SERENDIPIA
La falange
Sin disciplina, los ejércitos son instrumentos inefectivos que requieren liderazgo para organizar su fuerza y concentrar poder. John Keegan, uno de los grandes historiadores de guerra en el mundo, ha contado que los griegos crearon la falange, una formación masiva y rectangular de hombres armados con espadas que ganó batallas utilizando fuerza y momentum en una ofensiva letal para derrotar adversarios en unos minutos.
Al luchar cuerpo a cuerpo, los guerreros de la falange generaba un intenso espíritu de lucha colectiva que contagió la vida cívica en Grecia. Hicieron época retratados como invencibles, pero como todos los ejércitos tenía el defecto de su fortaleza, que era la inflexibilidad.
Con el PRI hundido en tercer lugar de las preferencias electorales, el presidente Enrique Peña, jefe supremo de las fuerzas armadas, decidió relanzar la campaña de su partido parapetado en una formación ofensiva que evoca a la falange.
El presidente dio pistas del plan de guerra antes de que sucediera el destape del candidato del PRI, el 29 de agosto, en Los Pinos, cuando los diputados federales de su partido lo acorralaron gritando “¡Candidato! ¡Candidato! ¡Candidato!”, para animarlo a revelar el nombre del futuro ungido. Peña atajó el griterío definiendo su estrategia para ganar ante los secretarios de Marina y del Ejército:
“No tengan ninguna duda de que haré todo lo que me sea posible, dentro de los límites que la ley me permite, para impedir que Andrés Manuel López Obrador gane la presidencia”.
Seis meses después, el presidente Peña lanzó una primera señal de ataque letal. Ricardo Anaya, candidato de la coalición Al Frente por México y segundo lugar en las preferencias electorales, fue acusado por el gobierno de lavar dinero en la venta de una nave industrial.
Anaya ha sobrevivido 15 días bajo la tormenta desatada por el gobierno peñista. En ese lapso el nombre del panista ha sido escrito y se ha pronunciado miles de veces asociado a lavado de dinero. Considerando un tibio mensaje de respuesta en Twitter, el candidato no logró en un solo momento de todo ese tiempo desmentir, explicar o desactivar las acusaciones. La campaña parece haber conseguido su objetivo: manchar a Anaya y hacerlo ver como un corrupto.
Hace unos días escribía sobre el riesgo de que con esta embestida judicial, Peña, Meade y Anaya lograran convertir a Anaya en víctima y consolidaran su posición de segundo.
Hoy esa posibilidad parece debilitada. La razón es que Anaya, aliado del presidente en un pasado reciente como la elección del Estado de México, parece haber incurrido en otras acciones ilegales antes ignoradas o solapadas por el gobierno. Es posible que a finales de marzo estos misiles logren mandarlo al tercer sitio.
La única posibilidad de que Anaya sobreviva es atacar la debilidad de la falange de Peña: la ilegitimidad de la estrategia para revivir una candidatura. La elección de Estado se encuentra en marcha. En puerta, la más sucia de las guerras.