La respuesta de la Presidenta ante el crimen del Presidente Municipal de Uruapan parece que fue dictada por sus peores enemigos y ella cumplió el guion, ahora sí, con una precisión científica. Su respuesta fue: deplorable, vil, catastrófica; arriesgándome a ser calificado como “buitre”, pero la Sheinbaum se exhibió en todas sus limitaciones: lenta de reflejos, reaccionó después de más de diez horas del crimen; insensible e inhumana, los críticos sólo buscan: “Un pequeño argumento para irse contra el gobierno” ¿Es “pequeño” un crimen, después de ser denunciado y advertido por la víctima? Torpe políticamente, estaba más preocupada en que se revisaran las redes sociales: “Es necesario saber quién impulsa las tendencias y con qué dinero”, que se investigara a los autores intelectuales. Repartió culpas y pretextos con la rapidez que el asesino disparó las balas. Trece años después de dejar la presidencia, para ella Calderón es el principal responsable. El asesinato de Manzo no es prueba del cinismo y crueldad de los delincuentes que actúan convencidos de su impunidad, sino herencia de un expresidente. Lo ilógico de la tesis no merece comentario alguno. La Presidenta no solamente fue intolerante ante cualquier crítico, sino que incluso tiene una bola de cristal capaz de adivinar las intenciones, dijo: “¿Realmente les importa Uruapan? ¿Les importa Michoacán? No. Les interesa regresar al poder con sus privilegios”. La respuesta de la Presidenta fue nefasta para no utilizar una palabra más coloquial y sonora.
Lo que a continuación voy a escribir, creo que no me lo van a creer: No me da ninguna oscura alegría la crisis de liderazgo de la Presidenta. Su absurda reacción eleva las simpatías de dos soluciones al avance incontrolable de la delincuencia organizada. Primera solución que no comparto: la estrategia de Bukele, que viola los derechos humanos, impone la fuerza policíaca y el encarcelamiento a la menor sospecha. Otra solución que me parece inadmisible, pero también la registro, pues ya tiene un apoyo en la parte de la sociedad: se reconoce y aplaude lo que dice Trump, la Presidenta está paralizada por los cárteles y es necesaria una cooperación y una participación más determinante de los vecinos.
Políticamente, al interior del gobierno, el asesinato de Manzo deja a las fuerzas armadas en calidad de adornos urbanos. No sabían nada, no hicieron nada. El descrédito, por su involucramiento en el huachicol, los ha dejado sin autoridad. La Secretaria de Gobernación también quedó en condición de florero. Ninguna de estas personalidades ha estado en las mañaneras, informando o participando, tampoco estuvieron presentes en la reunión con la viuda del alcalde. Con la Presidenta solo estuvo García Harfuch que, por si fuera poco, además de contar con el apoyo de la científica, es el funcionario que representa el principal interlocutor con los gringos en todo lo que se refiere a violencia y narcotráfico.
¿“Qué proponen”? Preguntó la Presidenta, como si no hubiera sido electa y pagada para eso. Lo más elemental, si no quiere que el martirologio de Manzo sea el final de su presidencia: será prácticamente imposible seguir gobernando con Ramírez Bedolla como gobernador de Michoacán. Y con todos los otros gobernadores que son un lastre: Rocha en Sinaloa, Américo Villarreal en Tamaulipas, Rocío Nahle en Veracruz, Layda Sansores en Campeche, Armenta en Puebla, Evelyn Salgado en Guerrero. El “dream team” de la corrupción y la ineptitud.
Aún sin todavía salir del drama del asesinato, se difundió un ataque a la integridad física de la Presidenta en un recorrido que hacía a pie. La noticia tenía todas las características de ser un distractor y al principio cumplió con sus funciones, después de analizado el video, a la indignación que provocó el asesinato de Manzo, se agregó la rabia expresada en redes sociales y “carroñeros” críticos, que denunciaron y se burlaron de una estrategia que claramente quería desviar el foco de atención. ¿Cómo había sido posible que un borrachito hubiera podido pasar el cerco de veinte agentes que protegía a la Presidenta? ¿Cómo había sido posible que el majadero no hubiera sido detenido en el momento, sino que además Sheinbaum se tomara una foto con su agresor? Se levantaba la cortina de humo al precio de boicotear la credibilidad del gobierno y confesar su ineptitud. Victoria propagandística pírrica que, como diría Epiro el rey creador del adjetivo: “Otra victoria como ésta… y estamos perdidos”.
Lo más preocupante es lo que todavía nos espera. Ni la Presidenta ni Morena parecen reconocer que padecen la peor crisis desde que asumieron el poder. Nomás no aprenden de sus estrategias fallidas ni de su discurso vacío que indigna y enfurece. Dirían los jóvenes: “Simplemente, no se les pega el barniz”. Insisto, aunque no se me crea, no me alegra el diagnóstico. En la debacle de la Presidenta y Morena, están arrastrando a la desgracia a todo el país.
