Enrique de la Madrid Cordero llega a Querétaro con la calma de quien ha transitado por la política, los negocios y la academia. Antes de la conferencia con medios, conversa con estudiantes de la Universidad Anáhuac y de la Autónoma de Querétaro, donde observa con atención la curiosidad y el ánimo de los jóvenes. La ciudad, con sus calles coloniales y su dinamismo industrial, se convierte en un escenario donde reflexiona sobre los desafíos de México: energía, empleo, política. “Si ya no tienes energía, no puedes crecer”, dice, casi como un mantra, recordando que el desarrollo no es solo macroeconomía, sino la suma de cada decisión local que impulsa a la sociedad.
Su conversación con los medios no esquiva los problemas, pero siempre busca un ángulo constructivo. Habla de la relación entre empresarios y trabajadores, de cómo la empatía y la acción social pueden transformar comunidades. “Creo que hay un área de oportunidad extraordinaria para que los empresarios busquen alinearse más con sus colaboradores para empujar políticas públicas que le ayudan a la empresa y por lo mismo al trabajador”, afirma. Para De la Madrid Cordero, la clave está en construir desde lo cercano, en reconocer que la transformación comienza en lo local y en la participación activa de quienes se sienten parte de un proyecto colectivo.
La discusión se extiende hacia la economía y las políticas públicas nacionales. Enrique de la Madrid observa con preocupación cómo ciertos sectores enfrentan obstáculos estructurales que limitan su crecimiento. “Parte también de estos diálogos son escuchar dónde es donde los mexicanos podemos coincidir, pero también yo hago reflexiones de: ‘oye, si queremos duplicar el ingreso de los mexicanos, no va a seguir siendo un país manufacturero, armador, ensamblador’, de ahí no va a salir el doble de los ingresos que queremos”, expone. Sus palabras evocan una economía que necesita reconversión tecnológica, inversión eficiente y una visión compartida entre gobierno, empresas y trabajadores.
Entre políticas y sueños
El exsecretario de Turismo federal reflexiona sobre la dirección que ha tomado México y la ausencia de un plan claro: “No hemos dedicado un tiempo como mexicanos para definir a dónde queremos ir. Como no definimos el tipo de país que queremos, pareciera que cualquier camino da igual, y la verdad es que no da igual”. Para él, pensar en grande no es utopía; es trazar objetivos simples pero esenciales: empleo digno, salarios más altos, eficiencia en los programas estatales. Critica la improvisación, la apatía y la frustración, sobre todo entre empresarios medianos, y al mismo tiempo celebra la disposición de los jóvenes a involucrarse y asumir responsabilidades: “Los veo animados, no los desanimemos; los adultos hemos sido buenísimos para desanimarnos, pero ellos tienen ganas”.
De la Madrid Cordero impulsa la idea de que los jóvenes se comprometan con causas sociales más allá del aula. Recomienda participar en problemáticas de su entorno, desde apoyar a niños en situación de calle hasta involucrarse en proyectos de salud mental, y subraya la ventaja doble que esto genera: conciencia social y desarrollo de empatía. “Creo que tendría ciudadanos que fueran socialmente más conscientes, conocerían más de su país y, idealmente, algunos de esos también podrían brincar a la política”, explica, insistiendo en que la participación activa es un ejercicio de transformación personal y colectiva.
Políticas locales y liderazgo empresarial
El exsecretario pone énfasis en la importancia de la acción local: “Cuando ves los problemas nacionales se ven muy grandes, los internacionales peor. Bueno, pues entonces enfoquémonos en lo local”. En su visión, los líderes empresariales y académicos tienen la oportunidad de incidir en su entorno inmediato, de fomentar sinergias entre negocios, trabajadores y gobierno. Analiza los costos de operar en México: electricidad 30 por ciento más cara que en Estados Unidos, gastos en seguridad que en otros países no existen, y cómo estas barreras impactan directamente en salarios y competitividad. Su propuesta es pragmática: reducir costos, generar empleos mejor remunerados y repartir beneficios de manera justa entre trabajadores, empresas y gobierno.
Al hablar de partidos políticos, Enrique de la Madrid Cordero se mantiene distante, pero crítico. Tras su salida del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 2024, asegura que su objetivo no es afiliarse a ninguna fuerza, sino contribuir a una oposición más sólida: “No me voy a meter en ningún partido ahorita, no me interesa, pero sí voy a estar cercano, porque es lo que hay”. Busca una competencia que obligue a mejorar a todos los actores políticos, donde la ciudadanía y los líderes locales sean impulsores de cambio más que espectadores pasivos.
Narco, seguridad y recuperación territorial
Sin esquivar la realidad de la violencia y la narcopolítica, De la Madrid Cordero alerta sobre la “normalización de lo anormal”: “Sí son gobierno. Sí son narcos. Eso no es normal. Eso no puede ser”. Advierte que la persecución aislada de los delincuentes no basta; es necesaria una estrategia integral con policía capacitada, infraestructura de justicia funcional y alternativas económicas para los jóvenes. “Sin crecimiento económico no hay nada que ofrecerle a la gente, y sin crecimiento económico no generas impuestos para pagar a las policías, para tener mejores equipos”, afirma, resaltando que la lucha territorial debe ser acompañada de desarrollo social y económico.
Para él, la reconstrucción comienza desde abajo: ofrecer empleo, fortalecer la educación y fomentar la participación ciudadana. Cree que el país enfrenta una “batalla cultural” en la que la persistencia y la acción concreta deciden el resultado: “En esta batalla de ideas, la gana el que no se rinde, el que persiste, el que insiste. Ese es el que la gana, aunque traiga peores ideas”.
Enrique de la Madrid Cordero (Ciudad de México) es abogado, académico, columnista y político. Hijo de Miguel de la Madrid Hurtado, presidente de México de 1982 a 1988, y de Paloma Cordero, se formó en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y obtuvo una maestría en Administración Pública en la Universidad de Harvard. Ha ocupado cargos en la banca, la industria y el gobierno federal, como titular de la Secretaría de Turismo.
Hasta 2024 militó en el PRI, partido del que se distanció buscando nuevos espacios para contribuir al país. Hoy combina la escritura, la docencia y la participación ciudadana, reflexionando sobre desarrollo económico, políticas públicas y la urgencia de una ciudadanía activa que construya desde lo local, mientras México enfrenta los desafíos de la violencia, la economía y la política.








