LA APUESTA DE ECALA
El México socialista
Durante el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas – 1934-1940-, una vez expulsado Calles de México, el PNR también lo sacó de sus filas, alegando que había “traicionado los ideales y principios del partido, además de conspirar en contra de las Instituciones”
Para que el General Lázaro Cárdenas se diera la oportunidad, una vez libre de la opresión callista, de dirigir al país, debía concentrar la jugada maestra posterior a la expropiación petrolera: consolidar el proyecto de partido, del PNR, a razón de que dejara de ser una confederación de partidos, como en su principio lo pensó Calles, ahora tendría que aglutinar a gran parte de los sectores que participaban en la vida nacional.
Así, integró a los trabajadores – CTM- al partido, lo mismo que al ejército, a los campesinos -CNC- y a la clase media que eran los trabajadores de gobierno, la FTSE.
A un sector de la sociedad no le gustó esta partida, en la cual, en vez de hacer solidificar un futuro económico y afianzarse de las políticas internacionales – como el estadillo de la segunda guerra mundial- y siendo ahora México dueño de sus propios destinos, como el ser ya propietarios del petróleo, un sector de la sociedad acusó al General Lázaro Cárdenas, de comunista y de ideas socialistas.
Así, grupos se hicieron notar alzando la voz, y haciendo a la vez, de contrapropuesta, ante un inminente futuro de crecimiento de las políticas comunistas o populares, no solo en México, sino a nivel mundial, y el sector privado poco aprovechado, o hecho a un lado, porque representaba a una mayoría “burguesa” según palabras del propio presidente Cárdenas.
En 1939 Manuel Gómez Morín funda el Partido Acción Nacional, siendo los pilares de este nuevo partido lo económico, político y social, busca un orden jurídico siendo la persona parte fundamental de este proyecto, a quienes de inmediato localizaron a este partido dentro del ala del humanismo, bajo la mirada de la conciencia ciudadana.
Incluyó en este proyecto Morín a empresarios católicos, dispuestos a contrarrestar el proceso, que a tiempo se veía, de las políticas comunistas de Cárdenas.
A la vez, ya tenía tres años de haberse fundado la Unión Nacional Sinarquista, que venía de los grupos de choque de jóvenes católicos, aquellos que tenían aún un sentido en contra del sistema callista, sin saber necesariamente que ya había sido expulsado el máximo líder.
Cabe mencionar que Cárdenas, en seis años de presidente, tuvo un periodo que dejó claro los términos a tomar en cuenta, para lo que hoy mismo inclusive, logramos vislumbrar, dos Méxicos.
Por un lado el México populista, el del soldado de la revolución mexicana, sentado en un partido, el PRM – que despuesito sería el PRI-, en donde se gestan los obreros y los campesinos, los burócratas mexicanos y el propio ejército, un conglomerado que dio Cárdenas, a un sector que se le tomó en cuenta y se le empoderó.
Por otro, el México empresario, en contra de las decisiones populistas, de aquellos que como patrones se les dejó claro que la única forma de convivir con el PRM era generando fuentes de trabajo, por supuesto, con todas las agravantes de una ley laboral, con pocas oportunidades al patrón.
A esto aumente, estimado lector, la fuerza de los sindicatos, principalmente el petrolero, que ganó batallas laborales y de beneficios, que eran el fruto de la venta de petróleo durante la segunda guerra mundial.
¡Ahí nace el mito de Cárdenas!, el luchador que venció a los extranjeros al expropiarles el petróleo, que reunió a los trabajadores en un sector de igual a los campesinos, el ejército, los sindicalizados, las clases medias burócratas y que descansaría este mito, en la lucha por la igualdad socialista, dentro de un sistema que se definía como popular, tal vez, para no causar malestar a los vecinos del norte.
¡Nada más cercanos a los ideales revolucionarios!
Era el pensamiento de todos los soldados que cayeron en aquellas luchas de sabor a sepia y polvo, que, logrados en la Constitución del 17, solo hasta finales de los años 30´s se vieron coronados los cachorros de la revolución.
¡ya no había caudillos! Cárdenas los difuminó.
Para el 22 de septiembre de 1936, Cárdenas nacionaliza a las compañías extranjeras de Luz de México, toda la infraestructura de las industrias de comunicación y energías eléctricas, otorgándole el control al Estado, ¿el motivo? ¡el pésimo servicio eléctrico a los mexicanos!
18 millones de hectáreas repartió Cárdenas a los campesinos, pendiente de cumplir la promesa de Zapata, que representaba el 46% de los nuevos ejidos nacionales, dotando de actividad económica al país, con la fundación del Banco Nacional de Crédito Agrícola y el Banco Nacional de Crédito Ejidal.
El reparto se dio tanto en el norte del país, como en la propia península de Yucatán, tratado de terminar con los latifundios que explotaban a los campesinos en la fabricación del henequén en Mérida, por citar un ejemplo.
