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El zipi zape: La Presidenta vs Zedillo. Las lecciones

El Jicote

por Edmundo González Llaca
13 mayo, 2025
en Editoriales
La muerte en tiempo de compensación
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México vive una de las grandes crisis de su cultura política. Crisis que se refleja en:  la intolerancia, el monólogo del poder, el antipluralismo, la polarización. Todos estos pecados contra la democracia los comprobamos en la reciente riña de callejón entre la Presidenta y el ex Presidente Zedillo. Tanto los contendientes como sus huestes pusieron popis frente al ventilador, brindaron un espectáculo divertido y muy lamentable. La experiencia nos permite vislumbrar lecciones, tanto para el poder como para la oposición, incluso, nos permite especular sobre la adopción de futuras estrategias políticas.

Todo se inició con un artículo y luego una entrevista de Zedillo en el que, rompiendo el tradicional silencio de los ex presidentes, hizo una autopsia de las recientes reformas legislativas del gobierno. Las denuncias no eran nuevas, ya las había expresado el ex Presidente en septiembre de 2024, en la sesión inaugural de la conferencia anual de la International Bar Association.

En esos días la Presidenta no consideró conveniente responder, ahora, coinciden los analistas, se decidió contestar. La narrativa fue desmesurada y, por lo tanto, sospechosa, era una estrategia de distracción ante el escándalo del huachicoleo fiscal, destapado por los Estados Unidos, que implica un robo de cifras multimillonarios y se involucra hasta, o para no variar, a los hijos del ex presidente.

Las acusaciones del ex Presidente, aunque claramente tardías, eran precisas y argumentadas, pero distraía y les quitaba imparcialidad cuando, al mismo tiempo, hacía la defensa de las políticas que impulsó durante su gobierno. Hizo la autopsia de la Reforma Judicial; de la elección ministros, magistrados y jueces el próximo mes de junio; de las opacas Reformas al Instituto Federal Electoral; la eliminación de los órganos autónomos; la demolición del aeropuerto; el daño ecológico del Tren Maya; la eliminación de los órganos autónomos; la militarización del país. Concluía con una frase que fue una puñalada al corazón de la Presidenta y de Morena: “Nuestra joven democracia ha sido asesinada”.

La crítica de Zedillo no dejó un hueso bueno a la estructura institucional de Morena. La Presidenta respondió con la consabida respuesta “ad hominem”, que en términos coloquiales es irse sobre el mensajero y olvidarse sobre el examen del mensaje. Algo muy visto ya con el ex Presidente, el problema es que la Presidenta no tiene el cinismo ni el estilo chocarrero y zumbón de López Obrador. Su personalidad fría y distante, casi mineral, no ayudó en nada a su postura.

De entrada, descalificó al ex presidente: “Ahora resulta que es un paladín de la democracia”. Le recordó el endeudamiento que había provocado al país el Fobaproa. Intervino en el agarrón Loret de Mola y en su columna afirmó, lo que no fue desmentido: _ “Fobaproa costó a México 70 mil millones de dólares. Y que la dupla AMLO Y Sheinbaum, solamente en 2024 y 2025 le recetaron al país una deuda equivalente al Fobaproa”.

Afortunadamente la Presidenta no respondió diciendo: “¿Cuánto gana Loret?”. Lo que avalaría la sospecha que desde la selva tropical le envían la lista de los nombres de a quién se debe proteger, premiar o estigmatizar.

La Presidenta, sin comentar la crítica de Loret, fue por el desquite, pidió que Zedillo aclarara la pensión que gozaba. El ex Presidente se defendió diciendo que su pensión estaba dispuesta por Ley. Exigió, a su vez: “Aclare Usted los beneficios y costo de López Obrador en el simulado retiro”. La Presidenta y Morena se quedaron callados y voltearon, tal vez con un grado de culpa hacia Palenque, con su hospital, ese sí como de Dinamarca; vieron a militares acuartelados cerca de Palenque y los nuevos medios de comunicación orientados al rancho de nombre conocido. Imposible responder.

Ya contra las cuerdas la mandataria pidió al Fiscal General que investigara el rescate bancario. Zedillo, en una carta, lanzó el siguiente reto, que una compañía independiente y prestigiada realice una auditoría del Fobaproa, pero también a los proyectos de la refinería, el Tren Maya y el AIFA.

La Presidenta considera que la opinión pública nacional es tan inocente que todavía no cambia ni los dientes de leche. Argumentó que la auditoría que demandaba Zedillo ya la había hecho la Auditoría Superior de la Nación. Es la machacona narrativa de Morena, que pretende que creamos en la imparcialidad de los investigadores cuando el investigado elige quien lo va a investigar; insiste que confiemos en la imparcialidad del juzgador, aunque el juzgado decida quién lo va a juzgar. La respuesta oficial era totalmente increíble e inconsistente.

Zedillo le pidió a la Sheinbaum  que reflexionara sobre lo que haría ella ante el riesgo de la quiebra del sistema bancario. Mal consejo de Zedillo, no porque dudemos que la Presidenta pueda reflexionar, sino porque no creemos que dedique su tiempo para hacerlo sobre este tema cuando el país está a fuego cruzado.

