Roberto Antonio Velázquez Nieto y Gabriela Cabrera Herbert
El llamativo gorro que llevan los penitentes en la Semana Santa en México
Pareciera que se trata de un “cucurucho”hecho de cartón, de plástico y más recientemente de tela su forma simbolizaba el intento de acercarse a Dios.
“Es una lucha continua” lo ha señalado el P. Jesuita Francisco Borja de Medina el mejor y experto en la Iglesia Latinoamericana historiador de la Pontificia Universidad Gregoriana. “Hay que hacer pedagogía todos los años para explicarle al que viene que esto es una riqueza de siglos.”
Borja se refiere al capirote, ese cono que portan en la cabeza los nazarenos o penitentes en las procesiones de Semana Santa en Querétaro, San Luis Potosí, en España y que posiblemente es uno de los iconos más reconocibles.
Pero también a la celebración de la Pascua en si una fiesta viva que fue evolucionando con el paso de los siglos, y “que, fue sobre todo en el sur de España, tiene un sentido festivo, es una curiosa combinación de vivir la pasión y mezclarla con la resurrección.”
Desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección las calles de Querétaro o de España se llenan de fieles o turistas que acuden a ver las procesiones de Semana Santa, en las que diferentes cofradías o hermandades penitenciales, caminan en la procesión del silencio con imágenes de la Pasión de Jesús.
Estás enormes tallas, que los “costaleros” cargan sobre sus hombros, van acompañadas de religiosos, músicos, decenas de penitentes, mujeres y hombres que visten unas largas túnicas y, en la mayoría de los casos, portan una capucha que acaba en pico.
El capirote, esa especie de cucurucho tiene su origen en una de las instituciones más siniestras de la historia: La Inquisición Española.
Los condenados por esta institución, que fundada por los Reyes Católicos en el siglo XV para mantener la ortodoxia católica en sus territorios, eran obligados a llevar un capirote y una pequeña túnica de tela basta llamada sambenito para identificarlos y abochornarlos durante los autos de fe.
“El auto de fe era el gran teatro que hacían los tribunales de la Inquisición que tenían como objetivo, en teoría, reincorporar a los herejes a la Iglesia, pero que, en el fondo, lo que hacían era sacar a las personas en vergüenza pública, las manchaba socialmente y excluía de la sociedad, tanto al condenado como a todos sus descendientes”.
Durante tres siglos fueron condenados en España , Mexico, por los tribunales religiosos de la Inquisición, acusadas de distintos delitos, que podían ir desde la blasfemia, la brujería hasta la herejía. Muchos de estos condenados, sobre todo en los primeros años , acaban en la hoguera.
Pero antes, la Inquisición les daba la oportunidad de abjurar de sus pecados y proclamar su adhesión a la fe católica. Aquellos que así lo hacían, los penitentes, obtenían la gracia de ser estrangulados antes de ser quemados. Los condenados que no se arrepentían de sus pecados eran incinerados vivos.
Los autos de fe se celebraban en la plaza pública, generalmente en Primavera o en otoño, cuando se había juntado un número suficiente de condenados. Se instalaba una especie de escenario, donde se sentaban las autoridades eclesiásticas, seculares y los reos, e incluso se ensayaba en la víspera.
Semanas antes se contrataba a pintores y a sastres para que elaboraran los sambenitos y los capirotes que llevarían los condenados, variaban en función de la herejía.
Algunos simplemente llevaban el saco, otros iban muchos más pintados, incluso simulando llamas . Esos evidentemente, iban al fuego.
Así vestidos los condenados debían ir en procesión como humillación pública hasta el lugar donde se celebraba el auto de fe.
Una vez leída la sentencia los condenados a muerte eran llevados al quemadero, que solía estar a las afueras de la ciudad para que el brazo temporal, como se llamaba a las autoridades civiles, ejecutarán la pena. Los demás eran obligados a vestir el sambenito durante todo el tiempo que durará su sentencia.
Pero la condena no acababa ahí.
Los sambenitos y los capirotes se llevaban luego a la Iglesia parroquial para ser colgados con los nombres de los condenados.
