La semana pasada me referí aquí a la necesidad de luchar en pro de la unidad de los mexicanos aprovechando su talento y su rica diversidad, producto de la mezcla de sangres y culturas recibidas del mundo entero. Insisto en ello indignado por el racismo que difunde dolosamente la 4T, para dividirnos, confrontarnos y manipularnos. Pero buscar esa unión para enfrentar los desafíos nacionales no implica ceder ni una milésima en la crítica que los gobernados debemos hacer valientemente ante los trucos y crímenes de nuestros gobernantes.
Además, es menester considerar que la mentira más nefanda es la que proviene de las autoridades con el propósito de provocar rijosidad entre los mexicanos por cuestiones étnicas. Y es más perniciosa cuando esa falsedad se socializa, lo cual implica una depravación colectiva.
Un caso evidente es el embuste oficial sobre la grandeza de México: afirman que deviene exclusivamente de lo heredado por los “pueblos originarios”. Se nos dice que en ese pasado todo era armonía, paz, civilización y grandeza. En síntesis, un paraíso destruido por 480 españoles que doblegaron a cerca de 5 millones de indígenas, dejando sólo muerte y destrucción. Ocultan que los tlaxcaltecas y otros pueblos se unieron al conquistador para salvarse del horror azteca.
¡Y lo vociferan en español desde el Palacio Nacional que construyó Hernán Cortés!
Quien de manera más siniestra lo difundió desde la presidencia fue un vil descastado, nieto de español, sin haberse provocado hemorragia alguna para presumir su pureza de sangre autóctona.
Y como ese racismo les resulta útil, ahora lo utiliza para pavonearse la hija de Annie Pardo Cemo, nacida ésta en Bulgaria el 6 de junio de 1940, y de Carlos Sheinbaum Yoselevitz (alias Carlos Díaz por ser secretario de la Juventud Comunista de México) nacido el 25 de febrero de 1933 en Guadalajara, cuyos padres fueron Chone Juan Sheinbaum Abramovitz y Emma Yoselevit Bruk, judíos nacidos en Lituania.
Esa descendiente de extranjeros sigue atizando resentimientos con la misma historia maniquea. Afirma que “la grandeza de México se sustenta en los pueblos originarios, en las culturas originarias que nos heredaron a las y los mexicanos”. Y dice en español la media verdad que mutila a la nación. La grandeza de México se sustenta en las diversas y ricas culturas y tradiciones de Mesoamérica, España, África y de muchos otros pueblos del mundo. Y si la presidentA (con A) actuara con probidad, también aportaría a la grandeza nacional la única sangre que corre por sus venas: totalmente búlgara y lituana, lo que nada le resta para ser mexicana.
Y para despedir el año con un poco de ironía hago mío el simpático mensaje que aparece en las redes sociales: A los que ofendí en el 2025 traten de mejorar para no tener que ofenderlos en el 2026.





