarrollo de un país –trenes, carreteras, aeropuertos, sistemas hidroeléctricos únicos en el planeta, ciudades industriales, centros tecnológicos, etc.–, donde hay severidad, seriedad y conciencia política en las obras.
Sin consultas ni pérdida de tiempo. Hacer las cosas por el mandato de la necesidad, sin buscar pretextos para no cumplirlas. Sin regateo aprovechado.
Pero la contaminada discusión ha llegado a los extremos del delirio.
López, quien durante años ha tenido como “caballito de batalla” las privatizaciones del salinato, a las cuales llama despojo nacional; venta de la patria y demás ahora se ofrece a concesionar la terminal aérea a Carlos Slim.
La consistencia de López no es algo novedoso. El crítico de las privatizaciones se alió con el capitalista mayor de México (gracias a ellas), y le “concesionó” el Centro Histórico de la Ciudad de México cuando era jefe de Gobierno. Hoy riñen. Por eso la discusión es una estafa, porque es una mentira tras otra.
Pero si López insiste en la satisfacción de todas las necesidades con dos pistas adicionales en un campo aéreo militar (Santa Lucía), limitado y sin tránsito de personas, metido (como todas las instalaciones militares), en un sitio estratégico mal comunicado, no tiene la más remota idea de muchas cosas.
–¿Cómo se llega hoy de la ciudad de México a Santa Lucía? ¿Alguien sabe dónde queda? ¿Cuál es el Metro más cercano, cuántos hoteles tiene, cuántos servicios?
Pero ahora el disparate le llega a Carlos Slim quien como cualquiera, con dos dedos de frente, sabe de la conveniencia del NAIM. Y no porque su yerno trabaje con Foster (también lo hacen otros 500 proveedores), simplemente porque es la mejor propuesta.
“A decir de Slim (“Expansión”) la derrama económica alcanza 120 mil millones de pesos en insumos para la construcción, y hasta 60 mil en sueldos y salarios….
“…López Obrador, quien lidera las encuestas en la carrera presidencial, ha dicho que revisará la viabilidad técnica, económica y social del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), y ha sido convocado por el sector empresarial para debatir el tema”.
Aquí el delirio se duplica.
¿De cuándo a acá el sector privado debe, primero, intervenir, y luego, someterse a los caprichos de una campaña presidencial para debatir o no una obra pública con un candidato sin personalidad jurídica para nada?
Le negativa de López no es asunto técnico. Es una oferta política y ni siquiera eso, una promesa de campaña, como esa de traer al Papa Francisco a decir sobre la violencia en México o convencer a Trump de amar a los mexicanos y no hacer el muro. López delira y con él, millones de personas, algunas de las cuales ya le aplaudían cuando se ponía una falsa banda presidencial y se proclamaba, teatral y carnavalesco, Presidente Legítimo de México, rodeado de corifeos ridículos y ridículas.