La directora del Centro del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Querétaro, Rosa Estela Reyes García, advirtió sobre los múltiples problemas que enfrentan las casonas del Centro Histórico, desde el abandono hasta la transformación en negocios turísticos, lo cual ha generado un proceso de gentrificación que pone en riesgo la naturaleza habitacional de la zona.
“No todas las casas abandonadas están abandonadas porque las personas se murieron. Unas se murieron, otras se fueron del centro, otras quedaron intestadas, otras están esperando que se caigan porque el INAH no las deja transformarlas y entonces las quieren volver estacionamiento. Cada casa es un caso”, explicó Reyes García, quien indicó que actualmente se atienden cinco inmuebles en riesgo de colapso ubicados en el perímetro A del Centro Histórico.
La funcionaria recordó que en algún momento el número de casas abandonadas ha oscilado entre 60 y 112, aunque la cifra más reciente que tiene registrada es de 86. Aun así, apuntó que muchas de estas viviendas ya han sido compradas y convertidas en hoteles, restaurantes o espacios para rentas temporales. “Para conservar un centro histórico, tenemos que garantizar que esté habitado por habitantes del centro histórico. No por comercios”, afirmó.
Reyes García subrayó que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) establece que las casonas deben tener un “uso mixto”. Es decir: “que está tu vivienda y dos, tres espacios al frente para volverlos comercio, accesorías, tiendita, restaurante, lo que sea; pero atrás vives. Entonces, lo importante de los centros históricos es que las casas tengan este uso mixto”, ilustró.
A casi ocho años de haber asumido la dirección del Centro INAH Querétaro, Reyes García recordó que al inicio la proporción entre viviendas y comercios era de 70-30 (70 por ciento casas, 30 por ciento comercio). Actualmente, es de 50-50.
“Ahorita estamos 50-50. Y yo estoy pidiendo al municipio que hagamos programas para incentivar a los habitantes, un porcentaje de descuento en el predial por mantener en buenas condiciones su casa. O sea, hacer cosas que estimulen que la gente tenga interés en vivir en el centro. Si no vivimos en el centro, no lo cuidamos”, agregó.
Sobre el fenómeno de plataformas como Airbnb, consideró que han transformado el entorno social de los barrios. Ejemplificó con su propia experiencia, ya que ella vive en el centro histórico.
“Pensaba que el Airbnb podría no ser una vocación tan ajena a la habitación porque de todas maneras se queda gente a dormir. Pero no, porque sí fluctúan. No hay una responsabilidad con la comunidad. No nos saludamos. Para mí es rarísimo que no me saluden en la mañana, yo estoy acostumbrada a ‘buenos días, vecina’ (…) Enfrente de mi casa había un Airbnb. Los chicos, que todos eran jóvenes, rentaban ese Airbnb y me ponían la basura en mi casa, en mi puerta. Yo les cuento que les dije: ‘oigan, vecinos, la basura se saca en las noches’. Pero no les importa porque ellos se van dentro de un mes”, narró.
Aunque señaló que algunos municipios han mostrado apertura a las propuestas del INAH, los cambios de administración dificultan la continuidad de los programas. “Son programas que se tienen que volver a retomar porque, a veces, los recursos se destinan a otro lado”.
Finalmente, al referirse al aumento del valor inmobiliario y los cambios en el tipo de población que habita el centro, Reyes García sentenció que es “gentrificación total. Se encarece todo en el centro. Ya no consigues una casa más accesible como antes. Esos son los fenómenos”, concluyó.







