La reciente publicación del artículo firmado por el expresidente Ernesto Zedillo, publicado en la revista Letras Libres la semana pasada, ha reavivado el debate, no solo sobre la democracia y el proceso de elección judicial en México, sino sobre todos los errores, abusos y desviaciones que se han cometido en el sexenio pasado y perpetrado en el actual.
Zedillo, quien gobernó el país de 1994 a 2000, expresó su preocupación por las reformas impulsadas por el anterior y el actual gobierno, especialmente la elección popular de jueces y magistrados, calificándola como una amenaza al Estado de derecho y un intento de controlar al Poder Judicial.
Ese artículo es, según el comunicado del propio autor, un complemento a la reflexión que hiciera pública el 15 de septiembre del año pasado, cuando arremetió duramente contra la publicación en el Diario Oficial de la citada reforma constitucional, que fue un verdadero golpe de Estado al Poder Judicial, pero sobre todo al sistema jurídico nacional.
Zedillo argumenta que la democracia mexicana ha sido socavada por la concentración de poder en el Ejecutivo y la eliminación de contrapesos institucionales. Con gran claridad el documento critica objetivamente la reforma judicial que permite la elección popular de jueces, señalando que en ningún país democrático se elige a los jueces de esta manera, y que este mecanismo solo lo inventan los dictadores para controlar al Poder Judicial.
Pero no deja ahí las cosas; Zedillo va más allá, por primera vez una figura de esa talla, pone nombre y apellido a cada acción fallida de López Obrador y lo confronta con argumentos técnicos y políticos, en una dura pero necesaria crítica, de expresidente a expresidente. Algo que hasta ahora nadie se había atrevido a expresar de manera frontal, clara y precisa.
Por su parte, la presidente Claudia Sheinbaum respondió simplonamente a las críticas de Zedillo, desestimándolas y acusándolo de carecer de autoridad moral debido a su implicación en eventos como la matanza de Acteal y el rescate bancario del Fobaproa.
Esto ha traído como consecuencia que la actual titular del Ejecutivo tenga que defender una vez más, la indefendible reforma judicial, argumentando que la elección popular de jueces fortalece la democracia y criticó a medios como Letras Libres y Nexos por promover una narrativa de autoritarismo.
Este intercambio de opiniones refleja una profunda división en la percepción de la democracia en México. Por un lado, Zedillo y otros críticos ven en las reformas actuales una regresión autoritaria, mientras que el gobierno sostiene que estas medidas democratizan las instituciones al permitir una mayor participación ciudadana, lo cual es una verdadera falacia.
El posicionamiento de Zedillo puede ser el parteaguas de la lucha política a la que estamos llamados de frente al 2027. Ojalá la voz del expresidente tenga el peso que Heracles tuvo para vencer al León de Nemea, para liberar a México de la tiranía y la opresión del autoritarismo que intentan consolidar a raja tabla en Morena.
La elección popular de jueces plantea interrogantes sobre la independencia judicial y la calidad de la justicia. Si bien la participación ciudadana es un pilar de la democracia, la selección de jueces mediante voto popular podría politizar el Poder Judicial y comprometer su imparcialidad.
Además, la falta de transparencia en el proceso de selección de candidatos y la posible influencia del crimen organizado son preocupaciones legítimas que deben abordarse.
Hoy Zedillo ha tomado un lugar que nadie había podido o se había atrevido a llenar, se ha convertido en la única figura de la oposición que tiene la capacidad de articular y expresar un discurso político contundente que de una manera sencilla pero objetiva, pone el dedo sobre las incontables llagas que López Obrador ha causado al país y que Sheinbaum ahonda como copartícipe del desprecio a la Ley, las libertades y la democracia, en un país que cada día se parece más a una tiranía donde las voces críticas necesitan hacerse escuchar fuertemente.
La posición que ha fijado el expresidente Zedillo pone de manifiesto la necesidad de una oposición inteligente y valiente, con un discurso asequible y eficaz, que permita hallar un nuevo camino, un rumbo de reencuentro con la democracia casi desaparecida en México.
Es esencial garantizar no solo la independencia del Poder Judicial, sino fortalecer los contrapesos institucionales para preservar el Estado de Derecho y evitar la concentración de poder que podría derivar en el régimen más autoritario que México haya tenido en su historia.








