Hablar de la navidad en la pequeña ciudad de Querétaro en la Nueva España es acercar un rinconcito de olores a dulces, atole de maíz, calabazas cristalizadas y un suculento plato de enchiladas rojas acompañadas de verduras ¡También fritas en manteca! Este recinto de caminos de paso se nutre de la visita de todos quienes aún llevan carga de plata a San Ángel para lograr ganarse el sustento de fin del año.
La chiquillada del barrio sueña con candelas de colores, cantos y letanías para lograr pedir la posada ¡Este ejercicio lo enseñaron los frailes franciscanos! Además de colocar los llamados belenes ¡Alegorías en miniatura del nacimiento del llamado niño Jesús! Son por demás el quehacer de todos los días decembrinos. En el tenor de continuar con los ejercicios religiosos y lograr que los niños aprendan lecciones de vida, se hizo teatralizado el nacimiento del Niño Jesús en algo que los frailes llaman ¡La joven pastora! Que es la historia de una pastorcita que se ve tentada por un diablo gordo y de apariencia jocosa que a todo momento quiere evitar la adoración al nacimiento del mesías.
Con ello los religiosos tratan de enseñar las consecuencias de hacerle caso al mal en vez del bien ¡Sabía lección! Al final la pastorcita logra llegar al fin al pesebre, la magia de la adoración se lleva a cabo.
¡Volvamos nuestros ojos a justo ese momento! Cuando los frailes están ensayando la obra de teatro para que los niños del barrio aprendan la lección.
– ¡Creo que por este lado podemos colgar un pedazo de tela con los dibujos de la ciudad de Belén! – ordena fray Cervando, un pícaro hermano que le hace a la jugarreta en alegres comentarios siempre tiene a un palmo de sonrisas a toda la comunidad, aquella que habita el suntuoso convento franciscano de esta ciudad de puerta de tierra adentro. Él goza de la buena comida y cuidar de la huerta que rodea todo el patio principal interior del conjunto. Para la ocasión los demás frailes tratan de ayudarle, pero en su algarabía de trabajar y reír ¡Se les va el día!
Los frailes franciscanos de la ciudad son hombres sanos, bondadosos, gustan de jugar entre ellos en serpenteantes “víboras de la mar” o en cánticos de la labor peninsular ¡A contrario de los hermanos dominicos que son más serios! Estos hermanos gozan de hacer la comida encurtida, en mieles de almíbar, salados y ahumados ¡Toda una exhibición de suculentos manjares! Para que la comida de temporada logre satisfacer los paladares de los exigentes frailes por todo el año.
Lo mismo preparan unos encurtidos en grandes ollas de cobre donde colocan chiles de temporada, jícamas, papas de la hortaliza, que, en conjunto de freír en manteca con hojas de laurel, pimienta gorda, cebollas y ajos con cáscara, una vez tienen todo listo ¡Son vaciados en una proporción de tres cuartos el recipiente de agua por un cuarto de vinagre! Este vinagre es sacado de las manzanas provenientes de la hacienda de San Joaquín, en el corazón del camino de la Sierra ¡Al cuidado de dejarlos a la sombra! Están listos para probarlos por todo un año.
Ahora los hermanos están ocupados en la labor de hacer la obra de teatro para los niños, lo mismo en hábiles manos hacen de moños y cadenas de colores como parte del escenario para la escena del campo, que construir con las maderas que consiguieron para hacer el pequeño pesebre ¿Quiénes interpretaran a María y José? Aún se preguntan.
Al no tener quien les haga de protagonistas deciden acercarse al hermano mayor si fuera posible ¡Prestaran las esculturas de tamaño natural que lucen en el presbiterio! Lo cual no es algo común, debido a su gran peso, talla y hermosa manufactura ¡Pareciera que casi te hablan! Algunas matinatas cuando la limpieza comienza en menesteres ¡Uno se puede llevar un buen susto! Las tallas engañan como si se movieran.
Así que los frailes, acompañados por el hermano Cervando, deciden ir a visitarlo y exponerle la idea, sabedores que es un poco regañón, que busca siempre ¡Hacer lo correcto! Cómo medida preventiva de tener problemas. Así que sigilosos hacen a la espera una vez termine sus rezos de la media tarde. Terminó, sale al pasillo y se sorprende de ver a sus hermanos, una mueca se le escapó y les dijo:
– ¿Acaso mis queridos hermanos no hay quehacer alguno que solo ver como rezo mis oraciones? – mientras se sube un poco su hábito gris para no pisarlo- ¡Andad presurosos a sus labores! El día rompe y falta mucho qué hacer – hasta molesto les dijo.
