José Luis Chilavert no soltaba el muñeco de cartón que le regalaron horas antes de su investidura al Salón de la Fama. El paraguayo fue uno de esos futbolistas que se salió del molde ya que anotó 62 goles, según registros, ¡pero como portero!
“Tengo 70 goles, la Wikipedia me robó, ja-ja-ja”, defiende el guardameta, quien será uno de los 18 investidos esta noche en el Teatro Bicentenario, en León, Guanajuato.
A su lado estaban Carlos Salcido, Hernán Cristante, Esther Mora y Rodrigo “Pony” Ruiz. Al exterior del auditorio Mateo Herrera, donde se realizó la conferencia de prensa preliminar, estaban otros de los futuros homenajeados tales como Sinha, Ricardo Peláez, Omar Bravo y Kristine Lilly.
También fueron reconocidos el italiano Andrea Pirlo, el inglés David Beckham, el alemán Oliver Kahn, el argentino Juan Román Riquelme, el chileno Iván Zamorano, el argentino Diego Simeone, mientras que en la categoría de decanos tanto el alemán Sepp Maier, Jaime Belmonte y Walter Ormeño.
El Salón de la Fama suele tocar las fibras más sensibles de quienes dejaron huella en el futbol, como el propio Carlos Salcido.
“Me quedo con una parte esencial, y les voy a contar: a mis 17 años conocí a mi mujer, ella tenía 15 años, y hemos estado juntos toda la vida. A veces el futbolista necesita este soporte, este brazo derecho”, expresó el mundialista en 2006, 2010 y 2014.
Mientras Chilavert recordó la precariedad en su infancia, Ricardo Peláez tuvo una ruta muy distinta, esa que lo encaminó a tres Copas del Mundo, una como jugador (1998) y dos como directivo (2002 y 2014).
“Empecé jugando en las calles de la Condesa, el Instituto Simón Bolívar, en La Salle, donde me hice, jugador amateur, y después de la noche a la mañana mi historia es muy rara, debutar en el América sin hacer fuerzas básicas, pasas a ser de un jugador muy hábil y muy rápido en amateur al más lento y el más torpe en profesional, y dices ‘ya estoy aquí, ¿a ver cómo sobrevivo?’, cuando sabes que tienes muchas carencias técnicas, tácticas”, comentó Peláez.
A su lado estaba el máximo goleador en la historia de las Chivas, Omar Bravo, quien marcó 160 goles y a que a 9 años de su gesta aún mira incrédulo como nadie toma la batuta en el Rebaño.
“Podría decir, algunas veces puede ser un tema quizá generacional, otros muchos pueden dejar de hacer la parte que les toca, mencionaron el tema del hambre (de trascender), con el hambre puedes abrir muchas llaves (puertas).
“Hay quien sí tiene esa hambre de trascender y esa ilusión de ser protagonista en un equipo como Chivas y después pueden entrar otros factores, el sistema de juego, la sociedad, el entrenador, en el futbol las sociedades a veces es lo más difícil de encontrar: Les deseo la mejor de las suertes y ojalá algún día y a la brevedad posible Guadalajara pueda encontrar algún referente en esa parte de goles y liderazgo”, comentó.