DEL ZÓCALO A LOS PINOS
Contaminación Y Soberbia Del Fútbol.
Soy de la generación de los sesentas, para la que el fútbol -por lo menos en la hermosa provincia mexicana de Oaxaca- era una religión; desde que recuerdo tener uso de razón el balón fue compañero inseparable; en la primaria formamos el “Real Minerva” -nombre de la escuela particular creada y dirigida por el Maestro Guillermo Mondragón Gómez- a la que asistíamos. El Capitan del equipo era Eduardo Ramírez Hernández -hermano de Carlos Ramírez, al día de hoy uno de los analistas políticos que más respeto- cuyo padre Don Emiliano era nuestro principal patrocinador; aún conservo la foto del equipo el día de la inauguración de uno de los varios campeonatos en que participamos acompañados de nuestras madrinas; acudir domingo a domingo al campo Venustiano Carranza a jugar era nuestro mayor motivo en aquella etapa de nuestras vidas, además de oir misa de ocho en la Iglesia de la Merced dedicada a los niños Tarsicios, grupo de oración y de acólitos del rosario formado por el padre José Miguel Pérez Garcia.
Nuestra pasión por el futbol la completábamos disfrutando de las hazañas del personaje creado por Joaquín Cervantes Bassoco que vía una revista editada en blanco y negro semana a semana esperábamos con disimulada emoción; se trataba de un futbolista enmascarado, El Pirata Negro, estrella del Necaxa, quien se enfrentaba a rivales deportivos en la cancha y enemigos fuera de ella como el Rorro, el abogado Johnston, el licenciado Zepeda o el Chato Gómez. Aquellos que pretendían corromper y controlar el futbol, en suma luchaba contra las mafias deportivas; Una mezcla muy particular entre futbol e historieta de superhéroes en la que el Pirata Negro nunca se quitaba el antifaz; su identidad era secreta pues inclusive en su guarida y con su fiel mayordomo llamado El Güero, el pirata nunca se despojaba de su negra máscara.
Habrá que agregar que la misión del Pirata Negro era más complicada que el hecho de jugar futbol con máscara; la revista tenía una faceta policiaca en la que el héroe llega a ser hasta sádico con los malhechores que enfrenta. Una característica peculiar era que el pirata tenia un pequeño ejército de clones que funcionaban como agentes suyos, éstos no tenían nombre, solo respondían a un número. Un recurso que utilizaba el autor para poder “matar” a su personaje al final de un ejemplar, dejar picado al lector para en la siguiente edición revelar que se trataba de un agente clonado y el verdadero pirata llegara a salvar el día, anotar goles y ganar los partidos.
Ya en la Universidad, a pesar de las nuevas emociones que comenzamos a experimentar; nuestra pasión por el fútbol no amainó. Admiradores del fútbol brasileiro formamos el Madeiras, el Botafogo y el Fluminense; en las ligas mayores seguíamos las hazañas, del Pirata, el Chino Rios, Chente Ziga, el Tacache, el Gato Mendoza, Arnaldo, Undiano Puga y tantos más que escapan a la memoria, integrantes del “Real Prepa” y el “Universidad”; memorables y recordables son las piedrizas en que derivaban los encuentros con el equipo de la Vocacional; de aquella época el “Santo Domingo” comandado por Camilo era otro equipo emblemático.
Como si se tratara de un “mundo raro” llegaban por la radio y la prensa, las crónicas del Campeonato Mundial de 1962 en Chile; se inició perdiendo 2-0 frente a Brasil, partido en el que debutaba quien llegaría a ser el rey Pelé; entre brumas recuerdo la foto de la “Tota” Carbajal llorando y abrazando el poste luego del gol de Peiró en el último minuto con que nos derrotó España; y el festejo nacional que motivó el triunfo de 3-1 frente a Checoslovaquia; del Mundial del 66 no tengo mayor recuerdo salvo el gol de Enrique Borja a Francia.
Y así llegamos al Mundial del 70 en México; todo un acontecimiento; invitado por mi amigo Rafael Morales una noche abordé el ADO y me fui a México; en su casa por los rumbos de Copilco, pintamos nuestro sombreros, con dos cuasi troncos -literal- hicimos una manta con los colores de la bandera y nos fuimos al estadio Azteca a la inauguración; el empate a cero con Rusia no estuvo mal, además del espectáculo; luego vino la goleada a El Salvador, en particular recuerdo los goles del “Cabo” Valdivia y de Nacho Basaguren; la locura llegó cuando el “Halcón” Peña anotó de penalty frente a Bélgica el gol que “nos” daba la calificación; el Azteca se convirtió en una monumental antorcha; luego el recorrido por Insurgentes hasta el Ángel; todos cantabamos, coreábamos el México, México, los nombres de los “héroes”, nos abrazábamos y no faltaba quien intentara ligarse a la chica del carro de junto. Me cae, era otro México. Luego la realidad llegó en la siguiente ronda con el 4-1 que nos endilgó Italia en la Bombonera.
