LA APUESTA DE ECALA
Celebremos lo indígena
Hoy en día amable lector, si Usted se siente de sangre azul, ¡no me lea!, o es de aquellas personas que se siente de ojos verdes y con dejo de ser europeo o sajón, hágame el favor de, sólo por esta vez, no hacerme el favor de seguir estas líneas.
Y es que el 9 de agosto de este año, injustamente, conmemoramos a los pueblos indígenas, y a menos que alguien de Suecia nos observe, en México, lo morenito de nuestra piel, no es un estado mental… ¡es una realidad!
Dar un día para acordarnos de nuestras raíces, es hasta ofensivo y lleno de una grave falta de sensibilidad, acerca de nuestra historia, de nuestra cultura, y de todo aquello que construye la antropología de nuestro pueblo.
Sin ser chauvinista (exageradamente presumido de nuestras raíces) nuestro México lindo y querido, se identifica, por un concepto arraigado, y culturalmente definido: el malinchismo.
El malinchismo viene de nuestra primera intérprete de lenguas indígenas y el español, nuestra histórica Malinche, que había aprendido el español de aquellos peninsulares que doce años antes de la llegada de Cortés a Veracruz, ya se habían estrellado, viniendo en una barcaza de lo que hoy es Cuba, en Tulum, y solo sobrevivieron dos ibéricos.
Uno de ellos se hizo esclavo, y el otro, se casó con una princesa maya, ese que se casó con la princesa maya, fue quien enseñó a la Malinche el español, por eso cuando llegó Cortés, se encontró que esta mujer, sabía el idioma.
El término Malinchismo viene de esa raíz, de quien saca provecho y alaba las condiciones de los ibéricos, o cualquier extranjero, a la par de no respetar nuestras culturas y raíces.
Hoy, en tiempos mismos de la globalización, de la movilidad, de la aldea global y de los homoglobalifóbicos -por cierto, neologismo del Dr. Zedillo, cuando presidente de México- hablar del malinchismo va perdiendo fuerza… igual que nuestros indígenas.
Cuando alguien dice que el 9 de agosto celebramos a los pueblos indígenas, debería de recordar, que el pueblo indígena es en su totalidad, el México que vivimos.
Porque todos venimos de ellos, porque todos heredamos el color de nuestros ojos, de nuestra piel y de nuestra tierra.
Los cantos a la Suave Patria, del abate Ramón López Velarde, evoca los campos indígenas y la raíz de nuestra gente.
Cuando las personas hablan de México, el que vive en la urbe y rodeado de los dineros, y los beneficios de la ciudad, olvida por completo el campo, la tierra, las bases.
Y dejamos a nuestros indígenas, como personajes del paisaje urbano, en simples vendedores de la muñeca Ñañú, o las servilletas de punto de cruz… y en el peor de los casos, en chicos vendiendo mazapanes, en las esquinas de los semáforos.
Deseo simplemente recordar, que los guerreros aztecas, mayas, olmecas y toltecas, era su color de piel, del mismo que hoy vestimos la mayoría de los mexicanos.
Los ejércitos de Hidalgo, de Morelos, de Juárez y de Porfirio Díaz, eran de indígenas; nuestros soldados de México y nuestras orgullosas fuerzas armadas, se nutren de esta raíz, completamente nacional, que cubren sus días y los de Usted, amable lector, por cuidarnos en esta lucha contra la delincuencia.
México se forja y se enriquece, en este crisol, de la sangre de estos Pueblos Indígenas, que pasan en algunas veces, como simples curiosidades de nuestra actualidad.
¡como una carta de presentación para el turista de otros países!
¡así nos la jugamos con nuestros hermanos mexicanos!
En México la pobreza tiene cara de indígena; los problemas de las autoridades tienen cara de estudiantes rurales, los votos de los políticos tienen cara de mujer de falda de tehuana y hermosas trenzas.
El candidato se toma fotos con nuestras madrecitas indígenas, como para desagraviarse.
El miedo de Trump, tiene el color de la raza de bronce.
¡así nos las gastamos!
En México hay, números más o menos, 127.5 millones de mexicanos, de esta cifra, el 6.5 % hablan una lengua que no es el español, ni tampoco el inglés o el franchute, sino una lengua indígena, que son algo así como 8.2 millones de nativoparlantes.
El 45 % de la cifra anterior, es mayor de 30 años, y 23.6% son niños y niñas.
El Nahuatl, el Maya y el Tetsal, son las lenguas indígenas de mayor predominancia en su habla actual, y estos a su vez, se derivan en otros subsistemas y variaciones de lenguajes.
En todos los Estados de la República existen comunidades indígenas, sin excepción, claro que en unos mayores sitios de población, como Oaxaca, Yucatán y Chiapas, entre los tres primeros.
Solo en Oaxaca hay 32.5% de la población total.
De cada 100 mexicanos de pueblos indígenas, solo 15 personas están afiliadas a algún sistema de salud del Estado, cuando la Constitución establece la obligación de cubrir este sector, al total de la población.
Las mujeres en edad de tener hijos, está entre los 14 años y los 30, así como promedio tiene 3 hijos, aunque se han encontrado coasos, de mujeres de 49 años, aún en etapa reproductiva, y el hogar vive las condiciones tradicionales de estos pueblos, tanto en el uso y la costumbre, como en la aplicación de sus propias leyes.
Emigran de las poblaciones altamente pobladas de estos pueblos indígenas, como Oaxaca y Guerrero, y los reciben ciudades como la de México, por este movimiento se convierten en inmigrantes, y es alta la población que se asienta en la ciudad.
Por esta característica de inmigración, una vez que se adaptan a la ciudad, logran emigrar a Estados Unidos, siendo presas fáciles para el crimen organizado, trata de personas y explotación laboral y sexual.
Mientras que los niños y niñas mexicanos que no habitan estos pueblos indígenas asisten a la escuela un 96% de la población total, los chiquitines indígenas en sus escuelas rurales asisten un 64% de su población total
23% de los jóvenes mayores de 15 años son analfabetas, en estos pueblos indígenas, pero a su vez, se activan a la vida laboral, sea en empleado, obrero, jornalero, peón o trabajador sin pago.
Para dar un ejemplo, un empleado obrero que no bien de un pueblo indígena tiene un 97% de opción para encontrar trabajo, y un indígena, tiene para encontrar trabajo, un 62% de posibilidades.
Aprovechando esta condición algunas especialidades laborales, que los contratan y no les pagan… ¡aunque Usted no lo crea!
¿Usted amable lector que razón le da nuestros pueblos indígenas?
Luego entonces amigo lector, no nos quejemos del México que estamos viviendo, porque en ello quede claro: ¡Tenemos el País que queremos!? Esa es mi apuesta ¡y la de Usted?…