Casi todos los días nos inundamos de tanta información alarmista, falsa o de simplonas opiniones, y eso es una característica de la modernidad. Las inundaciones mentales.
Pero, las inundaciones a las que se ha dedicado espacios informativos y discusión en las redes sociales, no se refieren a las inundaciones informáticas, sino aquellas producto de eventos meteorológicos pluviales.
Pero hay que empezar por entender ¿qué es una inundación?
En términos sencillos, una inundación es una cantidad considerable de agua que cubre áreas que normalmente están secas en forma temporal.
Pero hay varias causas que inciden en una inundación tales como:
Precipitaciones intensas:
Lluvias torrenciales o prolongadas que exceden la capacidad de absorción del suelo y de los sistemas de drenaje.
Deshielo:
La rápida acumulación de agua por el derretimiento de grandes cantidades de nieve o hielo.
Marejadas ciclónicas:
Olas altas y poderosas causadas por tormentas costeras como huracanes o ciclones.
Fallas en infraestructuras:
Ruptura de presas, diques, drenes, bordos u otras estructuras que regulan el flujo de agua, provocando liberaciones repentinas.
Actividades humanas:
La deforestación y la impermeabilización del suelo por la construcción pueden contribuir a un aumento del escurrimiento y al riesgo de inundaciones.
Asimismo, se sabe que hay diferentes tipos de inundaciones:
Inundaciones repentinas:
Se desarrollan muy rápido, a menudo sin previo aviso, y pueden ser extremadamente peligrosas.
Inundaciones fluviales:
Son causadas por el desbordamiento de ríos, lagos o arroyos y pueden durar más tiempo.
Inundaciones costeras:
Se producen por la subida del nivel del mar, generalmente asociada a tormentas o tsunamis.
Según los especialistas, en las inundaciones lo significativo es el grado de saturación que tiene un terreno determinado, y cuando éste se ve rebasado, implica que la propensión al escurrimiento subsuperficial y superficial, aumente de manera significativa.
Pero, como la mayoría no somos ingenieros hidráulicos, cabe hacer mención a esto que resulta importante: Conocer el tipo de riesgo de inundación de la zona en que vivimos. Cosa que por lo regular omitimos en nuestras vidas.
Pero estas inundaciones pluviales, siempre pasan por el traductor político, y entonces se disparan un conjunto de opiniones, que van desde la gravedad hasta el señalamiento de la responsabilidad de tomadores de decisiones.
Pero lo cierto es que la inundación en su origen, es un fenómeno natural producto, en su mayoría y ahora más con el cambio climático, de lluvias torrenciales (lo que debería llover en el año, ahora se concentra en unos meses o días).
Ninguna sociedad en la historia humana, ha estado preparada para afrontar una inundación pluvial (extraordinaria), por lo que podemos decir, que la incertidumbre hídrica pluvial es la que reina en las sociedades modernas, y a la que hay que enfrentar.
De ahí que, las inundaciones no solo causan daños materiales y a veces pérdidas humanas, sino que también exponen vulnerabilidades sociales, desigualdades y sobre todo desafíos en la gestión de riesgos. Para lo cual, es importante contar con diversos métodos para el análisis tales como los estadísticos, la modelación hidrológico-hidráulica, y la modelación del proceso lluvia-escurrimiento.
No obstante, hay quienes confunden a las inundaciones con los desastres. Y si bien una inundación puede terminar en un desastre, de igual manera no podemos clasificar a todas las inundaciones como desastrosas. En este sentido podemos decir que un desastre se define como un acontecimiento violento que interrumpe las formas de vida social, lo cual afecta los bienes materiales de una comunidad y provoca daños severos en el ambiente.
Hay que tomar en cuenta que el ser humano y su relación con la naturaleza son inseparables. Y se conforma por la interrelación marcada por una influencia mutua y diferentes grados de adaptabilidad de ambas partes, y durante ese proceso se dan acontecimientos que en simple apariencia son súbitos, como los desastres.
Se dice en la literatura académica y técnica que “La urbanización modifica los procesos hidrológicos mediante la sustitución de vegetación de la cobertura del suelo con superficies impermeables y la transformación de la red de drenaje natural. La urbanización ha provocado cambios significativos en el ciclo hidrológico de una cuenca, por lo tanto, el impacto en la cantidad, y con ello el aumento de los caudales máximos y el volumen total de escurrimiento (Beighley y Moglen, 2002; Tang et al., 2005; Alberti et al., 2007; entre otros); así como el incremento de inundaciones más frecuentes y más severas.
Y si ya estábamos pensando que estas inundaciones serían las últimas, pues no es así, en el futuro cercano seguiremos viendo y experimentando otras inundaciones en nuestros espacios y en la ciudad.
Pues, quienquiera que esté en una situación de desamparo por las inundaciones, y por lo tanto, en circunstancias en las que su dignidad se haya visto enajenada, tiene derecho a ser auxiliado y apoyado.
Por todo ello, tratar de encontrar una solución al problema de las inundaciones, como muchos otros relacionados al agua, necesariamente implica abordarlos desde un punto de vista biocentrista, holístico e interdisciplinario donde se integren especialistas hidrólogos, hidráulicos, geólogos, sociólogos, economistas, ambientalistas, antropólogos, agricultores e historiadores, entre otros, así como la visión del ciudadano afectado, para, por lo menos, disminuir o mitigar sus efectos.
Mientras, como dicen los refranes, “Estoy con el agua al cuello” y “No hay mal que por bien no venga”.







