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A 52 años del primer secuestro

Tablero

por Sergio A Venegas Alarcón
8 agosto, 2025
en Editoriales
Kuri, Felifer y fiscal bajo fuego
1.7k
VISTAS
  • El plagio de Pablito Meré Alcocer en agosto de 73
  • Las puertas de las casas se cerraron; todo cambió
  • El secuestrador “se equivocó”, no era un niño rico
  • Querétaro: 120 mil habitantes, según censo de 70

De memoria.

Algo cambió en Querétaro ese verano de 1973 con el secuestro -¡el primero!- del niño Pablito Meré Alcocer. Sufrió la sociedad durante 24 días de agosto, hace 52 años.

Este reportero dio la exclusiva del plagio en el periódico Noticias y a partir de ahí, día a día, hizo el seguimiento informativo con lujo de detalles.

Los lectores querían saber todo sobre ese pequeño de cinco años, el último de los 14 hijos de doña Carmen Alcocer Montes y don Antonio Meré Groth, raptado a media cuadra de la casa familiar ubicada en Reforma 27, del Centro Histórico.

El secuestrador, Pablo González Loyola, exigía  dos millones de pesos para devolverlo, pero se equivocó de objetivo. “Quería un niño Alcocer. Pensaba que todos éramos ricos” comentó 40 años después el abogado Pablo Meré Alcocer.

Pablito no pertenecía a los Alcocer adinerados. Había unos 150 primos, hijos de los hermanos Alcocer Pozo. Él era uno, clase media. El mayor y diputado Antonio Mere Groth trabajaba para darle lo necesario a su numerosa prole y jamás podría reunir tal cantidad. “Ni vendiendo la casa. Llevábamos una vida austera”. No supo exactamente cuánto se entregó, contó Pablo. Su padre murió el 23 de marzo de 2012 y nunca le dijo.

De esto, Pablo calló durante cuatro décadas.

AGOSTO DE 1973. De regreso a casa, el niño Pablito Meré, acompañado de sus hermanos, habló con los reporteros. A la derecha el autor de esta columna.
Foto: Archivo

SECUESTRADO.

Así en rojo intenso y con mayúsculas imprimió el inolvidable Manuel Ramírez, “El Charol”, jefe de talleres de Noticias la nota de ocho columnas firmada por su servidor. Era la noticia más impactante en años y la primera que ganaba el periódico, nacido hacía menos de cuatro meses. La primera exclusiva.

Querétaro sufrió con los Meré durante 24 días. En las escuelas se organizaban jornadas de rezos y los periódicos informaban todo, paso a paso. La sociedad quería saber.

“Pablito olvidó sus lentes”. “Es miope. Debe estar doliéndole la cabeza”. “Su pececito se murió de tristeza”. Y una foto de Sergio Pfeiffer, la principal, mostraba la pecera vacía.  Al día siguiente llegaron 50 peces enviados por las familias queretanas en bolsitas de plástico.

JORNADAS DE ORACIÓN

En las escuelas se organizaban jornadas de oración. Paulina Rivera, hermana de Armando Rivera, contó que la llevaban a rezar por la recuperación de Pablito. Igual en otros colegios.

Rezaba por él Querétaro, la ciudad que cambió a partir de ese momento.

-Marcó a muchas familias queretanas y los hábitos. Los padres cuidaban más a sus hijos. Les decían: te pueden secuestrar como a Pablito. Las puertas de las casas, antes abiertas, se cerraron. La ciudad conventual se volvió desconfiada.

Corría el gobierno de Antonio Calzada Urquiza, en el que Meré Groth ya era diputado electo.

Los reporteros de esa época hacíamos guardia frente a la casa y después en la esquina de Vergara. “Váyanse, por favor” nos pedía don Antonio Meré, temiendo que nuestra presencia impidiera la devolución del niño.

Más tarde el periódico rentó el cuarto exterior de la posada de enfrente. Desde ahí se vigilaría todo. Veríamos quién entraba y quién salía. Ahí, precisamente frente a la casa de Meré, cerca de  donde lo plagiaron.

Ingenuos, familiares y periodistas pensábamos que lo devolverían en el mismo lugar.

Era el primer secuestro.

Pablito acababa de comer y,  goloso, fue a comprar dulces a las tiendas cercanas. Primero a la de los Capri, en Reforma y Vergara. Luego a la de enfrente en la de doña Carmelita, donde uno de los secuestradores se le acercó ofreciéndole chicles, que no aceptó.

Ajeno al peligro, salió del establecimiento y enfiló a su casa, en donde ya estaba esperándolo el cerebro de la operación, al volante de un carro grande y blanco, estacionado frente a la puerta.

El cómplice agarró a Pablito y lo echó en la parte de adelante, a los pies de Pablo González Loyola, arrancando de inmediato con rumbo desconocido.

AGOSTO DE 2013. Junto a la banca en donde lo entrevistamos 40 años antes, el licenciado Pablo Meré Alcocer recordó el suceso.
Foto: Plaza de Armas

120 MIL QUERETANOS

Nunca lo trataron mal.

“Muchos se preguntan si me torturaron, si me amenazaban o algo así. Jugábamos a las cebollitas. Me bañaban a diario y me daban bien de comer” reconoce.

La familia Meré y todos los queretanos -120 mil según el censo de 1970- se hacían cruces sobre el destino de Pablito.

¿Estaría vivo o muerto?

El secuestrador envió dos pruebas de vida: una cinta con su voz a los papás y unas fotografías al periódico en las que se le veía con un caballo, a campo abierto. Segundo error. La policía ubicó un cerro de Morelia, Michoacán, al fondo.

Las negociaciones estaban en marcha. Abonos de 20 mil pesos se habrían pagado. Mucho menos de lo exigido.

Hasta que 24 días después y con la mediación de la Iglesia, el niño fue entregado a un sacerdote que lo devolvió al doctor Francisco Alcocer Pozo y a su esposa Bertha. Era el final feliz de una historia que conmovió a Querétaro por casi un mes, en aquél verano de 1973.

LE DABAN CHOCOMILK

Pablito fue llevado de inmediato a la casa familiar, en donde lo esperaban sus padres, hermanos y, claro, los periodistas. Ahí habló con Manuel Guevara Castro y con este reportero.

¿Te trataron mal, te torturaron? le pregunté entonces.

-No. Me daban Chocomilk.

Para Pablito esos 24 días fueron como de vacaciones. Tendría conciencia de los hechos mucho tiempo después.

¿Y el secuestrador?

Lo capturaron al año siguiente y condenaron a 14 de prisión, de los que cumplió 10 “por buena conducta”. Pablo González Loyola pretendió envolver su acción en la bandera de las causas sociales de un supuesto Partido de los pobres de la Sierra.

De allá para acá los hechos delictivos son cada vez más frecuentes, aunque menos aquí que en el resto del país.

Éramos felices y no lo sabíamos.

Hace 52 años la sociedad queretana se conmocionó con el secuestro de Pablito Meré, primicia del autor de esta columna.
Foto: Noticias
Etiquetas: alcocerMerésecuestro

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