Cuando en la Casablanca tenían el poder y se celebraba misa fue en la época del Camelot, el primer Presidente demócrata de los Estados Unidos de América John F. Kennedy y su consorte Jacqueline Boubier y el segundo mandatario Joseph Biden.
El Cardenal Eugenio Pacelli quien pronto se convertiría en el Papa Pío XII visitó durante dos semanas entre octubre y noviembre de 1936, y se alojó en la residencia de la familia y dinastía Kennedy.
Como Cardenal Secretario de Estado y Camarlengo de la Santa Sede.
En aquel entonces, el italiano Pacelli era el prelado de mayor rango que jamás había visitado Estados Unidos aunque no visitó la Unión Americana como Papa, fue el primer Papa que lo hizo en su vida.
Pacelli se reunió con el Presidente Franklin D. Roosevelt, y visito Chicago la tierra natal de León XIV, New York, Washington D, C; Boston, Saint Paul y Minnesota. Los medios de comunicación lo nombraron el Cardenal volador debido a su gira área de cinco días de costa a costa.
Busco el apoyo de Roosevelt contra el comunismo y, aún más importante, en un intento por lograr el reconocimiento diplomático de la Santa Sede.
Ya como el primer Presidente católico de la Unión Americana hizo su arribo a Roma, el 1 de julio de 1963, en las semanas previas el Vaticano aún lloraban la muerte de Juan XXIII, quien falleció de cáncer de estómago el 3 de junio a la edad de 81 años.
El nuevo Papa Paulo VI estaba ansioso por conocer al Presidente estadounidense ya que conocía personalmente a miembros de la familia Kennedy desde 1939, cuando, como miembro de la Secretaría de Estado de la Santa Sede, los conoció cuando asistieron a la coronación del Papa Pio XII en 1939. En ese momento,Joseph P. Kennedy era el embajador de Roosevelt en Gran Bretaña y era considerado un destacado católico estadounidense irlandés
Sería el Papa Paulo VI quien se reuniría con el presidente Kennedy en una audiencia histórica. Así llegó el momento, entre la multitud de fotógrafos y miembros de la prensa: el Papa y el Presidente se estrecharon la mano. Paulo VI, resplandeciente con su muceta roja y estola, ofreció la mano al Presidente de los Estados Unidos, vestido con un traje azul y corbata negra.. El Presidente Kennedy, consiente de la importancia del momento, hizo una genuflexión al pontífice y ambos se estrecharon las mano solemnemente. Ambos sabían la importancia que era oficialmente; ambos sabían lo especial que era emocionalmente.
Ambos sabían cuánto deseaba el difunto Papa Juan XXIII reunirse con el primer mandatario católico estadounidense, especialmente después de haber conocido en una audiencia privada a la primera dama Jacqueline Kennedy, tan solo el año anterior. Acompañaron al Presidente su hermana, Jean Kennedy, el Secretario de Estado Dean Rusk, el Secretario de Prensa Pierre Salinger y los miembros de la mafia irlandesa de JFK David Powers y Kenneth O. Donnell.
La prensa estadounidense de la época criticó la audiencia: al anunciarse públicamente que se trataba de una visita privada y no de una visita de Estado Oficial con toda la parafernalia que conlleva.
“Es absolutamente vergonzoso que el líder de la nación más poderosa se comportara y fuera recibido de forma tan discreta.”
La tan esperada visita entre el Papa y el Presidente en junio de 1963, pronto pasaría a la historia, dado el curso de los acontecimientos posteriores. Fue el apretón de manos que se hizo esperar, dada la división histórica y religiosa que existió durante mucho tiempo entre esta Iglesia y este Estado; y aunque en cierto modo fue simbólico, el apretón de manos también fue un gesto concreto ante el mundo el reconocimiento de que ser estadounidense católico no eran mutuamente excluyentes, si no complementarios a la historia, la vida la cultura estadounidense.
El próximo domingo 18 de mayo será la misa de entronización del Papa León XIV a las 11:00 de la mañana en la Plaza de San Pedro. Ya confirmo su asistencia el presidente republicano de los Estados Unidos de América. Al terminar la eucaristía, se llevará cabo la salutación al Papa estadounidense peruano León XIV en la Basílica de San Pedro de los jefes de Estado. De acuerdo al protocolo de la Casa Pontificia de la Santa Sede, el primero en saludarlo sería el Presidente Donald Trump, si es así, será el apretón de manos entre Kennedy y Paulo VI, porque León XIV es la antítesis del autócrata republicano Trump.








