Toda administración que inicia debe tener un punto a partir del cual se pueda evaluar su desempeño. Para cualquier evaluación debe haber también una referencia que permita determinar si se avanza o retrocede.
Las administraciones deben medirse por los resultados y no por la simpatía que despierten los gobernantes o su posición en las encuestas, esas son valoraciones subjetivas, coyunturales la mayoría de las veces. Lo importante es saber dónde estamos parados y a dónde queremos ir y esto último es lo que no se ha definido ni cuantificado en metas probables o deseables.
En el caso de este gobierno que encabeza Claudia Sheinbaum y dada la característica eminentemente política que tuvo la administración que le antecede, habría que distinguir la política de la administración. En política no se puede esperar más que ligeros matices pues le fue heredado un esquema que tiende a fortalecer la posición del Poder Ejecutivo con una hegemonía clara en el Poder Legislativo; en el Poder Judicial la obra está en proceso y habrá de concluirse en un poco más de dos años. En relación con los órganos autónomos es donde pudiera esperarse alguna consideración, salvo en el INE en el que la decisión de colonizarlo continua.
En lo administrativo la herencia es distinta, ahí no hay fortalezas sino grandes debilidades. El déficit que presenta la cuenta pública es el más alto del siglo (6%) y se convierte en parámetro de la eficiencia del gasto gubernamental. Reducirlo sin que la falta de inversión del gobierno nos lleve a una recesión será un reto, en especial para calificar el desempeño en el otro rubro significativo que es el crecimiento del país. Banxico ha estimado que al cierre del año el crecimiento será de 1.7% y para 2025 será de 1.7% Estas estimaciones son compartidas por el Banco Mundial.
Crecer dependerá de la habilidad de este gobierno para transmitir seguridad a la inversión, y para ello se tendrá que trabajar en la competitividad del país. El Instituto suizo IMD, en su ranking de competitividad ubicó a México en el lugar 55 de una lista de 63 países y está entre los diez con menor competitividad. Otros rubros como la política educativa ameritan una revisión después del desprecio de la administración anterior al conocimiento científico y la investigación que ha llevado a disminuir 14 puntos en matemáticas, nueve en ciencias y cinco en lectura según la prueba PISA.
En materia de salud también hay referentes pues según CONEVAL, el número de población sin asistencia médica pasó de 20.1 millones en 2018 a 50.4 en 2022. Se pueden seguir enumerando rubros en los cuales hay cifras que serían los referentes para una evaluación estadística, y a partir de ellos juzgar con objetividad si esta administración estará mejorando la situación del país.
Actualmente, percepciones subjetivas, salvo el número de asesinatos y desaparecidos, orientan los juicios y no son buenos en materia de seguridad, de fortalecimiento del estado de derecho, de procuración de justicia. Preocupa la tendencia a crear una hegemonía que detente el poder durante mucho tiempo y a convertir una mayoría de votos en un mandato popular para un cambio de régimen. Alarma la intransigencia y la cerrazón a las opiniones diversas y la imposición, el doble discurso de gobernar para todos mientras se impone la voluntad de unos.
En tempranos quince días de esta administración no se pueden adelantar juicios que no provengan de la especulación o la intuición por las señales de la orientación de un régimen; tampoco es prudente caer en el pesimismo por la precaria situación de las finanzas públicas y el deterioro de las capacidades institucionales.
La herencia que recibe CSP le impone tareas impostergables: recuperar y mejorar los servicios institucionales, reorientar el gasto, contener la deuda, recuperar el crecimiento, mejorar el ingreso tributario, sin lo cual no podrá sustentar el creciente gasto de los programas sociales, pensiones y becas y fundamentalmente, orientar el rumbo de la nación hacia un crecimiento sostenido, que es lo que deseamos todos.
El punto de partida tiene cifras que no son favorables y ante las cuales no hay otros datos pues son parte de la estadística oficial. La herencia política que recibe le permite amplios márgenes de acción y a la vez es una peligrosa tentación.
El autoritarismo, el dogmatismo sectario, la cerrazón ante los disensos se presentan en el Ejecutivo y Legislativo. Habrá que ver si CSP adquiere estatura de estadista, con altura de miras como quiso decírselo Ifigenia Martínez, para perfeccionar el estado democrático y el país próspero que queremos ser.