Muy interesante el cambio ideológico del gobierno de la República. Mientras por años y años los grandes momentos nacionales se ampararon en las ideas del liberalismo reformista del siglo XIX o el credo revolucionario del siglo XX; en esta época de inteligencia artificial, la conducción del país se inspira en el enjaezado turbante de Kalimán y el disciplinado aprendizaje de Solim.
Si hace apenas unos días en el funeral de Estado del último tlatoani mexica (exequias sin cadáver, ni astillas, ni cenizas), la inspiración indeclinable de nuestra resistencia nacional era Cuauhtémoc, con cuyo ejemplo quisimos escribir la historia, hoy es preferible enfrentar los embates del imperio con la serenidad y la paciencia de un héroe de historieta.
“Ya lo definiremos (cómo reaccionar ante la política de Trump), vamos día con día.
“Por eso digo: Serenidad y paciencia. Kalimán es un… Bueno, yo, muchos de nosotros crecimos con Kalimán, ¿no?, y entonces le decía a Solín, que lo acompañaba: “Serenidad y paciencia, mi querido Solín”.
“Es el consejo que le doy a todos mis compañeros y a mí misma: “Serenidad y paciencia, mi querida Solín”.
La serenísima y pacientísima declaración de nuestra presidenta (con A), fue planteada en términos de baja temperatura mental (siempre nos recomienda tener fría la cabeza y la frente en alto) a pocas horas –menos de 24– del discurso de Donald Trump ante el congreso de su país, con motivo de la presentación anual del mensaje sobre el estado de la Unión.
En esta ocasión, dado el corto lapso transcurrido en este segundo periodo de Trump, la imposición de aranceles, el nuevo diseño de la globalidad con Europa, sus amenazas de abandonar organismos internacionales (la ONU, incluida); su aversión al sostenimiento del a OTAN, el exterminio en Palestina y el abandono de Ucrania, son los temas de revisión, no de conclusión.
Si bien todo lo antes expuesto reviste interés general, para México no hay nada tan importante como la imposición de aranceles cuya aplicación a partir de hoy, como de seguro ratificará hoy el presidente estadounidense, hemos hecho de todo; obedientes concesiones, acatamientos y violaciones legales, desde la movilización obsecuente de tropas a la frontera norte; reforzamiento en la del sur, revisiones migratorias, recepción de indocumentados con los brazos abiertos y entrega de criminales sin procesos de extradición ni recato judicial alguno, entre otras cosas como aplausos a sobrevuelos de espionaje. Pero de nada ha servido.
Los aranceles no pueden ser ignorados porque entonces Trump llegaría al Congreso con las manos vacías. Y eso no le conviene a su imagen de dureza inclemente. Ya los aplicó en cuanto a exportaciones de aluminio y acero y los impondrá –así los retire en un corto plazo–, pero no llegará al Capitolio con la marchita flor del arrepentimiento.
Sería exhibido como arrepentido, con índice de fuego, por la senadora demócrata Elissa Slotkin quien analizará el documento del presidente Republicano. Una especie de respuesta, como aquí se acostumbraba cada primero de septiembre. Cuando había Informe.
Pero los usos congresuales en Estados Unidos nos importan poco. Si no atendemos los de aquí, mucho menos los de allá.
Lo realmente importante es el camino por recorrer. Y para eso sirve el kalimanismo mexicano, complemento evidente de nuestro humanismo, cuya práctica bien la haría al señor Zelensky, maltratado presidente de Ucrania.
Y en cuanto a nosotros, pues hasta ahora la reiterada práctica de negociaciones persuasivas ha sido infructuosa. Tampoco ha servido de nada el terco intento de probarles a quienes las proponen, lo nocivo de esas prácticas arancelarias para ellos mismos. Ya no digamos el desértico clamor de cuán importantes somos para ese país hasta el extremo de sentenciar con solemnidad, si no fuera por los mexicanos, Estados Unidos no serían lo que son. Ándale pues.
Una vez más, si se me permite la expresión con todo respeto para el Estado laico, tan lejos de Dios pero tan cerca de Kalimán, gracias a Dios.