– ¡Perdón hermano! Deseamos hacerle unas cuestiones para nuestro ejercicio de hacer al teatro la labor de la historia de la pastorcita – dijo fray Cervando- ¿Siguen con eso? ¿No quedamos que lo iban a solucionar y que no darían molestias a los demás hermanos? Es fin del año y debemos de atender las necesidades del hospital, el merendero, hospicio y las cobijas que debemos de tejer para los fríos. Cervando que se caracteriza por ser el hermano más insistente, continuó: – ¡Hermano! Deseamos saber si nos prestaría para la ocasión, las tallas en madera de nuestra Santísima Madre María y su Seráfico esposo San José, ya que no tenemos quien haga la representación de sus excelentísimas.
– ¿Pero qué cosa tan fuera del lugar me estáis solicitando queridos hermanos? Esas tallas son de por sí ¡La más hermosa representación del misterio de la natividad! ¿Cómo os imagináis que daría tal asistencia? Además de ser de un costo ¡Imposible de dejar a un lado! Regalos maravillosos de nuestro benefactor Don José Escandón Conde de la Sierra Gorda ¡No fray Cervando! Niego tal solicitud.
-Nuestro benefactor estará gustoso de observar nuestra obra de teatro con semejantes presentes ¡Llenará su corazón de bondad seguro! Algo más de sus mercedes logremos obtener – continuó en su diálogo fray Cervando – Asistidnos mi señor y verá que la obra quedará tal cual como su ilustre nos ha conminado ¡Mejor que la vez pasada! – ¡No insistid hermano! Busquen otra solución…- Pensando un poco demás los frailes le comentaron:
– ¡Hermano que de conocimiento suyo! De no tener estas hermosas tallas ¡Las hermanas Capuchinas tendrán qué hacerle a la par! Su merced nos ha insistido que no las molestemos, pero ante la respuesta ¡Nos allegaremos a ellas! – ¡A ver hermano no insistís! Dejad a las hermanas capuchinas en paz y no usaremos las tallas para tal ocasión ¡Imagine otra solución! Le pido de favor.
La negativa de que no sean utilizadas las tallas dejó confundido al hermano fraile Cervando, quien necio a su razón de ser, pensó ¿Cómo sería la mejor manera de que el fraile mayor comprendiera la urgencia? Así que ni tardo o perezoso se hizo por el camino a tratar de buscar quien le hiciera algo parecido ¡Vaya inocencia! Encontrar quien le haga una talla de esta manera; por tres días estuvo a paso de mula tratando de buscar al maestro de tallas que le hiciera tal portento, una réplica de Santa María y nuestro seráficos Señor San José ¡Llegó a San Miguel el Grande! Donde le dijeron los parroquianos vive Don Jeremías, un viejillo tallador de los mejores ¡Es un don de Dios! Dicen los que han visto sus tallas.
El taller de este artesano esta lleno de raíces de los árboles, de donde él menciona que de inmediato sabe que santo se esconde en cada uno de los tallos, San Benito, San Ireneo Obispo y una talla tamaño natural de San Ildefonso son suficiente motivo para considerarle ¡El indicado! Optó por bajar de la ruidosa mulita que lo llevó y a paso se hizo de la plática:
– ¡Hermano maestro le saludo! Soy fray Cervando, vengo desde las tierras de la puerta de tierra adentro porque me dijeron que solo tú podrías ayudarme- El artista se hincó y besó la palma del fraile – ¡Dígame su “mercé”! A que le truje por estos caminos di Dios, está desolado por este rumbo, a visitar a este su humilde siervo – Mira te he dibujado lo que deseo me trabajes, solo que hay un problema ¿Cuánto tardas en hacerme una talla cómo esta? – le mostró un boceto del portal que deseaba llevar a cabo. Le contó que la obra de teatro buscaba que los niños aprendieran el misterio de la natividad.
Al paso de explicarle – porque sobra decir que el maestro era un poco cabeza dura- Si la raíz no tenía la forma de San José y Santa María ¡No había forma de lograrlo! – ¡Mire su “mercé” fraile! Si la raíz “dil” árbol tiene la forma de nuestra señora amada ¡Sí lo jalo de labor! Pero si no, es “rejuino” pa´ lograrlo – le dice mientras se rasca su cabeza tratando de buscar el acomodo – ¿Cómo de labor logro saber que hay una raíz que tenga la forma? – pregunta fray Cervando – ¡No “pus ta” re difícil! Si ansina su “mercé” logra encontrarla “pos” yo la trabajo ¡Pero sí no! Pus no – ¡Válgame el cielo! – decía el hermano – ¿Dónde habré de encontrar tal suplicio?… está bien ¡La voy a buscar! Sabrá Dios cómo le hago, pero te la conseguiré. El hermano tomó su mulita y a punta de empujones hizo por recorrer el frondoso bosque que rodea esta ciudad ¡No sin antes pedir el auxilio al creador! – Ilumíname mi señor, hermano sol ¡Ayúdame a encontrar esa raíz que necesita este indio maestro! Estoy seguro que la voy a encontrar ¡Dime por favor dónde está! ¡Dame una señal!
