Ahora que la paz parece asomar en el horizonte de Gaza, una paz que de momento es sólo una frágil esperanza que el mundo entero abraza, comienza inevitablemente la hora de los balances y aun de los veredictos sobre este conflicto desatado tras la masacre perpetrada por los terroristas de Hamás el 7 de octubre de 2023, que dejara como saldo unos mil 200 israelíes asesinados y 251 secuestrados.
Luego de dos años, la respuesta militar ordenada por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la Franja de Gaza, pequeño territorio de 365 kilómetros cuadrados y dos millones 100 mil habitantes, ha dejado sin vida a unos 65 mil palestinos, de los cuales 20 mil eran niños.
De momento, el plan de 20 puntos propuesto por Donald Trump la semana pasada (acompañado de una amenaza apocalíptica hacia Hamás, en caso de que lo rehusara), ha sido aceptado por el primer ministro israelí, Benjamín metal y por la milicia terrorista. Mientras escribo esto, Egipto es el escenario del encuentro entre los negociadores palestinos e israelíes para acordar los últimos puntos de la propuesta de paz.
A pesar del abrumador número de muertos que han producido los bombardeos e invasión del Ejército israelí, es muy difícil asegurar que el gobierno de Netanyahu ha ganado la guerra. Es más, si nos guiamos por los dos grandes objetivos que se fijó al iniciar sus ataques de represalia a gran escala (la liberación de todos los rehenes y la completa destrucción de Hamás), tal vez tendríamos que decir que no ha ganado gran cosa.
En estos dos años sólo 148 de los 251 rehenes han vuelto con vida a Israel. Pero hay otro dato más revelador aún del fracaso militar de Netanyahu: únicamente ocho de estos rehenes fueron liberados directamente por el ejército israelí; los otros 140 restantes fueron puestos en libertad por Hamás básicamente intercambiándolos por prisioneros palestinos en Israel.
Y por lo que respecta a la prometida destrucción de Hamás, todos podemos ver que es con esta organización con la que Netanyahu está negociando, lo que para cualquiera que conozca la historia reciente del conflicto palestino-israelí es como la mejor garantía de que la paz no será duradera, a pesar de que Israel ha salido fortalecido regionalmente al golpear con gran fuerza a dos importantes aliados de Hamás: Hezbolá, que opera desde el Líbano, y a los hutíes, que lo hacen desde Yemen, ambos apoyados por Irán.
Pero quizás el mayor costo que estos dos años de conflicto ha traído para Israel, es la condena y descrédito internacional por sus acciones que han dejado decenas de miles de civiles palestinos muertos. Netanyahu, su gobierno y el ejército llevarán por siempre la acusación de genocidas.
Durante décadas, Israel ha tenido el deshonroso título de ser uno de los estados que más resoluciones de la ONU ha ignorado o violado. Para este organismo, Israel ha llevado a cabo un conjunto tal de atrocidades contra los palestinos que lo convierten en un estado genocida. La presidenta de la Comisión que llegó a esta resolución, Navi Pillay, lo dijo con toda claridad: “Es evidente que existe la intención de destruir a los palestinos de Gaza mediante actos que cumplen los criterios establecidos en la Convención sobre el Genocidio”.
Ha habido en todas partes tanto abuso del término genocidio, que Israel pudo defenderse un tiempo de esta apreciación de diversos organismos internacionales de derechos humanos, pero luego de matar a 65 mil personas, en su mayoría civiles; de lanzar 85 mil toneladas de explosivos y de haber destruido deliberadamente más del 90 por ciento de los hospitales y escuelas, y de condenar al hambre y desnutrición a cientos de miles de gazatíes, sabemos que la “intención de destruir a los palestinos” es absolutamente real y genocida.
No creo que Israel vaya a conseguir una paz verdadera. El gobierno criminal de Netanyahu ha conseguido sembrar, junto con Hamás (que son sus mejores aliados en la materia), un odio que desgraciadamente será duradero y que será el combustible para nuevos horrores contra los civiles judíos y contra los palestinos.
Pero hay algo más, igualmente grave: Netanyahu ha conseguido destruir por completo el blindaje moral de Israel que lo prevenía de ser acusado de aquello que precisamente había sufrido en carne propia a manos de los nazis, por lo que la acusación de genocida era frecuentemente desechada porque banalizaba este tipo de horrores. Ahora, sin embargo, la ONU y todos los organismos serios de derechos humanos avalan tal imputación, para vergüenza del pueblo judío, que en su mayoría sólo ha querido vivir en paz.
@ArielGonzlez
FB: Ariel González Jiménez