De aquellas décadas, los sesentas, se agolpan en la memoria los equipos que dominaban ya desde entonces el escenario; por supuesto las “Chivas” del Guadalajara, América, los Pumas de la Universidad, el Cruz Azul, Necaxa, con fama de aguerridos el Atlante y el Zacatepec; en cuanto a jugadores, comenzaríamos por Chava Reyes, Hector Hernández, el Tigre Sepúlveda, Chololo Díaz, Tubo Gómez, Nacho Calderón, Jamaicon Villegas, Moacyr Dos Santos, el Perro Cuenca, Nájera, Alfredo del Águila, el Chatito Ortiz, Zague el lobo solitario, Raúl Cardenas, El gato Marín, Ataulfo Sánchez, Pancho Majewsky, Alejandrez, el Centavo Muciño, Horacio Sánchez Salgado, Fragoso, Juan Bosco, Antonio Mota, el Monito Rodríguez, Pereda, Arlindo -que anotó el primer gol en el Azteca-, Cisneros, Muñante, el gansito Padilla, Carlos Reynoso; y por supuesto Antonio la “Tota” Carvajal y Enrique Borja; de todos ellos y muchos más podemos decir que amaban la camiseta, jugaban con pundonor, se partían la madre y dejaban el alma en la cancha.
La gran interrogante es ¿dónde y cuándo la mística, la casta, la honestidad profesional se perdió? No hay una fecha exacta; yo tomaría como referencia la lapidaria crónica de Francisco Ponce y José Berrenechea enviados de Excélsior al hexagonal de Haití, sobre la eliminación para asistir al Mundial de 74 celebrado en Alemania, de los, desde entonces llamados “ratoncitos verdes”, frente a Trinidad y Tobago; “11 voluntariosos trinitarios recogieron el cadaver del futbol mexicano, lo depositaron en un ataúd y desengañaron a millones de mexicanos que hasta hoy creyeron en el mito de su fútbol. Trinidad exhibió el atraso de la selección mexicana, cuyos jugadores no resistieron la prueba: tan solo raspar con un dedo el plumaje de salarios estratosfericos, de publicidad desmedida y de elogios desmedidos a los jugadores y afloró todo lo que en realidad es la Selección Nacional”.
Desde ahí los fracasos se sucedieron, incluso en el Mundial de 1986 donde México sucumbió en cuartos de final por un arbitraje amañado a favor de Alemania; en 78 en Argentina el ridiculo, 3de3 derrotas incluyendo el humillante 6-0 frente a Alemania; en 82 eliminados para acudir al Mundial de España; en el 90 vetados por los “cachirules”; a partir de 94, 98 y de los Mundiales de este siglo, los intereses y malas decisiones de Mejia Barón, Aguirre, Lavolpe y demás, sumados a la manipulación televisiva y el protagonismo y veleidades de las “figuras” han redondeado las derrotas.
En contraste, equipos, directivos, entrenadores, promotores y jugadores, son una casta privilegiada, para ellos los negocios son la premisa fundamental; se amañan partidos, las Televisoras y representantes deciden quién juega, horarios, sedes; los jugadores viven para ganar dinero, evadir impuestos, publicitar desde condones hasta líneas aéreas y por supuesto artículos deportivos; divertirse a lo grande antes y después de cada partido; Son espectaculares las “fiestas de los seleccionados “, las que han trascendido, los desmadres y broncas que arman, para muestra ahí está la tragedia de Cabañas.
Convertidos en estrellas mediáticas, perdidos en el inmediatismo de la fama, la soberbia causa estado en las estrellas; los procuran políticos, empresarios, grupos y todo tipo de personajes; en un mundo globalizado y en donde para mal los negocios de dudosa procedencia son recurrentes no debe extrañar lo que le ocurre a Rafael Márquez.
Ahora en la soledad del momento que vive, tendrá que aclarar si se perdió en la vorágine de la fama y lo utilizaron o las evidencias demuestran lo contrario. De cualquier forma su caso ya da para reemplazar en corto tiempo la narco novela que ocupa al día de hoy el horario estelar del Canal de las Estrellas, Televisa, una de las grandes promotoras y usufructuarias del fútbol mundial.