Unas cuantas horas antes de la hora señalada por Donald Trump cuyo anuncio de pistolero del oeste mantuvo en vilo a medio mundo (en nada semejante al western “High noon” dirigido por Fred Zinnemann con Gary Cooper, Grace Kelly, Lloyd Bridges y Katy Jurado), la jefa del Estado mexicano, la presidenta (con A), Claudia Sheinbaum, reaccionó ecuánime porque hay un gran plan para hacer frente a cualquier escenario.
Horas más tarde su sosiego se vería recompensado por la realidad arancelaria. México esquivó el extremo y de una manera u otra el Temec evitó males mayores…
Ya el día anterior había rechazado por salvaje y vengativa la Ley del Talión. Nada de ojo por ojo; arancel por arancel o diente por diente. Eso no lleva a ninguna parte, nos instruyó. Tampoco abuso por abuso, amenaza por amenaza; dron por dron, exigencia por exigencia, control por control, intromisión por intromisión. No. Eso no.
Y muy por la mañana recalcó los valores estratégicos del “Plan México”, cuyo listado de propósitos es tan impresionante y etéreo como todo compendio de anhelos. Ya verlo cristalizado en felices realidades productivas, generadoras de empleo y expansoras del mercado interno (mientras no siga siendo un tianguis), en tiempos de crecimiento cero, es otra cosa y necesita, como todo en la vida, tiempo. Mientras tanto, serenidad y paciencia en dosis cotidianas.
Pero recordemos los puntos del plan nuestro de cada día:
1. Estar en el top 10 de economías del mundo
2. Elevar la proporción de inversión respecto al PIB, arriba del 25 por ciento para 2025 y 2 para 2030.
3. Creación de 1.5 millones de empleos en manufactura especializada.
4. 50 por ciento de la proveeduría y el consumo nacional en textil, calzado, mobiliario y juguetes.
5. Incremento de 15 por ciento en contenido nacional en cadenas de valor globales en sectores automotriz, aeroespacial, electrónico, semiconductores, farmacéutico, químico.
6. La mitad de las compras públicas serán de producción nacional.
7. Vacunas hechas en México, con énfasis en biotecnología avanzada.
8. Reducción de trámites para inversiones de 2.6 a 1 año con 50 por ciento menos tramites y requisitos.
9. Formación de 150 mil técnicos y profesionistas anuales.
10. Promover la sostenibilidad ambiental empresarial, incluyendo el reúso de agua y energía limpia.
11. Lograr que 30 por ciento de las PYMEs tenga acceso a financiamiento.
12. Colocar a México entre los 5 países más visitados del mundo.
Pero mientras México promueve soluciones internas, Trump hace lo mismo. Para él todo es un asunto endogámico, porque han perdido “trillones y trillones” de dólares en beneficio de otras naciones, lo cual para él resulta inadmisible cuando su anhelo es llegar al momento dorado de la vida americana, haciendo a su país tan grande como nunca ha sido.
Y todo eso lo quiere lograr mediante una política arancelaria cuyo primer efecto ha sido sobresaltar al mundo cuando él se imagina cómo sobrecargar su economía.
En un discurso de saltos y desorden de ideas, pero bajo una sola estructura de proteccionismo y justificación justiciera, como víctima (tenemos amigos, dijo al hablar de Canadá, que nos imponen 250 de aranceles a sus productos lácteos) les exigió a México y a otros países afines, “ponerse a trabajar por sí mismos”; porque nos han costado 300 billones de dólares.
Lo abultado de esas cifras contrasta con el inexistente rigor de su origen. Nadie sabe de dónde vinieron. Pero, como la mayoría de los populistas, él también tiene otros datos.
La sola forma de presentar su farragoso discurso de saltos geográficos y agravios comerciales revela la inconsistencia de su exposición de caprichos.
Pero consistente o no, eso –lo admitamos o lo censuremos– marca las nuevas reglas del juego, las cuales prevalecerán para el mundo y nosotros durante un tiempo indefinido.
“Si las compañías extranjeras se quejan, les diremos, vengan aquí. Pero ahora les decimos, no nos manipulen. No nos seguirán haciendo daño económico.” Locura total.
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