Dispersa en la memoria entre otros textos –ahora felizmente localizados para compartir–, del gran poeta y ensayista Octavio Paz, encontré por fin estas citas relacionadas con uno de los más nocivos mitos de la cultura oficial mexicana cuyo pernicioso contenido ha sido acentuado de manera rústica por la actual Cuarta Transformación.
En otras ocasiones he dicho, el pleito con la monarquía española no tiene ninguna importancia. Es más, para mí las relaciones con España no tienen tampoco ningún valor más allá de lo protocolario.
La verdadera relación está cimentada en la historia indestructible. Interpretable sí; aborrecible, también, incomprendida o ignorada, lo mismo, pero desbaratada, nunca.
Dice Paz en dos de sus ensayos:
“…¿Por qué hemos de tener ídolos en lugar de héroes, fantasmas en lugar de hombres de carne y hueso? Ni somos el país más rico de la tierra ni somos la escoria del globo; los indios no tienen. La llave del paraíso terrestre, ni son inmóviles cactus vivos, ornato del árido paisaje, fondo para el cuadro revolucionario o tema del orador gangoso.
“Una verdad a medias es más nociva que una mentira completa. Somos un pueblo triste, pero nadie gasta más que nosotros en las fiestas; somos un pueblo manso, pero todos los días nos matamos; somos un. pueblo sobrio, pero todos nos emborrachamos…”
Y en cuanto a nuestra relación con España y en general con Europa, el Nobel dice:
“…nuestro continente es una creación de Europa, en un sentido literal. Esto es que América, si se quiere encontrar a sí misma, debe partir de Europa porque sólo la cultura europea posee formas capaces de resistir, sin romperse, todos los ingredientes nativos.
“El Renacimiento europeo –que es, ante todo, la urbanización del espíritu aldeano medieval–, nos descubre, nos conquista y coloniza nuestras tierras.
“Tres siglos más tarde, esa misma tradición renacentista, inspira, a través de la enciclopedia a los autores de nuestra Independencia- Los actos decisivos de nuestra historia, aquellos que nos dan “personalidad” son siempre consecuencia o desarrollos de ideas europeas: la Independencia, la Reforma, el positivismo, la educación indígena…
“El espíritu europeo no posee esta o aquella forma; su naturaleza parece consistir en no detenerse en ninguna forma, poseerlas a todas y a todas destruirlas. Está hecho de avidez y de insatisfacción y no sólo es grande por lo que ha construido, sino por su instinto crítico que le permite separar lo vivo de lo muerto, aligerar la historia y liberar al hombre del peso de los siglos…”
Quizá la más luminosas de estas frases casi todas deslumbrantes, sea esta: separar lo vivo de lo muerto gracias al ejercicio crítico de la inteligencia.
No sé si al actual gobierno, como le ocurrió a su antecesor, cuya herencia también contiene las distorsiones y la demagogia Histspirico le venga bien reflexionar sobre ese punto: los muertos y el peso de los siglos.
Muchas veces se ha exigido la disculpa por los hechos de la conquista como si después de ella nada hubiera ocurrido. ¿El virreinato era un edén bendito? ¿No había esclavitud, pobreza, indigencia, exclusión, discriminación, Santo Oficio? ¿No hubo nada de eso?
España dejó de ser mala –según estos trasnochados–, cuando se apartó de Cortés y se acercó a ¿quién? ¿A los virreyes?
¿No merecerían disculpas en todo caso? Y ya –de una vez por todas–, también los novohispanos deberían ser sujetos de la piedad y el arrepentimiento debidamente expresados.
O no lo merecen los primeros (esos sí) mejicanos (como se escribía entonces) una disculpa por la encomienda, la servidumbre a la cual fueron sometidos por trescientos años, con geniales excepciones como Sor Juana.
Ahora, con esta visión miope sólo “los pueblos originarios” son sujetos de piedad histórica. Los demás, los mestizos, usted y yo, no merecemos nada porque no somos indios. Somos históricamente americanos de segunda.