Yanireth Israde
Sobre la gente que hace ciencia, no solamente resultan de interés sus hallazgos, sino las circunstancias en que se produjeron, observa Sergio de Régules, autor de Y sin embargo te mueve, un ensayo que muestra lo seductora que puede ser esta materia… bien contada.
El libro, publicado por la editorial Grano de Sal y subtitulado “deleitar, conmover y persuadir con la ciencia”, trata de la divulgación científica como literatura y cómo puede expandir sus alcances para narrar lo que le sucede a la gente de carne y hueso.
Por ejemplo, cuando se refiere a un tema como la gestión de la incertidumbre, aspecto inherente a la divulgación, el volumen relata la experiencia de sismólogos italianos enjuiciados por un “homicidio involuntario múltiple” al supuestamente desestimar el peligro de una serie de temblores leves, a los que siguió un terremoto en el que fallecerían 300 personas.
De Régules compendia su experiencia de más de 30 años de divulgar la ciencia en libros, artículos y conferencias, entre otros medios, y explica -y aplica- los “superpoderes” necesarios para lograr una lectura cautivadora e informativa a la vez.
El autor, coordinador científico de la revista ¿Cómo ves?, de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM, rememora en este ensayo cómo lo conmovió la serie Cosmos, de Carl Sagan, o la sinfonía cuántica que escuchó en su clase de Física Moderna, experiencias que lo perfilaron como divulgador.
“Mi misión autoimpuesta desde aquella vez en que salí al borde de las lágrimas de una clase de mecánica cuántica ha sido mostrar que la ciencia es parte de la cultura”, destaca De Régules en la obra.
Una buena divulgación científica, detalla en entrevista, habrá de relatar cómo se llegó a un resultado, cómo se validó, quién y por qué lo hizo, así como las circunstancias históricas, entre otros aspectos.
“Y contar no sólo el resultado, sino todo lo que lo rodea, todo el contexto institucional y social, porque ahí es donde están las historias de gente de carne y hueso, y de sangre, sudor y lágrimas que puedes explotar para hablar literariamente de la ciencia”.
Por eso no bastan los conocimientos científicos, sino que es imprescindible dominar las técnicas de la escritura literaria, que es “lo opuesto de la redacción de papers que se enseña en las carreras científicas”, contrasta el también traductor, compositor y pianista ocasional.
El libro, parte de la Biblioteca Científica del Ciudadano de Grano de Sal, se ocupa de varios malentendidos, entre ellos que la divulgación científica diluye o rebaja los conocimientos.
“Hay un montón de malentendidos, por ejemplo, que la divulgación de la ciencia tiene que ser como ciencia diluida, ciencia rebajada o ciencia ‘tontificada’. Ése es un primer error; otro, que la divulgación de la ciencia son como clases o que es propaganda de la ciencia o de las instituciones de investigación, y la verdad es que tú puedes hacer ese tipo de divulgación, pero a ver quién te lee, o quién va a tu platica, o quién ve tu video, porque finalmente eso es un comercial”.
Otro punto al respecto es hablar desde la supuesta superioridad del saber científico, añade De Régules.
“Parte del asunto de convencer al público, de cautivarlo, de que se quede leyéndote, es que no lo trates como si fuera un tonto, como si fuera inferior. Creo que eso lo sabe cualquier persona con dotes de comunicación; sabe que lo último que haces es poner al público en una posición de inferioridad respecto a ti.
“Muchos científicos -hay científicos muy buenos divulgadores, he de decir- sienten que la ciencia es una forma de pensar necesariamente superior, y eso entra en conflicto con un montón de cosas. Primero, con las buenas relaciones humanas: no puedes establecer una buena relación humana sobre la idea de la superioridad. Y también es un asunto de democracia y de ciudadanía: somos ciudadanos, y eso quiere decir que todos somos iguales. No se le puede permitir a nadie tener el monopolio de la verdad absoluta y del razonamiento. Eso es muy antidemocrático”.
El tono docto que adoptan algunos científicos al difundir sus investigaciones contribuye a la idea de que la ciencia es una cuestión difícil, incluso ajena, puntualiza el autor.
“Primero está la escuela, que en general hace que mucha gente desarrolle un rechazo hacia las ciencias, pero si encima llega el representante de la ciencia y se te presenta como un ser inalcanzable, superior, pues se exacerba el rechazo que puede uno tener.
“También he visto casos en que cierto tipo de público le gusta que lo traten así. No sé si serán masoquistas o qué, pero hay gente a la que le gusta que la regañe el autor, pero yo creo que la mayoría de la gente es ciudadana inteligente y no va a permitir eso”.
De Régules, también autor de El universo en un calcetín, La Mamá de Kepler y Las orejas de saturno, recuerda que una de sus compañeras en la carrera de Física consideraba genial a un maestro por su lenguaje incomprensible.
“Me acuerdo vívidamente. Entrabas a principio de semestre a distintas clases, para ver con qué profesor te metías. Al salir de una ellas, esta chava dijo: ‘Fulano de tal es un genio: ¡No se le entiende nada!’, pero, ¿para qué quería meterse a las clases de un genio al que no se le entiende nada? Es un poco raro, pero hay gente a la que quizá la atraiga la figura del genio inalcanzable e incomprensible”.
Dividido en dos secciones, “Qué y para qué” y “Cómo le hacemos”, Y sin embargo te mueve contiene también tips para quien se interese por la divulgación de la ciencia.
“Tiene consejos prácticos para escribir ensayo literario, pero no es un libro de texto”, aclara, “porque no está ordenado de esa manera, ni trae ejercicios ni es exhaustivo, pero qué mejor que un libro en el que aprendes el oficio y al mismo tiempo lo lees por placer”.