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La censura, o el silencio como rutina

Estrictamente personal

por Raymundo Riva Palacio
5 septiembre, 2025
en Editoriales
¿Por qué el maltrato?
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Dijo la presidenta Claudia Sheinbaum en su primer informe de Gobierno, que no hay censura en México, donde “se practica la mayor libertad de expresión de toda la historia”. Lo mismo señalaba su mentor Andrés Manuel López Obrador, que argumentaba que la mejor prueba de que no había censura es que podían criticarlo sin represión. Es relativo. El régimen obradorista no caminaba hacia una dictadura, sino a una autocracia, acabando metódicamente con las libertades, borrando una lucha por las libertades que se extendió por varias décadas.

La censura nunca se fue. Simplemente se transformó. Durante años, el discurso oficial presumió la libertad de expresión, que no regaló sino que fue conquistada por medios, periodistas y organizaciones civiles. Hoy, su evolución es involución: periodistas asesinados, medios acosados judicialmente, columnistas silenciados por órdenes de jueces que creen servir al Estado cuando en realidad lo degradan. Tal es el caso del columnista Héctor de Mauleón y El Universal, a quienes castigaron las autoridades electorales de Tamaulipas por publicar los presuntos vínculos de quien se convirtió en presidenta del Poder Judicial de ese estado, y una red de huachicol.

Un asunto de interés público enmarcado en la arena política, fue juzgado por el tribunal tamaulipeco como un acto de violencia de género. Otras políticas en otros estados que fueron cuestionadas por su actividad política, no su género, buscaron acallar sin éxito a periodistas con el mismo tipo de demanda, pero ese precedente legal fue ignorado en Tamaulipas. De Mauleón y El Universal se negaron a retirar la columna y entrarán al túnel de incertidubre con el nuevo Poder Judicial, pendiente sobre ellos una multa al diario y, contra De Mauleón, que ofrezca disculpas públicas durante 16 días, y dejarla como epígrafe en su columna hasta que muera. Si no cumplen, el SAT se encargará de ellos y, eventualmente el ministerio público.

El nuevo rostro de la censura es más peligroso en la actualidad porque se disfraza de legalidad. No hay oficinas con censores ni llamadas desde los despachos del poder para amenazar y obligar a no publicar lo que les incomoda, pero aprendieron de las palabras de Dilma Rouseff, que sucedió a Lula en la Presidencia de Brasil, y que en una entrevista dnde preguntaron qué habían hecho mal para evitar que los acusaran de corrupción y perdieran el poder, respondió cándidamente que fue el no haber controlado el Poder Judicial y silenciado a la prensa.

Ese es el nuevo rostro de la censura en México: tribunales que ordenan callar. No hay listas negras en papel, pero sí castigos disfrazados. Creyó errónemente López Obrador, como también pensaban sus antecesores, que el control de los medios era mediante la publicidad y que solo bastaba asfixiarlo financieramente. La realidad era diferente. Ningún medio desapareció; solo redujo sus utilidades, haciéndoles inopinadamente un gran favor al obligarlos a reingenierías financieras para enfrentar los nuevos tiempos. Lo que hizo el presidente emérito y su sucesora será algo que los medios y sus periodistas se los agradecerán siempre, porque los hizo más independientes. No todos han aprovechado la libertad de escoger ese camino, pero la ruta está iluminada.

De ahí la embestida legal y las decisiones extraordinariamente escatológicas de algunas instituciones de las que hace no mucho estábamos orgullosos y hoy están en ruinas, sin darse cuenta sus cabezas hasta donde han caído. Es el caso del Instituto Nacional Electoral, donde sus enterradores recientemente exoneraron a Pío López Obrador y a David León de haber recibido y entregado dinero -se calcula en dos millones de pesos- en efectivo, que el entonces presidente López Obrador, admitió en una mañanera en Palacio Nacional justificando a su hermano, que “eran para el movimiento”.

López Obrador fue culpable confeso al afirmar que el dinero que entregó León, en ese entonces operador político del exgobernador de Chiapas, Manuel Velasco, sí fue a parar a la maquinaria político-electoral de Morena. El INE dijo, ignorando la palabra del expresidente, que no había pruebas de un delito electoral -igual que los acordeones surgidos de la creratividad del mexicano que decidieron la Suprema Corte de Justicia-, pese a que la acción videograbadada por el equipo de León, mostraba ese probable delito y otro, del cual jamás de dio vista a la Fiscalía General, por el presunto delito de dinero de procedencia ilícita.

La resolución del INE empoderó a Pío, que anunció que demandará a Latinus y a su periodista estrella Carlos Loret, por haber difundido el video de marras el 20 de agosto de 2020, por 200 millones de pesos a cada uno. De igual manera que De Mauleón y El Universal, entrarán al oscuro túnel de la incertidumbre sobre cómo actuará el nuevo Poder Judicial, colonizado en sus órganos jurisdiccionales, en donde se ventilan, por ejemplo, los amparos y las suspensiones.

Loret y Latinus van en camino de recorrer lo que están andando De Mauleón y El Universal, que no fueron amenazados por el narco ni el columnista sufrió un atentado en la calle: fue una sentencia judicial, limpia y sellada, que en apariencia respetó el Estado de derecho, pero que en el fondo, no fue otra cosa que censura. Por supuesto, no son los únicos.

En Puebla, un tribunal prohibió a un periodista mencionar al gobernador en cualquier información, porque le incomodaban sus críticas. En Campeche, los tribunales usaron una ley para intimidar a periodistas que investigaban contratos turbios del gobierno. En la Ciudad de México, el inefable INE obligó a La Silla Rota a revelar sus fuentes bajo amenaza de sanción. No son casos aislados ni anecdóticos; están dibujando un patrón inconfundible del regreso masivo de la censura, maquillada de legalidad.
El mensaje es claro: se puede criticar, pero no demasiado. Se puede investigar, pero no al funcionario equivocado. Se puede opinar, pero sin traspasar la línea invisible que el poder traza cada día más cerca de sí mismo. La censura ha regresado, no como una prohibición frontal, sino como un clima enrarecido donde cada periodista mide sus palabras y calcula sus riesgos. Veremos el resurgimiento  de la autocensura, que es la más efectiva de todas las censuras porque no deja huellas, no genera escándalos y convierte al silencio en rutina.

rrivapalacio2024@gmail.com

X: @rivapa_oficial

Etiquetas: CensuraInformeLópez ObradorSheinbaum

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