La Patrulla Fronteriza de Estados Unidos inició hoy la construcción de un tramo de 32 kilómetros de valla fronteriza al oeste de El Paso, en el área de Santa Teresa, Nuevo México, para reemplazar las barreras de vehículos colocadas en el lugar a fin de impedir el cruce de indocumentados y de otros contrabandos por la zona.
El jefe de la Patrulla Fronteriza en el sector de El Paso, Aaron Hull, aseguró, en conferencia de prensa previa a la ceremonia de colocación de la primera piedra, que la construcción de la valla marca el comienzo del proyecto de edificación del muro del presidente Donald Trump.
“El presidente ha iniciado su proyecto. La construcción comienza hoy”, insistió Hull.
Sin embargo, la estructura que comenzará a construirse este lunes justo al oeste del puerto de entrada de Santa Teresa, no se asemeja a ninguno de los prototipos del muro fronterizo contemplado en los planes del presidente.
El proyecto de 32 kilómetros se había venido contemplando desde hacia tiempo y consistirá en la construcción de una reja de barrotes de acero (bollard wall) que tendrá una altura de 5.4 metros, que dificultará el ser escalada. La valla estará encajada en un cimiento de dos metros bajo tierra.
El contrato par su construcción, por un total de 73 millones de dólares, fue asignado en febrero pasado a una compañía de Montana.
“Este cercado será duradero y va a estar aquí durante mucho tiempo. Va a ser más difícil pasar, más difícil el tratar de pasar por debajo y va a serles más difíciles a los entrantes el llegar arriba y saltarlo”, dijo Hull.
“Va a detener todo, con excepción de los entrantes ilegales más determinados. Se va a hacer más difícil para los contrabandistas y criminales fronterizos el moverse entre los dos países. No nos equivoquemos, esta valla va a detener la inmigración ilegal”, aseguró.
Hull informó que la estructura será similar al tramo de dos kilómetros de largo construido por la Patrulla Fronteriza el año pasado en la frontera de Sunland Park, Nuevo México.
“Necesitamos barreras efectivas para negar la entrada de inmigrantes ilegales y contrabando”, dijo Hull. “Nuestros agentes saben que un equilibrio de infraestructura física, tecnología y personal es clave para asegurar la frontera y mantener seguras a nuestras comunidades”, agregó.
Grupos ecologistas interpusieron en marzo pasado una demanda en contra de la administración Trump, en la que objetan su facultad de ignorar 25 leyes ambientales a fin de acelerar la construcción de la valla en el área de Santa Teresa.
La demanda, pendiente ante la Corte Federal, sostiene que el gobierno federal no tiene la autoridad para anular leyes que protegen el aire limpio, el agua, las tierras públicas y la vida silvestre en las zonas fronterizas.
El jefe de la Patrulla Fronteriza en el sector de El Paso dijo que su corporación “toma muy en serio” el impacto ambiental de una barrera fronteriza, pero insinuó que el daño al ambiente generado por la estructura podría ser menor al que ocurre con la inmigración ilegal que deja basura que contamina por años las áreas desérticas por las que cruza.
“La seguridad que nos proveerá creará mejor ambiente al norte de la frontera. El tráfico de indocumentados deja basura y vandaliza las áreas naturales. Un solo grupo de indocumentados deja basura que permanece muchos años”, expresó.
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