Sergio Ángeles
Dado que la relación entre un banco central y el Gobierno es compleja por diseño, esta debe ser bien prevista en la Ley para minimizar los puntos álgidos y fricciones entre ambas partes, aseveró Agustín Carstens, director general del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés).
“La autonomía de un banco central se crea para que en momentos complicados alguien le pueda decir al Gobierno: no. Y eso precisamente va a crear fricciones.
“Entonces, no podemos pensar que la autonomía es un factor que facilite una relación armónica entre un banco central y el Gobierno. Eso es lo deseable, pero debemos ser conscientes de que van a haber fricciones”, explicó el ex Gobernador del Banco de México (Banxico) durante un simposio en Madrid.
En esta coyuntura, Carstens puso en contexto el tema del resultado de operaciones del banco central en México (Banxico), en el cual hay dos posibilidades: de que haya utilidades (remanente) o de que se registren pérdidas.
“El debate siempre es que el Gobierno quiere más de las utilidades y el banco central, pues quiere ser prudente, sobre todo porque el tema cuando es más controversial es cuando son utilidades no realizadas por valuación del balance del banco central.
“Ahí, si se descuida uno puede repartir utilidades no realizadas, lo cual al fin del día es emisión primaria y eso entra en contraposición con la posibilidad de no darle financiamiento directo al Gobierno”, explicó el también ex Secretario de Hacienda.
Sin embargo, Carstens explicó que el papel fundamental de un banco central no es generar utilidades ni tampoco está diseñado para tal fin, ya que lo anterior alejaría al instituto de su objetivo de mantener una inflación baja y estable debido a la depreciación del tipo de cambio.
“En el caso de México, cuando era Gobernador de Banxico, hubo épocas en que teníamos activos internacionales muy grandes y el peso se estaba apreciando, entonces cuando pasabas los activos internacionales en el balance a pesos estábamos teniendo pérdidas por valuación y reportábamos pérdidas.
“Con esto me cuestionaban en el Senado. Entonces, les dije ‘si quieren que tenga utilidades, las puedo tener. Necesito hacer un pronunciamiento descabellado de que el peso se va a depreciar, se van a revaluar los activos y vamos a tener utilidades’.
“Sin embargo, esa acción hubiera generado inflación, por lo cual no se hubiera cumplido el mandato de Banxico. Entonces, ahí el Senado entendió que las utilidades se generan en el ejercicio de tus funciones y en la persecución de tu mandato”, explicó Carstens.
En 2024, el peso mexicano fue la cuarta divisa global más depreciada, con una caída de 22.96 por ciento, únicamente detrás del peso argentino, el real brasileño y el rublo ruso. Con este resultado, existe una amplia posibilidad de que Banxico entregue al Gobierno un remanente de operación por la valuación de activos del banco central.
De esta forma, el director del BIS aseguró que a pesar de tales fricciones puede existir un punto en que algunos arreglos, muchos previstos en Ley, faciliten el tránsito y la relación entre el Gobierno y el banco central.
“Un punto no negociable es que la autonomía operativa se debe hacer valer, esto quiere decir que nadie puede instruir a un banco central cómo utilizar su crédito y sus tasas de interés. En muchos casos hay prohibiciones expresas de que no puede haber financiamiento directo al Gobierno.