Se quedó dormido cerca del camino.
Ocurre que una pareja de esposos hace el camino, ella una mujer sencilla con rasgos de nativa ¡Él un arrogante joven de buenas y finas vestiduras! Al ver tirado al fraile se hicieron por levantarlo pensando que había sido robado por el camino -Hermano ¿Estáis bien? – en elegante pregunta se refieren, el fraile al verlos se levantó y solo hizo por observar al sol para mirar la hora – ¡Por Dios! Es muy tarde, no he encontrado nada de lo que me solicitó el artista – ¿Perdón hermano? ¿De qué artista os refieres? – disculpad jóvenes esposos, ando en mis cosas. Les explicó toda su aventura y la exigencia del tallador.
Creo que podemos ayudarte joven fraile, pero tendrás que caminar un poco más allá del cerro ¿No os incomoda qué vosotros te acompañéis? – No mis señores, será el camino menos pesado, pero, sin distraer de su bondad ¿Ustedes están seguros que podré encontrar lo que me pide el tallador? Es un indio bueno, pero de cabeza muy dura, disculpad mi atrevimiento.
La señora de dulce voz sonrió y solo se atrevió a decirle que prosiguiera por el camino – ¡Anda acompáñanos! Pronto encontrarás la raíz de dónde salgan las tallas del pequeño maestro – Caminaron un buen trecho ¡Sorpresivamente la mula no chistó ni un solo soplo! El fraile estaba asombrado de que el cansancio no se percibía ¡Podía asegurar que el largo camino no fatiga! Les sorprendió la noche, ellos le indicaron que estaba su casa a pasos del camino.
¡Entrada la noche una pequeña casa hace su aparición! Es el hogar de estos jóvenes esposos, ella de suave voz, él de arrogante estampa. Los corrales tienen a simple una vaca, que de seguro les da la leche y sustento, no solo a lo personal, sino el de poder vender la mantequilla y crema; más dentro una pareja de borregos le hacen a la familia ¡Tres de sus crías aún maman de la madre! Hay sustento para la familia, además de que se escucha a lo lejos un riachuelo que canta a la voz de los grillos – ¡Qué hermoso paraje mis señores! Agradezco la cercanía de dejarme pasar la noche, mañana de inmediato salga mi hermano sol ¡Continuaré mi camino! No sin antes preguntarles mis queridos anfitriones ¿Será posible me indiquen el lugar de los árboles cuyas raíces me sirven a mi cometido?
– ¡Sí hermano! Mañana a primera hora te llevaremos, ahora cuéntanos ¿Qué labor hacen cada uno de tus hermanos frailes? ¿Son buenos ejemplos para los parroquianos? – ¡Claro que sí hermosa mujer! Son buenos y bondadosos…- El fraile Cervando les platicó todo cuanto ocupaba de bondades y buenos arreos de sus hermanos, lo útil que era la comunidad para aquella ciudad ¡Inclusive los invitó a visitarle! – Os daré la mejor de las posadas ¡Seguro mis hermanos también les considerarán como cercanos! – les insiste.
¡La noche arreció!
A la mañana siguiente el fraile despertó en su celda del conjunto franciscano en la ciudad de la puerta de tierra adentro ¡Muy alejado de aquel paisaje que apenas en la noche disfrutaba! Sorprendido corrió al patio principal para comprobar si realmente estaba ahí ¡Se tomaba sus cabellos en señal de incredulidad!
Al romper la tarde el hermano mayor de los frailes le mandó llamar.
-Dime hermano ¿Lograste encontrar al maestro que te hiciera las tallas de tamaño natural? – No hermano, creo que he sido víctima de mis propias necedades – Dime ¿Porqué lo decís? – Yo me entiendo mi fraile mayor, yo me entiendo.
– ¡Yo creo que tus necedades te dieron fruto! – le indicó el fraile mientras señalaba una gran caja que espera en un carruaje ¡Era un regalo del Conde de la Sierra Gorda Don José Escandón! Dirigido al propio fray Cervando. El hermano pronto hizo que los demás frailes le ayudaran a bajar la gran caja ¡El peso es considerable! Pero entre todos lo lograron para bajarla.
¡Al quitar la tapa y las paredes se llevó una agradable sorpresa! Eran la pareja de jóvenes esposos ¡En exacto a las vestimentas con las que la noche anterior los había dejado para dormir! Una vez el cansancio le venció.
A los pies de las tallas de excelsa magnitud, una carta firmada por el propio Conde de la Sierra Gorda:
… a la Merced de su señoría y con atención al fraile Cervando le envío estas tallas de descomunal destreza, para la labor y fe de su insigne obra de evangelización, realizadas por el mejor maestro artesano, quien cura las maderas del taller del Maestro Pedro de Rojas, para uso y beneficio de a quien envío, su seguro servidor…