La COP 29 de Cambio Climático, arranco con la inasistencia de varios presidentes y Primeros Ministros, entre ellos, el de China, Estados Unidos, Brasil, la presidenta de la Comisión Europea, y otros más.
Pero en esta COP 29 lo fundamental es la financiación para las acciones contra el cambio climático, pues resulta, que, pese a que hoy se quiere y se propone aumentar el monto de la financiación, el pasado (COP28) acuerdo tampoco fue cumplido a cabalidad (no se aportó la cantidad acordada), además que dicha financiación se ha tomado como un crédito (deuda) para los países.
La pregunta es ¿se tiene dinero o no? para llevar a cabo todas las acciones necesarias para evitar sobrepasar el 1.5C° en el 2030.
Discursos, escenarios catastróficos, exhortos, críticas, reclamaciones, súplicas y demás, es lo que se escucha para que los principales países emisores de gases de efecto invernadero en el planeta aporten una suma de dinero para financiar a los países en desarrollo o los más pobres, que son quienes se ven más afectados por los impactos climáticos y quienes emiten menor cantidad de emisiones.
Por ello, el titular de la ONU declaró lo siguiente “La financiación de la lucha contra el cambio climático no es caridad, es una inversión; la acción por el clima no es opcional, es imperativa”. Y agregó que «A menos que las emisiones caigan en picada y la adaptación se dispare», subrayó, “todas las economías se enfrentarán a una furia mucho mayor”.
Estados Unidos, critica a China, pues a pesar de que es la segunda economía más potente, se dice ser un país en desarrollo, y que debería, por tanto, aportar recursos económicos al fondo internacional.
Creo que se tiene claridad de lo que implica el cambio climático no sólo en términos de daños, sino también en el comercio, sin embargo, se escatima la apuesta, por no decir la financiación, y no se ven los impactos a mediano y sobre todo a largo plazo, que terminará afectando a todos los países. Lo único que ven o les importa es lo inmediato, o sea, el continuar con el mismo modelo y patear el bote hacia adelante, para que sean otros a quienes les toque resolver el colapso.
El principal objetivo a lograr en esta COP 29 es el de “Reducir las emisiones de forma urgente: recortar las emisiones un 9% cada año hasta alcanzar el 43% de los niveles de 2019 en 2030.”
El otro tema que se discute es el referente a los créditos (o bonos de carbono) de carbono, pero pareciera ser que esta inclinado a considerarlos como una fuente de financiamiento, más que a la responsabilidad de los emisores que deben compensarlas y sobre todo de reducirlas. Por ello, en la discusión pública, este mecanismo no se ve como muy confiable para mitigar las emisiones y sobre todo, porque se dice que los que tienen más recursos, pueden pagar en lugar de introducir mejoras para reducir significativamente sus emisiones.
Así también esta COP 29 se centra mas en la adaptación que en la mitigación, lo cual permite intuir que se esta aceptando el fracaso de reducción y por ello, será mejor adaptarnos para enfrentar los impactos. Si bien las dos estrategias son necesarias, no es posible, centrarse en la adaptación sin antes, lograr la reducción.
Esto equivale a ponderar más el remedio que la causa (enfermedad) o raíz del problema. Pues los impactos negativos del cambio climático, tal como lo describiría un amigo (Francisco Chapela), se trata de desastres socialmente construidos (tanto por el lado de las emisiones como por lo que ve a la falta de prevención).
Si bien, los últimos impactos (daños) generados en varias partes del planeta (España y Colombia) han sido devastadores, en términos de vidas humanas y pérdidas materiales, ello, no debe cegar nuestra visión, en el sentido de que hay que atender desde el punto de vista de la prevención, pero mas que nada, a mitigar el cambio climático, lo cual se antoja muy difícil.
Y según los últimos informes de las Naciones Unidas, solo el 17% de las metas de los ODS van por buen camino, a pesar de que el mundo se encuentra a más de la mitad del calendario de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Otro factor crucial es la deuda de los países, por ello, se habla de una policrisis en la que se encuentra la deuda relacionada con el cambio climático pues a saber, en el 2023, el volumen de la deuda externa de las economías en desarrollo ascendió a 11,4 billones de dólares, más del doble que hace una década. Lo cual lo hace más preocupante ya que es justo el aumento de los costos de los préstamos que drenan recursos públicos vitales para el desarrollo, con 3.300 millones de personas que viven en países que gastan más en intereses que en sanidad, educación o cambio climático.
Desde otro ángulo, hay que mencionar que, aunque las emisiones siguen aumentando, también se da la reducción de la intensidad de las emisiones de dióxido de carbono -observada en todas las regiones desde 1990-. Lo que está empezando a compensar el mayor consumo derivado del crecimiento demográfico.
Finalmente, la ONU Comercio y Desarrollo (UNCTAD), destaca la variable del crecimiento económico global, y a decir de su pronóstico, se estancará en un 2,7 % en 2024 y 2025, marcando una caída sostenida desde el promedio anual del 3 % observado entre 2011 y 2019, y muy por debajo del 4,4 % promedio previo a la crisis financiera de 2008.
Y dicho Informe sobre Comercio y Desarrollo 2024 de la organización (ONU), advierte que esta «nueva normalidad de bajo crecimiento» será insuficiente para enfrentar los desafíos urgentes en desarrollo y en materia climática, así como para aliviar el descontento generalizado en medio de una crisis global del costo de la vida que ha dejado a muchos hogares en situaciones vulnerables. Asimismo, el crecimiento impulsado por el sector manufacturero ya no es suficiente, y aunque el sector servicios está creciendo, aún no ha generado suficientes empleos de calidad (En 2023, por primera vez en la historia, el comercio de mercancías se contrajo -1.2% a pesar del crecimiento económico global. Mientras tanto, los servicios están emergiendo como un posible motor de crecimiento, expandiéndose a una tasa anual del 5 %).
El Secretario de la ONU, Guterres, hizo un llamamiento para pasar de los compromisos voluntarios a las normas obligatorias. «Está en juego el futuro de la humanidad. La acción no puede ser opcional.”
Pero hay otras voces que dicen que “ La COP29 entonces viene a ser una especia de reflejo de las contradicciones entre las promesas de acción climática y la fragmentación de los intereses nacionales. Mientras algunos buscan proteger sus recursos y desarrollo económico, otros avanzan sin una visión global que los comprometa.”
En este “teatro de sombras” de la geopolítica climática, es necesario que el peso de las acciones supere a las palabras. Solo así será posible frenar el avance de una catástrofe global, la cual todos en el mundo hemos ya padecido.
Corremos el riesgo, sin embargo, de que la Conferencia sea, cual novel de Gabriel García Márquez, una crónica de una muerte anunciada.
Son muchos los retos que enfrenta esta COP29, pero son más, las negativas de los países desarrollados a contribuir financieramente para atender los retos climáticos. Y a pesar de que en esta COP no se han expuesto los informes del Panel Intergubernamental, es de todos sabido que ya rebasamos el 1.5C° Por eso se insiste más en la adaptación. ¿Quién da más?