¿En qué medida el Fallo del Panel Intergubernamental sobre el maíz transgénico incide en la generación de desigualdades comerciales y ambientales en el marco del T-MEC?
En primer lugar, hay que precisar que el libre comercio es tanto para una parte como para la otra. Y dicho Fallo se pronuncia sobre la prohibición de México a la importación de maíz transgénico y su consumo humano, y veta cualquier decisión de México al respecto, sin importar, los impactos negativos en la salud humana, pues lo que está de fondo en dicho Fallo es la imposición política unilateral y el interés económico de empresas estadunidenses, sin tomar en cuenta las evidencias científicas que se aportaron, y el principio precautorio, además del contexto geográfico de México, como centro de origen del maíz. Y en segundo término, tal decisión, traerá efectos importantes sobre la agrobiodiversidad.
Ya desde la Ley de Bioseguridad, se limitó el cultivo de transgénicos en áreas de producción orgánica (Artículo 90 Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados), y la misma Ley de Bioseguridad, también prohíbe y restringe su cultivo en zonas consideradas centro de origen, en especial del maíz, que mantendrá un régimen de protección especial (Artículo. 2°, Ley de Bioseguridad).
El metabolismo comercial, se refiere a la fusión de las dinámicas económicas, políticas y también ambientales existentes, entre los actores que concurren en un espacio comercial con el conjunto de condiciones que regulan dichas relaciones comerciales y ambientales sin descuidar el marco actual de la producción de alimentos sanos y la salud humana, y en consecuencia, las relaciones comerciales y ambientales operan en y a través de la metabolización del comercio y medio ambiente, que transforman tanto la naturaleza como la economía. Y justo en este punto es donde las condiciones materiales que componen los entornos comerciales son controladas y manipuladas, y sirven a los intereses de ciertas élites y países desarrollados a costa de las poblaciones marginadas, de otros países en desarrollo y de la agrobiodiversidad. Por lo tanto, los que cuentan con mayor poder son capaces de controlar quién tiene acceso a los recursos, la exportación de productos y la calidad de estos y decidir cómo se utilizan. Dando cuenta de las desigualdades e injusticias socio-político-ambientales, como por ejemplo la obtención de energía o el acceso al agua potable fronteriza, la alimentación o los aranceles en el comercio.
Así es que tenemos una situación de franca imposición comercial con graves impactos en la salud humana y en la agrobiodiversidad.
No obstante, se debe observar la soberanía nacional, para indicar o regular, que especie de maíz debemos cultivar y consumir en México en atención a su biodiversidad, que implica, ser un centro de origen del maíz, así como también debido al consumo para lograr una mejor alimentación sana.
La liberación de transgénicos provoca graves problemas (por ejemplo, Francia y Alemania prohíben el cultivo del maíz transgénico) al medio ambiente, como ya se sabe, entre estos encontramos los siguientes:
– Daña a la fauna del suelo.
– Daña a otras especies de insectos beneficiosas.
– Es imposible prevenir la contaminación genética: no se puede contener el polen, transportado por el viento o las abejas. Una vez liberada una planta transgénica, es imposible evitar que contamine a sus equivalentes no transgénicos.
Pero además, a nivel global se ha comprobado que:
– Los transgénicos multiplican el uso de herbicidas y otros agrotóxicos, con las consecuencias que esto supone para el medio ambiente y la salud humana.
– Promueven un modelo de agricultura altamente industrializado que está expandiendo la frontera agrícola en zonas naturales de América Latina.
– Muchos agricultores de EEUU y Argentina tienen graves problemas de control de malas hierbas, ya que las malas hierbas se están volviendo resistentes a los herbicidas asociados a los cultivos transgénicos.
– Algunos cultivos transgénicos transfieren los genes introducidos a plantas silvestres emparentadas, transmitiendo esta modificación genética, lo que afecta gravemente a la biodiversidad y plantea consecuencias imprevisibles de estos nuevos seres liberados al entorno.
Los transgénicos no contribuyen a la sostenibilidad, y en particular, el maíz transgénico, pues la mayor evaluación de la agricultura mundial realizada hasta la fecha fue un proyecto que duró 4 años, desarrollado por la ONU, la FAO, el Banco Mundial y otras agencias, junto a más de 400 científicos.
Y la conclusión fue clara: hay que apostar por métodos agrícolas biológicamente diversos y los cultivos transgénicos no desempeñan un papel relevante en la búsqueda de la sostenibilidad.