El aforismo popular aconseja: “No tirar piedras al vecino si tu casa tiene techo de cristal”. Sheinbaum recordó las masacres de Acteal y Aguas Blancas. La respuesta de los simpatizantes de Zedillo fue inmediata:  Fueron los responsables de la  alcaldía de la hoy Presidenta, quienes avalaron la construcción irregular del colegio Rébsamen en el que murieron 19 niños; la Sheinbaum no dio a la línea 12 del Metro suficiente mantenimiento y murieron 27 pasajeros.

En las redes sociales circularon grabaciones en la que supuestamente se escucha la voz de la entonces ex candidata, la que reconocía el riesgo de la tragedia del Metro, pero prefería no hacer nada por falta de dinero y la conveniencia política personal.

En un acto desesperado, parecido al de un peleador que está a punto de ser noqueado, tiró un campanazo poco elegante: “Que se investigue si la esposa de Zedillo tenía relaciones con la delincuencia organizada”. El estilo pendenciero de la “Mañanera”, encontró inusitadamente quien le respondiera y cuyas declaraciones han tenido una buena recepción nacional y en medios internacionales.

Ha sido una lucha de callejón en la que creo la Presidenta no ha ganado ni un “clinch”. Suspendió la pelea bajo un argumento, que no parece una graciosa huida sino un echarse a correr ya desesperada: “Cierro el tema, el pueblo tiene suficiente información para hacer una reflexión donde hubo autoritarismo y donde hay libertad y democracia”. Vale felicitar a la Presidenta, todo esto lo dijo impávida, sin reírse.

¿Cuál fue la verdadera razón que obligó a la Presidenta a suspender los dimes y diretes? Mi hipótesis es que coincidió cuando en las redes sociales apareció una lista con los nombres de colaboradores que participaron y fueron corresponsables del Fobaproa. La mayoría de los mencionados está en funciones en el gobierno, en Morena y en el Poder Legislativo. De hacerle caso a la petición presidencial de investigar a fondo el Fobaproa, hubiera organizado una fuga masiva de colaboradores y simpatizantes.

Este aquelarre de la élite del poder deja lecciones tanto para los actores políticos como alarmas para la sociedad civil. Para los opositores (Por cierto ¿Hay alguien ahí?) Si sobreviven a su grave crisis, deben profundizar en las críticas que hizo Zedillo, pero no bastará con enumerarlas. Ya las pifias denunciadas habrán pasado la prueba de su aplicación. Con datos y hechos reales y concretos deberá ventilar los resultados.

A los opositores tampoco les bastarán las denuncias para triunfar en las elecciones, será necesario presentar nuevas propuestas. Es muy difícil que ganen simpatía sobre la base exclusiva de las críticas. La oposición sigue sin representar una alternativa de gobierno.

Para la Sheinbaum y para Morena el pleito callejero debe proporcionarles claros mensajes. El más contundente, la narrativa de descalificación del denunciante sin reparar en las denuncias es algo ya muy visto, recurrir a esa estrategia solamente da más credibilidad a los opositores y suma credibilidad a sus acusaciones.

La Presidenta ha pasado de la dialéctica al descontón. Descontón verbal y oficial. Resalta la bajeza de la utilización de las autoridades de investigación, fiscales y policíacas contra los críticos. Nada pervierte más a un gobierno y desalienta más a la sociedad, que observar las leyes y las instituciones, utilizadas para defender los privilegios de los que en ese momento gobiernan y no para cumplir con su responsabilidad para las que fueron creadas.

Como parte de la sociedad civil me desagrada esta simplicidad de la vida pública en la que todos los contendientes nos pretenden arrastrar. La vida política es una especie de lucha libre, los buenos son inmaculados, si los vemos con detalle podremos contemplar sus aureolas; los malos tienen cicatrices en la cara y traen máscaras horribles. Las políticas son aberrantes o milagrosas. Una especie de película de los cincuenta, solamente existen Pedro Infante o Carlos López Moctezuma.

Lo que más me preocupa es la postura de la clase en el poder. Pronostico que, con leyes y autoridades judiciales a modo, cambiarán la narrativa, se olvidarán del: “No me vengan con el cuento de que la ley es la ley”. Ahora serán unos puristas que demandarán obediencia al marco jurídico y a las sentencias judiciales.

En los tiempos del priísmo como partido hegemónico, cuando se empezaron a sentir los primeros crujidos de su caída. Fidel Velázquez, el eterno líder obrero, intentó tranquilizar a los priístas, dijo, palabras más palabras menos: “ Nosotros llegamos al poder por medio de una revolución, si quieren quitarnos el poder tendrán que hacer otra revolución”.

Después de este pleito en el octágono me asalta una gran duda. En el caso de que Morena pierda las elecciones ¿Aceptará la derrota? ¿Darán la estafeta a los ganadores? ¿Procederán a atrincherarse? En su caso, ante la debacle política, responderán con imperativos categóricos: “Voy derecho y no me quito”; “Ganamos, Si no lo aceptan, háganle como quieran”.

Si Sheinbaum y Morena bloquean arbitrariamente una transición pacífica; si pretenden hacer imposible una alternancia en el poder, violando la voluntad popular, sería el peor de los escenarios. La histérica reacción ante las críticas, proyectado en la hostilidad verbal y el acoso prepotente de las instituciones a los críticos, son un nefasto antecedente. Reflejo de su tentación autoritaria. En el caso, espero que remoto, la pretendan aplicar al país, nos aislaría internacionalmente y, lo peor, la república se convertiría en un polvorín.

Etiquetas: López ObradorMorenapresidenteSheinbaumzedillo

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