Se tiene el registro que desde el año 1971 se ha establecido el “Día de la Deuda Ecológica” que define el día del año en el que la humanidad agota los recursos naturales disponibles para todo el año – lo que la Tierra puede regenerar ese año–, con lo que se entra en déficit o deuda ecológica. Y se sabe que este hecho está correlacionado con la publicación en 1972 del famoso informe Los límites del crecimiento, encargado al Instituto Tecnológico de Massachusetts por el Club de Roma y cuya autora principal fue Donella Meadows, biofísica y científica ambiental.
Dicho Informe partía del supuesto de que si “el actual incremento de la población mundial, la industrialización, la contaminación, la producción de alimentos y la explotación de los recursos naturales se mantiene sin variación, alcanzará los límites absolutos de crecimiento en la Tierra durante los próximos cien años”, situación que no se ha cumplido hasta hoy, pues los cambios han sido vertiginosos, enormes y desastrosos.
Y de 1971 al 1° de agosto del 2024, se estima que se necesitarían 1.7 planetas para dar una respuesta de recursos naturales.
Ese día del año, se refiere a que la humanidad ha agotado el presupuesto de la naturaleza para el año. Durante el resto del año, la sociedad opera en un exceso ecológico al reducir las reservas de recursos locales y acumular dióxido de carbono en la atmósfera. Es decir cuando el consumo de recursos naturales por parte de los seres humanos excede la capacidad terrestre de regenerar tales recursos ese mismo año. O sea que, representa el día en que la humanidad entra en un gasto de déficit ecológico o deuda ecológica.
Y se han hecho estimaciones para varios países como vemos: El último informe establece que el ranking de países que agotan los recursos de la Tierra con mayor rapidez es liderado por Qatar, seguido de Luxemburgo, Emiratos Árabes y Estados Unidos, que sobrepasan su capacidad en los primeros tres meses del año. En cuanto a los países que más tardan en consumir los recursos, destacan Ecuador, Indonesia, Iraq, India y Jamaica, cuyo balance positivo se mantiene hasta el mes de noviembre. En el caso de España, en 2024 se alcanzó el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra el pasado 20 de mayo, consumiendo 2,5 veces los recursos de regeneración, tan solo unos días después de la fecha de Europa, que fue el 3 de mayo.
Y hay que tener en cuenta que la escasez de recursos, la degradación de los ecosistemas y su impacto en la biodiversidad amenazan no sólo la pérdida irrecuperable de la riqueza natural, sino también nuestra salud y nuestro modelo social de bienestar.
La deuda se calcula dividiendo la biocapacidad del planeta (la cantidad de recursos ecológicos que la Tierra es capaz de generar ese año), por la Huella Ecológica de la humanidad (la demanda de la humanidad para ese año), y multiplicando por 365, el número de días en un año.
Y seguramente habrá quien diga que vivimos de un crédito ecológico y serán otros quienes asuman las consecuencias drásticas (o sea las generaciones futuras).
En este sentido un grupo de ciudadanos europeos que se hacen llamar los “Silvers Indignados por el Clima” realizaron un llamamiento para un cambio de prioridades en el próximo mandato de la UE, en donde expusieron lo siguiente:
“Nuestras sociedades y economías se sustentan en lo que nos proporciona la naturaleza: alimentos, agua, minerales, madera, absorción de carbono y tierra para construir infraestructuras. La UE representa sólo el 7% de la población mundial, pero utiliza entre el 70% y el 97% del “espacio operativo seguro” disponible para todo el mundo. Necesitaríamos 3 planetas para satisfacer nuestra demanda si todos los humanos vivieran como los europeos. Esto no sólo es insostenible sino también irresponsable.”
Y agregaron lo siguiente: “En los próximos meses, tienen la trascendental oportunidad y responsabilidad de cambiar el rumbo. La UE lanzó el Pacto Verde Europeo en 2019. Si bien todavía está muy lejos de su promesa inicial, la priorización de una “Europa climáticamente neutra, verde, y socialmente justa”, representó un cambio notable en la formulación de las políticas. Sin embargo, en los últimos meses, los políticos de toda Europa han comenzado a incumplir sus promesas en favor de los intereses a corto plazo de quienes ejercen más presión, socavando aún más la credibilidad de la UE. Eliminar las salvaguardias ambientales existentes o suspender nuevas leyes ecológicas sólo acercará nuestra naturaleza al borde del colapso, junto con nuestras economías.”
Y como parte de algunas medidas propuestas están: Profundizar y acelerar el Pacto Verde, implementando plenamente los objetivos acordados recientemente y abordando las brechas de ambición en materia de naturaleza, clima y contaminación mediante el establecimiento de objetivos sólidos y legalmente vinculantes y nuevos estándares de protección ambiciosos basados en la última ciencia disponible. Sólo con continuos esfuerzos podrá Europa salvaguardar nuestra salud, naturaleza, seguridad y economía y crear vínculos cruciales entre ellas.
Aumentar radicalmente las inversiones públicas en clima, medio ambiente y sociales, al mismo tiempo que se alinean todas las inversiones públicas y privadas con los objetivos de la transición verde y se garantiza que los grandes contaminadores rindan realmente cuentas. Sólo entonces Europa podrá impulsar su sostenibilidad competitiva.
En esta medida, las presiones sobre la naturaleza derivadas de la actividad humana (como el cambio de uso de la tierra y la contaminación, así como el cambio climático) están aumentando el riesgo de «puntos de inflexión» de los ecosistemas terrestres: cambios no lineales, autoamplificados e irreversibles en los estados de los ecosistemas que pueden ocurrir rápidamente y a gran escala.
De ahí que la pérdida de estos ecosistemas críticos puede afectar gravemente a la economía a través de la reducción de la seguridad alimentaria y energética, daños a activos como los bienes raíces, las tierras de cultivo y la infraestructura, y riesgos para la salud que perjudican la productividad de los hogares.
Los impactos directos de los puntos de inflexión pueden repercutir a nivel mundial y extenderse mucho más allá de las regiones donde se encuentran estos ecosistemas, en particular a través del efecto amplificador que tendrían sobre el cambio climático.