Desde 1988, el profesor inglés Norman Myers, estableció que en el mundo existían 10 hotspot (hotspot es aquella región con al menos 1, 500 especies de plantas endémicas que sobreviven en 30% o menos de su hábitat natural) de biodiversidad con altas concentraciones de especies endémicas, que enfrentaban altos grados de amenaza y al año 2020 dicha lista ha crecido a 36 y lo más importante, es que tres de ellos se encuentran en México.
En dichos espacios, aunque abarcan sólo 2.4% de la superficie de la Tierra, en ellos se ubica más de la mitad de las especies vegetales endémicas y 43% de las especies endémicas de aves, mamíferos, reptiles y anfibios.
Los tres hotspots ubicados en México son: el mesoamericano, que va desde México central hasta el canal de Panamá; el de la provincia florística de California que mayormente se ubica en Estados Unidos y abarca un poco de Baja California; y el de los bosques madredenses de pino-encino, que incluye las principales cadenas montañosas del país.
Dichos sitios relevantes para la conservación de la biodiversidad en México han enfrentado desde hace décadas distintas amenazas como la urbanización, la deforestación, el cambio de uso de suelo, la venta ilegal de especies, la contaminación y la sobreexplotación de recursos naturales, entre otros.
No obstante, hay que decir que las principales amenazas a la biodiversidad se encuentran: en la destrucción del hábitat y la fragmentación de los ecosistemas, por lo que es importante mantener o recuperar la conectividad ecológica de dichos ecosistemas para que se permita el movimiento de los organismos o incluso el flujo genético entre éstos.
Y según estudios recientes se ha dicho que se “ha perdido alrededor de 70% de la vegetación original de los bosques y selvas del país, y -que dicha pérdida, además, se cuentan- los remanentes que están altamente fragmentados.”
Resulta relevante para saber qué conservar, conocer ¿cuáles son las tendencias de pérdida de la vegetación y el impacto antropogénico? Y se señala como una de las estrategias centrales, la de proteger a las especies amenazadas listadas en la Norma Oficial Mexicana 059-Semarnat 2010, así como las endémicas y las especies de distribución restringida.
La conservación de la biodiversidad no consiste en reforestar y tener muchos individuos vegetales, pues de lo que se trata es de mantener el funcionamiento, la estructura y procesos interactivos entre las especies de los ecosistemas naturales.
Hay destacar que en México, los bosques templados representan el 20% del territorio y de ese porcentaje, al menos, el 15% son de pinos y sólo un 5% de encinos.
Estos bosques de pino actualmente se encuentran con altas tasas de deforestación, producto del cambio de uso de suelo para la agricultura y la ganadería, la tala y la baja reforestación.
Por su parte, los encinos son especies de muy lento crecimiento y no hay una fuerte reforestación con encinos, por el contrario, se están reemplazando por pinos. A pesar de ello, en el estado de Querétaro, existen sitios representativos de encinares como el que se localiza en el Parque Joya La Barreta dentro de la capital y los que se encuentran en el municipio de Amealco.
Asimismo, los efectos del cambio climático también se dejan sentir en los bosques templados, ya que, se ha observado, que son los más sensibles a la variación climática, porque padecen de un calentamiento más acelerado, además de que localizan en zonas que están sufriendo de mayores sequías.
Los estudios demuestran que la pérdida de especies y de ecosistemas es más acelerada en el presente que en siglos anteriores, y está relacionada con el impacto que tiene no sólo en la especie que se perdió, sino en la pérdida de múltiples especies, de la diversidad genética que hay dentro de cada una de ellas y de sus hábitats en general. Así, “Desde la parte biológica estaríamos perdiendo el acervo biótico, ecológico, genético y paisajístico de un sistema, pero también podemos perder servicios ecosistémicos”.
El eliminar un elemento del ecosistema puede desestabilizarlo por completo. Y aunque ocupemos esos espacios, nunca más volverá a ser lo mismo. Hay que tener claro que en los ecosistemas, en donde la importancia de una especie no radica sólo en la propia especie, sino en todo lo que está alrededor de ella y con lo que guarda relación.
De lo que se trata, es que debemos aprender a conservar, proteger, cuidar y a convivir con las especies en un mundo que cada vez está más fragmentado, sobre todo en la urbe. Pues de lo contrario, el ecosistema colapsará, desapareciendo dichos ecosistemas.
Hoy en día el principal riesgo se encuentra dentro de las ciudades donde va desapareciendo la biodiversidad, aunque se agreguen mas árboles y sobre todo, exóticos.
En cuanto al municipio de Querétaro, la Delegación Municipal, con base en los datos arrojados en el Estudio de Biodiversidad Urbana del Municipio de Querétaro (2022), se infiere, que es la Delegación Municipal (Santa Rosa Jauregui) la mejor en cuanto al índice de Biodiversidad, así como en el porcentaje de especies nativas a pesar de contar con una densidad promedio. Mientras que la Delegación con menor índice de biodiversidad es el Centro Histórico.
Y de acuerdo al estudio citado, existen 119 especies en el municipio, de las cuales, hay un mayor porcentaje de Dicotiledóneas.
Lo de hoy, es conservar y proteger la biodiversidad del municipio, si queremos mantener una digna calidad de vida, un medio ambiente sano y los servicios ecosistémicos (de remoción de contaminantes, captura de CO2 e infiltración de agua.)
Finalmente diré, que ya existe un marco normativo sobre la biodiversidad en el estado, pues en el Código Ambiental en su Artículo 15, dice: Para la formulación y conducción de la política ambiental y la expedición de los instrumentos previstos en este Código, se observarán los siguientes principios: XVII. La biodiversidad es un bien jurídico ambiental que importa un valor sujeto de protección por este ordenamiento y tiene un carácter colectivo en cuanto a su disfrute y titularidad.