Fue pionero del proyecto de electrificación ferroviaria México- Querétaro y Cónsul Honorario de Italia en varios Estados del Bajío. Me llama la atención su buena disposición cuando le solicito una entrevista para que me platique el origen de la telenovela del tren y qué lecciones podemos aprender y utilizar en la ejecución del nuevo proyecto. Es tan entusiasta la respuesta de Giovanny Bellei, que lo interrumpo y le digo:
– Aprecio tu deseo de informarme, pero me provoca curiosidad toda ese energía que despliegas para hablar de un tema que te sucedió hace un buen número de años. Te haré como primera pregunta, la misma que hacían algunos filósofos: ¿Cuál es tu «sed» para informarme. Es decir, tu deseo profundo, tu motivación íntima, que te sacude para toda tu actitud tan extrovertida y vehemente?
– « Edmundo ¡Qué rara pregunta! Pero me gusta. El tren eléctrico fue mi gran sueño de juventud, cuando te sobran las fuerzas, las esperanzas y la audacia. Cuando, como dicen los poetas, te dan ganas de domar potros y atravesar ríos. Ahora quiero transmitir todas mis experiencias a los nuevos responsables del tren. Quiero corresponder de alguna manera todo lo que me ha dado México. Pero mis sentimientos íntimos no son importantes, sino lo que yo transmita y que pueda servir y ser aportador al tren eléctrico en las actuales circunstancias. Te platico».
– «En el ya lejano 1981, vine a México, pues el Banco Mundial dio a México un financiamiento por ochocientos millones de dólares para la realización del tren eléctrico. El organismo internacional se mostró tan deferente con el recurso, pues México tenía de las mayores estabilidades políticas de América Latina y la producción del petróleo estaba en su mayor apogeo. El país ocupaba el décimo primer país industrial a nivel mundial. Estos factores representaban el mayor estimula para otorgar esa cantidad de ochocientos millones de dólares, que en esos años era una cifra muy considerable».
– «El mismo Banco Mundial, junto con la Secretaría de Comunicaciones, convocaron en Nueva York a un concurso abierto para la realización del proyecto. Participaron empresas de todo el mundo. Ganaron los japoneses; los franceses con el antecedente de trabajar en México en el METRO; la General Electric de Estados Unidos; de México, Constructora General del Norte; Italia con la empresa SAE, que en esos momentos yo representaba y era el Director del Proyecto. Quiero hacer énfasis que todos los ganadores tenían un alto grado, no solamente de especialización, sino también de reconocida experiencia en trenes eléctricos».
-»Empezamos a trabajar con el contrato que se firmó y con un calendario muy preciso, la idea era terminar antes de que concluyera el sexenio de López Portillo. Hubo problemas, porque el dinero del tren, que supuestamente estaba etiquetado, es decir, dedicado concretamente al tren, fue destinado a otras obras. Este desvío fue la bandera a cuadros que dio la salida a todo tipo de perjuicios al proyecto».
-»Vinieron una serie errores, de metidas de pata como tú dices. Si no fuera por los costos tan grandes para México, podrían ser el guion para una comedia hilarante de los Tres Chiflados. Al realizar las primeras pruebas, los durmientes, donde van anclados los rieles, encargados a una empresa mexicana, se rompieron pues nos pusieron el acero de acuerdo con la carga».
(No le dije a Giovanny pero no pude evitar recordar lo que pasó en el Tren Maya, donde los amigos del hijo del Presidente, pusieron un balastro de mala calidad. que provocó un descarrilamiento)
-»En el primer proyecto de electrificación estaba previsto un solo contenedor, calculado para que tuviera la altura correspondiente y tomara la electricidad requerida para mover al tren. El proyecto se retrasó hasta que años después el Presidente Zedillo retoma el proyecto. No te puedo asegurar, no sé si para abatir costos o para apresurar la terminación del proyecto, el resultado es que no se previeron las consecuencias de las acciones que se tomaron, por ejemplo, le pusieron otro segundo contenedor para transportar una mayor carga. Así de fácil».
-»El problema es que con el segundo contenedor se violaban los reglamentos internacionales, al afectar la altura se producían graves problemas con la seguridad eléctrica, se hacía discontinua. Te puedes imaginar los efectos a una gran velocidad. Se decidió quitar cables y las instalaciones eléctricas, que la Comisión Federal de Electricidad había instalado. Por cierto, el cobre fue quitado en la noche y desapareció. El tren quedó como una locomotora normal, que fue el Tren Constitucionalista».
– «Finalmente, vale mencionar que ya se habían comprado diez y nueve locomotoras, algunas chocaron y otras se embodegaron en San Luis Potosí. Donde se robaron partes y quedaron como chatarra».
