El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva quedó bajo custodia de la policía federal brasileña, después de varias horas en que miles de seguidores congregados en la sede del Sindicato de los Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo le impidieron salir a entregarse.
Imágenes transmitidas en vivo por la televisión brasileña mostraron cómo Lula da Silva tuvo que salir a pie, rodeado por cientos de personas, mientras las fuerzas del orden lograron entre empujones colocarlo en un auto.
Una caravana de vehículos se dirige ahora a un aeropuerto de Sao Paulo, desde donde el exmandatario será llevado en avión a la ciudad Curitiba, unos 450 kilómetros al sur, para ingresar en la sede de la policía federal de la ciudad e iniciar así a cumplir la pena de 12 años y un mes de cárcel.
En sus primeras declaraciones desde que el juez Sergio Moro emitió la orden para su arresto el jueves, Lula no dijo cuándo ni dónde se entregará. Dirigentes de su Partido de los Trabajadores insinuaron que lo haría en las próximas horas.
El juez federal dio plazo a Lula hasta el viernes por la tarde para que se presentara ante la policía en Curitiba, a unos 417 kilómetros al suroeste de Sao Bernardo do Campo.
Lejos de ello, el dirigente se encerró con sus partidarios en el mismo sindicato metalúrgico que fue la cuna espiritual de su ascenso al poder en uno de los países con mayor desigualdad del mundo.
“La policía y los investigadores del ‘Lava Auto’ mintieron. Los fiscales mintieron”, dijo da Silva, aplaudido por algunos miles de seguidores.
“No les perdono que hayan dado a la sociedad la idea de que soy un ladrón”, prosiguió. Sin embargo, dijo que “voy a enfrentarlos ojo a ojo. Cuantos más días me tengan allá, más Lulas van a nacer en este país”.
Lula asistió por la mañana a una misa en memoria de su difunta esposa en la sede del sindicato metalúrgico en Sao Bernardo do Campo, un suburbio de Sao Paulo.
Sin embargo, el plazo se agotó y la policía se mostró reacia a entrar al edificio ante los miles de partidarios del exmandatario que esperaban en el exterior, lo que podría haber derivado en disturbios. El sindicato metalúrgico fue el lugar donde comenzó el ascenso al poder de Lula.
“La intención es no forzar la entrega a cualquier costo, sino seguir la orden de la mejor forma posible, con tranquilidad y sin un espectáculo mediático”, dijo el director de la policía federal, Luis Antonio Boudens, en un comunicado.
Dos fuentes cercanas a Lula dijeron a The Associated Press que el exmandatario no acudiría a Curitiba, sino que estaba considerando si esperar a la policía en la sede sindical o entregarse en Sao Paulo. Ambos hablaron a condición del anonimato al no estar autorizado a compartir deliberaciones internas.
Anna Julia Menezes Rodrigues, experta en derecho penal en Braga Nascimento e Zilio, dijo que la negativa de Lula a entregarse lo convierte en un prófugo. Esto supone que la ejecución de la orden judicial depende ahora de la policía federal, agregó.
La orden de detención de Lula se emitió el jueves, horas después de que el Supremo Tribunal Federal denegó por votación de 6-5 una solicitud de Lula de no ir a la cárcel mientras apela una sentencia que, según él, es solo una maniobra para impedir que su nombre aparezca en las boletas de las elecciones de octubre.
El juez federal Sergio Moro, considerado por muchos brasileños un héroe contra la corrupción por su labor al frente de la “Operación Autolavado”, condenó al exmandatario el año pasado por hacer favores a una constructora a cambio de la promesa de un apartamento en primera línea de playa.
El fallo fue ratificado en enero por un tribunal de apelaciones. Lula niega haber cometido delito alguno en ese caso ni en las acusaciones de corrupción en su contra que están pendientes de juicio.
POR: LOPEZ-DÓRIGA.COM