Israel Sánchez
Huyendo en familia de la persecución estalinista, el artista Vladimir Kibalchich Russakov, mejor conocido como Vlady (1920-2005), encontró un virtuoso refugio entre los surrealistas en París.
Las charlas, lecturas y tertulias compartidas con integrantes de ese círculo —algunos de los cuales incluso lo acompañaron rumbo a América tras la invasión nazi a Francia, como André Breton— dejaron una huella profunda en el imaginario del muralista, pintor, dibujante y grabador ruso-mexicano.
“Sus primeros diálogos e intercambios con artistas, poniendo su trabajo a discusión, fueron con este grupo. Y fueron, obviamente, una influencia”, remarca en entrevista el crítico de arte y curador Fernando Gálvez de Aguinaga.
“Siempre los discutió y siempre tuvo puntos en que los rechazaba, pero al mismo tiempo había intereses en común muy fuertes”, añade el también director del Centro Vlady de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), espacio que ahora dedica una muestra al surrealismo en conmemoración por su centenario, pero también para “devolver la hospitalidad” a esos intelectuales y creadores que lo acogieron en París en tan turbulentos años.
La exposición 100 años de surrealismo abrió al público este jueves con alrededor de un centenar de obras, poco más de la mitad provenientes de la colección que en vida integró el artista juchiteco Francisco Toledo, hoy resguardada en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), fundado por él en 1988.
El IAGO presentó en abril pasado la exhibición Dialécticas surrealistas. Una mirada al surrealismo desde la Colección Toledo, que ahora retoma el Centro Vlady para rendir su propio homenaje a esta vanguardia artística, sumando piezas de otros acervos. “La completamos con muchos otros trabajos”, comenta Gálvez de Aguinaga, quien también fue director del instituto oaxaqueño.
Así, con aportes de colecciones como las de los pintores Manel Pujol Baladas y Karima Muyaes, entre otras, el resultado es una muestra en la que figuran artistas de la talla de Salvador Dalí, Joan Miró, Max Ernst, Leonora Carrington, René Magritte, Alberto Gironella, Wifredo Lam, Juan O’Gorman, Remedios Varo y hasta Pablo Picasso, por mencionar solo a algunos.
El recorrido inicia con un pequeño cuadro que Francisco de Goya realizó para su serie gráfica Los disparates, obra muy admirada por los surrealistas por su afinidad con aquel espíritu “que proponía bucear en el inconsciente humano para realmente encontrar la libertad plena”.
“En el momento que surge el surrealismo, estamos entre las dos Guerras Mundiales, y esto hace que este grupo no encuentre otra salida más que refugiarse en el interior más profundo, buscar en el mundo de los sueños”, explica el curador.
En ese sentido, quien tampoco podía faltar en la exposición —desplegada en tres salas, la más pequeña dedicada enteramente a Alan Glass— es Sigmund Freud, padre del psicoanálisis.
“Esta litografía de Dalí intenta recoger la forma en la que, por un lado, Freud habló de cómo funcionan los traumas en la mente; cómo tenemos conflictos con la madre, con el padre, y cómo generó arquetipos de tipo mitológico para ir etiquetando las diversas patologías”, detalla Gálvez de Aguinaga, para quien tampoco es casual que la primera sección de los murales de Vlady en la Biblioteca Lerdo de Tejada se llame La Capilla Freudiana.
También se exhiben retratos que Vlady hizo de Breton, además de cuadernos con dibujos realizados durante su viaje en barco hacia América.
Hay además piezas de Victor Brauner, quien alguna vez permitió al joven Vlady usar su taller y cuyas pinturas de personajes tuertos serían consideradas premonitorias cuando, tiempo después, perdió un ojo en una pelea con el también surrealista Óscar Domínguez, quien le arrojó un vaso.
La exposición incluye otro tipo de objetos, como un ejemplar de El Indio Costal, o El Dragón de la Reina, novela del francés Gabriel Ferry sobre un cazador indígena y uno de origen africano que se unen a la causa independentista de José María Morelos y Pavón tras negarse a cazar a un jaguar.
Ese título, apunta Gálvez de Aguinaga, habría sido la primera referencia sobre México que tuvo Breton.
En una televisión también se proyectarán La edad de oro y Un perro andaluz, filmes de Luis Buñuel, de quien igualmente se exhiben algunos poemas, entre ellos uno de 1931.
La muestra permanecerá abierta hasta el 31 de octubre en el recinto ubicado en Goya 63, Colonia Insurgentes Mixcoac, y estará acompañada de un programa público con charlas cuyos detalles podrán consultarse en las redes de Cultura UACM (@cdcyeu en X).
