DEL ZÓCALO A LOS PINOS
Oaxaca: unidos frente a la adversidad
Por Oaxaca y por nuestros hermanos todos unidos en la adversidad; ocurrido el terremoto no puede llamársele de otra forma, su intensidad lo valida, a medida que han ido transcurriendo las horas y los días se está conociendo la magnitud de la tragedia; la región más golpeada por la furia de la naturaleza que manda mensajes cada vez más contundentes fue el Istmo de Tehuantepec; Juchitán, ciudad emblemática, se convirtió en el centro de la atención mundial, en el referente de lo que también sucedió en Tehuantepec, Reforma, Unión Hidalgo, Salina Cruz, Ixtaltepec, San Juan Guichicovi, San Dionisio, Chicapa de Castro y muchas más poblaciones de las que poco a poco se fue teniendo conocimiento de la devastación y requiriendo de más y más apoyo. El sábado las fuentes oficiales reportaban hacia las 17 horas, 770 replicas, algunas de no poca intensidad que siguieron ocasionando el derrumbe de edificios ya dañados; a las 22:07:21 del mismo sábado ocurrió un nuevo sismo de 5.6 grados, con epicentro 116 kilómetros al sureste de Salina Cruz.
Hasta el sábado al medio día se reportaban 65 víctimas mortales, la mayor parte de ellas ocurridas en nuestro estado; en medio de la crispación se van conociendo de actos de heroísmo, muchos de ellos se quedarán en el anonimato, pero no por ello son menores; en redes sociales se comentaba que en la Séptima Sección de Juchitán, Josué un niño de 11 años había sido rescatado, sobrevivió más de 24 horas; por la noche se daba a conocer que la cifra de fallecidos sólo en Oaxaca era de 71; es muy posible que al día de hoy tal número, lamentablemente haya aumentado; se informaba que los festejos patrios en Oaxaca se suspenden por respeto a las víctimas; el gobierno de la República decretaba “en su memoria y en solidaridad con sus familias 3 días de Duelo Nacional”. El apoyo internacional se ha hecho presente; Majo Siscar nuestra admirada compañera en Fórmula Fin de Semana desde Barcelona tuiteaba cuando se comenzaban a conocer cifras “32 ya…Estaban más cerca del epicentro y más lejos del poder: Oaxaca y Chiapas son estados pobres con altos niveles de abandono”.
A la pérdida de vidas humanas, lo más lamentable e irreparable; hay que sumarle el costo económico de la devastación; sólo en Juchitán, en una primera aproximación se consideran varios miles de casas dañadas; versiones de amigos y personas cercanas a nuestro afecto nos han comentado de la casi destrucción de sus casas construidas de adobe con endeble cimentación; “no se nos vino encima y se ha derrumbado –mi casa- porque Dios es grande” me dijo con voz entrecortada Juan José hijo de un primo de mi padre; poco a poco se están recogiendo las narrativas del momento en que a miles les cambió la vida; quienes cenaban en familia, estudiaban, no faltaron a quienes se le “bajó” el efecto de la juerga y quien fue sorprendido en brazos de Morfeo…o de Eros..
La crónica de El País se iniciaba dibujando el sentir colectivo “En Juchitán, la gente quiere que no haya pasado lo que pasó. En el sur de México están acostumbrados a las inundaciones. Hoy mismo, sábado 9 de septiembre, el río Los Perros apura el cauce y pasa un palmo y medio encima del puente que junta las dos mitades del pueblo. El agua no es para tanto, los vecinos conocen el río, saben cuándo crece y cuándo baja un hilo de agua, cuando no pasa nada y cuando hay que salir corriendo. Pero los terremotos…”ojalá (decía la señora Andrea Guadalupe) que no hubiera pasado lo que paso”.
Conversando por la madrugada del domingo con Roberto Molina me comentaba, de acuerdo a la información por él y los compañeros de “Libertad- Oaxaca.info” recabada, que la situación en la región es alarmante “no hay luz, no hay agua –potable-, no hay alimentos, muchos lugares están incomunicados y las lluvias pueden ocasionar nuevos derrumbes de casas”; repasando la destrucción en Juchitán, incluyó el Templo del siglo dieciséis de San Vicente Ferrer, del que –me dijo- “un hermano de Porfirio Díaz le cortó la cabeza al santo”. Reflexivo y crítico apuntó “Andrés Manuel, anda en Cantabria, si tuviera sensibilidad ya hubiera suspendido su gira y vendría a Oaxaca, que es de los estados que más lo ha apoyado”; ponderamos su iniciativa de retar a los diputados a aportar un mes de dieta para los damnificados, me comentó que a esa hora todos los –diputados oaxaqueños- del PRI, PRD, VERDE, PAS y dos de Morena ya habían aceptado su propuesta; lamentó “la apatía, la lejanía” de las organizaciones sociales “que sólo saben pedir” y en particular del magisterio; en contraparte ponderamos la respuesta de la sociedad civil, que se ha volcado en la solidaridad y en particular la presencia del gobernador Alejandro Murat en la zona devastada, quien se ha puesto al frente del rescate y el apoyo a la población afectada, actitud humana, sensible y digna de reconocerse.
No es la primera vez que Oaxaca enfrenta el enojo de la naturaleza. En el siglo pasado, el 14 de enero de 1931, hacia las ocho de la noche un terremoto de 7.8 grados, que duró 3 minutos con diez segundos, prácticamente destruyó la Ciudad de Oaxaca, las crónicas dan cuenta de un número no determinado de cientos de muertos. Y Oaxaca resurgió, más digna y más señorial.
Hoy, frente a este nuevo reto, no menor, la unidad de los oaxaqueños que somos más, muchos más, frente a la adversidad se ha hecho presente; reconforta y alienta la oleada de apoyo que nuestros hermanos reciben; la suma de esfuerzos al margen de colores, simbolismos y visiones.
Para la historia como testimonio de un pueblo que no se rinde, quedará la imagen de la bandera nacional ondeando sobre los muros derrumbados del Palacio Municipal de Juchitán. En redes escribieron “Se cae todo, menos la sonrisa, por eso la sandunga es inmortal, ¡por eso en Oaxaca! ¡DIOS NUNCA MUERE!…lo suscribo.
¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?