SERENDIPIA
Se va Osorio
El secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, pasa sus últimos días en el estratégico cargo recibiendo informes negros sobre la seguridad pública en la mayor parte del país. En Coatzacoalcos, Veracruz, solo por citar un caso bajo su jurisdicción que pudo evitarse, dos personas intentaron quemar la casa de los familiares de Gregorio Jiménez de la Cruz, asesinado en febrero de 2014, como miles de periodistas y de jóvenes y de profesionistas en el país.
Mientras Osorio prepara su carta de renuncia para hacer campaña al Senado, en días recientes escuché replicar aquí y allá la ubicua cita Rulfiana: “Osorio se va y el país en llamas”.
En un amplio sector del mundillo político priista existe la idea de que Osorio se merecía la candidatura porque representaba al priismo tradicional necesario para reanimar a una alicaída militancia y defender el legado del gobierno peñista, que a juicio de ellos ha dado resultados y representa la posibilidad de una nueva etapa de desarrollo nacional.
Pero la pregunta con aires Rulfianos se reitera, terca y necesaria: ¿Por qué se va Osorio cuando el llano está en llamas?
Violaciones. Feminicidios. Secuestros. Extorsiones. Tráfico de personas. Asesinatos. Desapariciones. Miles de desplazados. Una sociedad rota. Un tejido social desecho. Narcotráfico. Robos. Asaltos.
¿Osorio pensó en quedarse para asumir la responsabilidad que le corresponde en este momento crítico que vive el país ante tanta sevicia e impunidad?
Hay quienes esgrimen como argumento que el hecho de que la candidatura del PRI recayera en Meade “inhabilita” a Osorio para seguir a cargo Gobernación, con el control del aparato de espionaje y de la seguridad nacional que Osorio recuperó para la institución este sexenio, después de que Calderón la extrajo de la dependencia emblema del poder político que hasta estos días ocupa el Palacio de Cobián. Si nos atenemos a los números y los hechos que pintan de sangre el país, Osorio nunca estuvo habilitado por su permanencia en Gobernación, en donde la inseguridad nacional creció y creció hasta convertirse en el incendio que tenemos ante nuestros ojos. Aunque no queramos verlo.
Volviendo al argumento de que Osorio Chong se merecía la candidatura: ¿De dónde? Ni más ni menos que Meade, hablando de resultados. Con Meade la economía no creció, los precios de la gasolina y del gas y de otros productos se fueron a las nubes, y con Osorio la violencia ha tocado nuevos abismos.
Las cuentas que entregará Osorio no son buenas, a través del espejo por el que se mire el delicadísimo tema de la seguridad pública.