SERENDIPIA
Nuestros dreamers
DAZH es una adolescente nacida en Honduras y su historia ilustra las injusticias migratorias que le reclamamos al vecino y de las que somos muy capaces en México. Desde hace 9 años DAZH vive en México con su madre, LH, también hondureña, el esposo de su mamá y su media hermana, ambos mexicanos.
LH obtuvo la residencia permanente en abril de 2016, por lo que a DAZH le correspondía la misma condición, como menor de edad. Hasta ahí la ley. Hasta que topó con la realidad y en julio pasado, al iniciar el proceso para la regularización de DAZH bajo todos los requisitos legales, el Instituto Nacional de Migración exigió un documento firmado por el padre de DAZH otorgando la patria potestad o tutela a favor de LH.
LH respondió que hace años le perdió la pista al padre y solicitó al INM diera aviso del caso a la Procuraduría Federal de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes para que se resolviera atendiendo al interés superior de la niña. El INM negó la regularización de DAZH y ordenó su salida en treinta días.
“Lo que vivimos fue una aberración. Fue inútil explicar que su papá no existe. Para mi fue un acoso y una humillación,” dice LH.
Entonces hizo contacto con la organización Sin Fronteras, que tomó el caso y lo apoyó con fondos y asesoría legal. Preparó un recurso de revisión que no fue recibido por el INM, bajo alegatos de incompetencia, por lo que promovió un amparo indirecto ante juzgados de Distrito en Naucalpan.
Presentaron como pruebas los resultados de una entrevista entre una Juez y DAZH. Dicha petición se fundó en una tesis de jurisprudencia, por lo que se logró la intervención de una psicóloga de Sin Fronteras.
Las cuestiones más relevantes de la entrevista fueron las siguientes:
La jueza mostró interés en conocer a DAZH, sus gustos, inquietudes y dudas sobre la negativa del INM. DAZH explicó que su relación con su padre era nula, que su vida está en México y no en Honduras y que a quien ella considera su familia es a su mamá, su media hermana y su padrastro. Además le compartió que la orden de deportación había provocado ansiedad y preocupación en toda la familia.
El 27 de abril se sobreseyó el amparo, pero se dejaron a salvo los derechos de DAZH para intentar su regularización; existían dos vías para hacerlo: al cumplir 18 años, y por medio de residencia permanente por vínculo familiar, como una menor.
Por cuestiones de estrategia –y de justicia– y no obstante los altos costos de este trámite, dos días antes de que DAZH cumpliera 18, Sin Fronteras intentó la última vía, con exactamente los mismos documentos y requisitos que el trámite iniciado en 2016. Sorpresivamente no se hicieron requerimientos y el 13 de junio de 2017 se otorgó la residencia permanente.
Los vecinos del barrio, los amigos, los compañeros y los profesores del bachillerato se organizaron para reunir dinero que ayudara a los papás a pagar el documento, y los asesores legales promovieron un recurso de revisión en contra de la sentencia de la Juez, por lo que el 26 de octubre de 2017 el Cuarto Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Segundo Circuito amparó a DAZH en contra de la decisión del INM, que violó sus derechos al no observar el principio superior de DAZH ni dar vista a la Procuraduría Federal de Protección de NNA.
LH dice que desea que la historia de su niña sea útil para que no se repita. Son situaciones más comunes de lo que pensamos y las personas en situación de vulnerabilidad siempre son la más afectadas.
Tras la decisión, DAZH ha vuelto a sonreír. No es una figura literaria: durante cinco meses la orden de deportación hundió a la familia en un ambiente de no saber qué va a pasar con tu hija si llega la fecha fatal. ¿Qué hacemos? No hay nada qué hacer. Luchar. Nervios, poca hambre, tensión, mucho o poco sueño, llanto, mucha frustración, impotencia y básico: no rendirse. “Ahora mi sueño es poder ir a la universidad para ayudar a mi familia”, dice DAZH.