Cárdenas es pues, el presidente de México que resumiera en su persona, toda la perspectiva del pensamiento revolucionario, desde los mismos hermanos Flores Magón, hasta el propio Calles, quien veía el crecimiento del país, desde la barrera.
En este tiempo, surgen ya los candidatos a sucederle, tomando en cuenta que el propio Cárdenas, no deseaba repetir las intromisiones su antiguo jefe: Calles.
¡y que decir de la reelección! ni pensarlo.
Manuel Ávila Camacho, egresado de la escuela nacional preparatoria, perteneció a los ejércitos de Madero, quien, teniendo 18 años, enfrenta a Huerta en crudas batallas, no obtuvo ningún estudio universitario.
Le tocó apaciguar ejércitos cristeros en Michoacán, Guanajuato y Jalisco, reconocido por ser un hombre duro y cruel en la ejecución de las órdenes, sosteniendo siempre su lealtad a la República.
Participó en las batallas en contra de los ejércitos escobaristas, siendo parte fundamental de la derrota de estos, por el alto sentido de ejercicio de orden que sostenía.
Un verdadero militar de carrera, por ello fue secretario de Guerra y Marina con Cárdenas, -siendo la última vez que ese puesto se llamó así, después sería Secretario de la Defensa Nacional-
Ávila Camacho contendía por elecciones internas del PRM contra el también General Juan Andrew Almazán -quien era apoyado por el propio fundador del PAN, Gómez Morín- y Francisco J. Mújica, -algunos autores escriben Múgica-
Cárdenas al expulsar a Calles, también se dio por cambiar el nombre del Partido Nacional de la Revolución PNR, al Partido de la Revolución Mexicana PRM – 1938-, quien, en estas elecciones de 1940, su candidato fue el general Ávila Camacho.
Por supuesto que el general Lázaro Cárdenas opta por Ávila Camacho, aunque la opinión pública daba la continuidad de proyecto al General Almazán, pero como este ya se sentía en el puesto, pues a la nueva usanza: ¡lo bajaron!
Almazán se molestó tanto que abandonó al PRM, claro no sin antes dar un discurso y recordarles todos los principios que se estaban violentando por esta decisión, lo que le costó “macanazos” a quienes le escuchaban en el mitin y agarraron a tiros al propio candidato interno, solamente ahuyentándolo.
Pero en enero de 1939 movimientos pro Almazán surgieron por todo el país, y decidió Almazán una candidatura independiente, en entrevista con el propio Cárdenas – después de los macanazos- el presidente le dijo:
“que sea el voto del pueblo quien decida al ganador”
Para septiembre de 1939, Almazán había fundado el Partido Revolucionario de Unificación Nacional, que lo conformaban algunos hijos de Zapata, y veteranos de la revolución, militares de carrera, carrancistas, el propio hijo de Calles, y la esposa de Cedillo, a lo que la prensa llamó “El partido de los cartuchos quemados”, por la edad de los agremiados.
Cárdenas había elegido a Ávila Camacho con la fórmula del México Socialista: voto del sector obrero, del ejército y del sector popular, dando tres de cuatro que necesitaba para un candidato duro, quienes le soportarían en el plan sexenal, basado en las propias reformas de Cárdenas.
El otro restante era el sector campesino.
El 1o de noviembre de 1939, en convención nacional del PRM, sale electo el general Manuel Ávila Camacho.
Luis Napoleón Morones Negrete, le juega mal a la CTM y retira el apoyo a Ávila Camacho y lo manda hacia Almazán, además de un Partido Independiente de Ferrocarrileros Patriotas, quienes se unen al candidato. El 90% de los petroleros de Tampico y Veracruz habían dado a favor de Almazán en reuniones sindicales.
Los discursos de Almazán arremetían de llenar de temor a los mexicanos acerca de convertir a México en un país comunista, o sea Rusia, o decidir, si se quería a Zapata o a Stalin.
¡Cómo no lo iban a agarrar a macanazos diciendo eso! ¡por Dios!
El proyecto de Ávila Camacho era el de convertir a la educación en socialista y el de Almazán de la libertad en la educación.
Tanto Ávila Camacho al final de las campañas, como Almazán, coincidían en sus discursos en tres cosas:
Armonía entre las clases sociales, protección a los pequeños propietarios, fin a la guerra contra la Iglesia Católica -en discursos ante miles de personas lo decían los dos- Inversión Extranjera y mejoras salariales. El Universal 7 de febrero de 1940.
Con 2,476,641 votos a favor gana Manuel Ávila Camacho, al candidato opositor del sistema Juan Andrew Almazán, quien obtuvo 151 101 votos.
¡Y México se volvió socialista!… ¿o no?
¿Qué me cuentas a mí que se tu historia?
Luego entonces amigo lector, no nos quejemos del México que estamos viviendo, porque en ello quede claro: ¡Tenemos el País que queremos!? Esa es mi apuesta ¡y la de Usted?…