Giovanny se queda callado y busca en sus papeles algún documento que avale sus dichos. Yo también guardo silencio, con una reflexión: no hemos tenido una clase política con un mínimo grado de patriotismo y de decencia, ha sido una tropa de ocupación de forajidos, dispuestos a robar lo que se pueden y salir huyendo. Giovanny retoma la palabra.
– «Edmundo, los fantasmas del primer proyecto fueron: la incompetencia y la corrupción. Son los fantasmas que se tienen que exorcizar en el nuevo proyecto. Pero no te confundas, lo que te he platicado no quiere decir que no esté de acuerdo con el proyecto del tren eléctrico, por supuesto que debe de hacerse, eso es algo indiscutible y debe ser de México hasta Laredo».
-»El propósito, te insisto, es no repetir los errores, que en estos momentos serían más graves, pues la situación de México no es tan optimista como en los ochenta. Las equivocaciones serían de espanto y se difundirían, te puedo asegurar con escándalo, pues se trata de vidas humanas». «Pero tiene un aspecto que también puede ser muy benéfico para México, no hay duda que el país está, creo que más que nunca, ante la atención del mundo. Si se hace del tren eléctrico una obra ejemplar, México sería catapultado a las alturas que se merece».
– Giovanny, disculpa que te interrumpa, me angustia que en el nuevo proyecto se aplique la conseja, de que cuando no se aprende de la historia se está condenado a repetirla. De lo que sabes del actual proyecto ¿Qué te preocupa o te llama la atención?
– «Lo primero que me preocupa es que sea el Ejército el que dirija el proyecto. No dudo la capacidad de los ingenieros de las Fuerzas Armadas, casi te puedo asegurar que tienen gente muy talentosa. Pero un tren eléctrico es otra cosa, imagínate que tienes muy buenos mecánicos para componer un Volkswagen, pero lo que tienes ahora es la necesidad de construir es un Ferrari eléctrico. Los niveles son abismales».
– «Me preocupa también que digan que la velocidad del tren será de 170 kilómetros, cuando para hablar realmente de un tren eléctrico, la velocidad mínima es de doscientos kilómetros por hora. Mi sugerencia es que se contraten empresas especialistas asesoras y, sobre todo, supervisoras. Que sumen la solidez teórica y la experiencia en el terreno».
Giovanny toma aire, bebe un poco de agua, sigue con un entusiasmo inagotable, que quisiera que me contagiara, pues ya siento los dedos engarruñados de tanto escribir.
– «Me alarma que la primera propuesta para la estación del Querétaro se ubique fuera de la ciudad. De esta manera, sumas un tren eléctrico con mínima velocidad con la llegada a las afueras de la ciudad. En otras palabras, el ahorro del tiempo, ventaja del tren eléctrico, puede quedar muy disminuida. La gente pagaría por la seguridad más que por el ahorro de tiempo».
-» De seguro los constructores ya lo tomaron en cuenta pero tengo que decirlo, cuando una empresa se instala en Querétaro, lo primero que analizan es la capacidad energética. El tren eléctrico debe estar bien abastecido de energía y de una energía segura, constante. No te puedes dar la irresponsabilidad criminal de una energía eléctrica cíclica, inconstante. Las consecuencias a esas velocidades no me las quiero ni imaginar».
-»No te puedo hablar del Tren Maya, pues sólo opino de lo que he vivido, pero si te quiero decir, que una cosa es construir un tren en la selva, en un terreno plano, que construir un tren en el centro del país, donde el terreno es muy irregular. Para mantener la velocidad se deberán eliminar en lo posible las curvas por medio de puentes, túneles o viaductos. Esto significa que los derechos de vía tendrán que ser revisados, no serán los mismos que los aprovechados en el tren Constitucionalista».
-»En los ochenta el tema de la ecología no tenía trascendencia, ahora es clave. Sin duda que el problema del agua que padece la región, deberá exigir estudios más profundos sobre el suelo, muy superiores a los que se hicieron con el Constitucionalista».
– Giovanny, gracias por la entrevista, deseas agregar algo.
– «Si me permites Edmundo, si quisiera agregar algo. Quisiera regresar a tu primera pregunta, sobre cuál es mi «sed». Te confieso que cuando era joven mi «sed» era mandar. El tiempo, el estar en este hermoso país, convivir con tanta gente tan maravillosa, tengo otra «sed», mi sed es: servir. Mandar no sacia la sed, es espuma que siempre te deja más «sed». Servir es profundidad humana, es plenitud. Gracias a ti y a Plaza de Armas, por darme la oportunidad de transmitir mis experiencias y cumplir con mi «sed» de servir».