A partir de entonces, en misa siempre tenían que sentarse debajo de su sambenito, lo mismo que sus hijos o nietos. La mancha perduraba, por generaciones, que es una de las grandes crueldades de la Inquisición.
Los sambenitos colgados en las iglesias servían de testimonio y la única forma de limpiar el nombre era el olvido.
Los grandes autos de fe dejaron de celebrarse en la segunda mitad del siglo XVIII cuándo pasaron a organizarse dentro de las instituciones de la Inquisición en lo que vino a llamarse autillos.
Los expertos creen que las hermandades penitenciales adoptaron este capirote que su forma simbolizaba también el intento de acercarse a Dios de haberlo visto en esos condenados penitentes.
Las primeras hermandades que se formaron en el siglo XV, después de que san Vicente Ferrer predicara la penitencia y que salían en procesión.
La penitencia conllevaba la flagelación, por lo que estos hombres se desnudaban la espalda y se azotaban con cuerdas y cadenas como en Filipinas y Taxco Guerrero.
En esta época se empieza a reivindicar el culto a la Vera Cruz y a la sangre de Cristo, por lo que se empiezan a procesionar hacia la calle una serie de imágenes que normalmente suele ser un crucificado.
Esta imagen de Jesús se extiende por toda España y Hispanoamerica .
Los penitentes, cubrían su rostro con un antifaz y vestían una túnica de tela basta y barata, que normalmente solía ser blanca.
La primera de estas hermandades adopta el capirote a finales del siglo XVI es la sevillana Hermandad de la Hiniesta, que tiene un origen medieval y que sigue existiendo hoy.
La Hermandad de la Hiniesta adapta ese cono de cartón al antifaz que llevaban sus penitentes, y empiezan a diferenciar dos tipos de hermanos: el hermano de sangre que se flagelaba y que llevaba en antifaz caído hacia atrás, y el hermano de la luz, que estaba encargado de portar un cirio y que llevaba el capirote.
Para el siglo XVII, la mayoría de las Cofradías de España ya usaban este cucurucho, dando otra presencia a los penitentes, que para entonces ya se empezaban a llamar nazarenos.
Cada Cofradía adoptó un color. Muchas eligieron el morado, que era el penitencial ;pero algunas el rojo, por su simbolismo sacramental y otras el verde, por el culto a la Vera Cruz; y otras mantuvieron el blanco o adoptaron el negro, que se puso de moda a finales del siglo XVIII.
Desde entonces, las Cofradías y las procesiones estuvieron a punto de desaparecer con la llegada al trono de Carlos III. La penitencia era algo que chocaba con las ideas de la Ilustración, por lo que prohibió que se azotaran en la calle públicamente, que se cubrieran el rostro con un antifaz y que saldrían de noche.
Tras la Guerra de Independencia el regreso al absolutismo, las hermandades volvieron a su actividad, pero la penitencia,que ya se consideraba cosa de dos siglos pasados nunca se recuperó.
Hoy las procesiones de Semana Santa en España o la de Querétaro que el Frayle Franciscano Ernesto Espitia fundó, hace 59 años en 1965 en donde solo participaron 17 penitentes en torno al Atrio del Templo de la Santa Cruz. El próximo viernes santo participarán alrededor de 2000 penitentes mujeres y hombres y algunos infantes, integrantes de la Hermandades: La Santa Cruz, La Cañita, San Juan, Esquipulas, Nazarenos, La Piedad, y El Santo Entierro.
Van mucho más allá de lo religioso y forman parte de una cultura popular que tiene un sentido festivo, identitario, que cuenta con el regreso cada año a una fecha, a una gente conocida, a un sentimiento de la ciudad y a una forma de entender la vida que hace que el vienes Santo y está fiesta siga viva.
Algunas interpretaciones incluso la conectan con el sustrato importante de la cultura romana clásica que existe en España donde a finales de marzo se celebraban fiestas en torno a la primavera.
Aunque las procesiones sean muy serias y rigurosas, también tienen sentido festivo tradicional.
Por eso es difícil hacer entender a los de fuera que quienes se visten de nazarenos dan un testimonio de fe, no son solo señores anclados en el pasado si no que pueden ser jóvenes, mayores, mujeres, hombres, la sociedad civil, multi religiosa multicultural de otras religiones hasta ateos hay.
