Ante los atropellos trumpianos el gobierno de México nos pide unidad nacional, pero a muchos gobernados tilda de traidores a la patria. ¿Por qué? Por exigir, desesperadamente, la participación conjunta de los gobiernos de EE.UU. y México para combatir en nuestro territorio al crimen organizado. Hasta hoy esa tarea ha estado marcada por engaños, desconfianzas y traiciones de ambas partes, con violación constante de nuestra cacareada soberanía. El levantón a Zambada es una paja en el pajar, y la confabulación de Tartufo y cuatroteros con los empoderados delincuentes es evidente.
Es ridículo que ante tal desafío la emperatriz se envuelva en la Bandera Nacional, invoque nuestro himno guerrero, y como estrella rutilante proclame a las naciones que “a México se le respeta porque somos un país libre, independiente y soberano”, cuando esos conceptos, en un mundo globalizado, están virtualmente acotados (en todos los países) por diversos factores internos y externos; más en uno como el nuestro: institucionalmente destruido e históricamente dividido. Las palabras de la susodicha son retórica ociosa que causa hilaridad.
Conozcamos nuestra historia y hablemos con la verdad: Si López de Santana cedió a los yanquis más de la mitad de México, Benito Juárez les entregó la soberanía del resto. Dos párrafos de su puño y letra demuestran el origen de nuestra histórica dependencia:
1) El 25 de abril de 1860 Juárez escribió a Epitacio Huerta: “… siento, como usted, que la gran familia liberal no haya podido por sí sola y sin la ayuda del extranjero pulverizar a la reacción y levantar sobre sus ruinas los altares de la libertad… Miramón había combinado perfectamente su plan de campaña sobre ese puerto valuarte de la libertad (Veracruz), de manera que si los vapores norteamericanos no capturan a los buques de Marín y lo aprehenden a éste, la plaza se rinde y la nefasta reacción triunfa indefectiblemente…”.
2) “… El señor comandante Turner, así como los demás jefes de los otros buques americanos reciban nuestro recuerdo… El hecho será inolvidable para la República Mexicana, y en el corazón de los demócratas el nombre de Turner y de los suyos vivirá (sic) eternamente…”.
Para entender nuestra realidad, ciertamente ese es uno de los hechos que debe ser “inolvidable”, como afirmó Don Benito.
Mientras el oficialismo siga hablando de la “nefasta reacción” y de los “traidores a la Patria” no habrá unidad nacional, y México seguirá destruyendo su futuro, ahogado en la violencia, la corrupción y las mentiras.
Los ciudadanos debemos unirnos para enfrentar el acoso exterior, sin que ello implique dejar de luchar por la reconstrucción de nuestras instituciones, exigiendo al gobierno el respeto a nuestros derechos y libertades.
El olvido de esos deberes sí constituye traición a la Patria.