Difícil cifrar en textos de esta naturaleza el inmenso catálogo de los ridículos sexenales.
En la política –hasta el presidente de la República, experto en cometer barrabasadas del tamaño de su “detente” anticovid, secundado por su merolico de entonces– les ha advertido a sus opositores, sobre la imperdonable falla de cometer ridiculeces.
Se los dijo –entre otras ocasiones–, cuando hace unos días se organizaba una protesta fuera del INE contra la sobrerrepresentación en el Congreso.
“…Ahora están con lo de la sobrerrepresentación, se ven mal porque… una recomendación respetuosa es que se pueden hacer muchas cosas en política, pero hay que procurar no hacer el ridículo…”
Lo mismo pensaba Richard Nixon quien dijo (“Líderes”), lo peor para un político no es la derrota; es el ridículo”. Y mira nomás…
Ya de aquella carnavalesca tarde de la toma de posesión de la “Presidencia legítima”, mejor ni hablamos ni recordamos.
Hoy la captura del “Mayo” Zambada –para no viajar en el tiempo– nos ofrece un abanico maravilloso de ridículos.
El primero y mayor de ellos es la reiterada confesión de incapacidad gubernamental para saber a ciencia cierta lo ocurrido, las insistentes peticiones, solicitudes no atendidas; casi súplicas, al gobierno de Biden para recibir siquiera una migaja de certeza ante la ineptitud de todos los servicios nacionales de inteligencia.
Y en esa misma categoría debemos colocar a un maestro, casi doctorado en la materia bufa: el señor gobernador de Sinaloa, quien tras fabricar una coartada incompleta y visiblemente preparada para la ocasión: concertar una cita y después no cumplir con ella (casi como en el caso Stanley), dejando “colgado de la brocha” a Melesio el difunto con el otro Mayito, a quien tras leve zangoloteo de osamenta transportaron gratuitamente al gabacho en singular vuelo privado, cuya comodidad no la logró de regreso de París ni Ana Gabriela, quien agria, se viste y se unta.
Y otra cosa hilarante del señor Rocha Moya cuyo tartamudeo no se debe a problemas lingüísticos sino a evidentes deficiencias en la sinapsis o al menos lo parece:
Cuando explicó el cese de la señora fiscal, cuya conducta (sobre todo en la pronta incineración del cadáver de Melesio y el increíble video probatorio de un asesinato sin muerto visible) merecerían no el cese sino el juicio penal, sobre todo ahora ya sin protección alguna.
Dijo el involuntariamente jocoso gobernador sin gobierno ni sindéresis:
“…Yo hablé con ella como compañera de equipo, yo se lo aconsejé se lo sugerí, como amiga… quise hacerlo de la manera más armónica…”
Pero entre consejos y sugerencias, en el plano institucional el “gobierno” de Sinaloa, con todo y el respaldo pleno de los gobiernos saliente y entrante, es un plantígrado mayúsculo, por no decir “un osote”.
Rocambolesco –aunque efectivo–, ha sido también el “rescate” de Javier Corral por parte del fiscal sustituto, interino, suplente o como se le quiera llamar, Don Ulises Lara quien actuó con una diligencia, prontitud y eficacia como no se le ha conocido en ningún otro caso de su exitosa carrera en la fiscalía de la CDMX, donde por largos años trabajó como recolector de castañas y mano de gato de la futura jefa de la oficina jurídica de la futura presidenta.
Cuando era vocero defendió la captura de Uriel Carmona, fiscal de Morelos, por agentes de la CDMX.
Dos cosas ha hecho con notoria prontitud el señor Ulises, argonauta de la nómina morena; sacar del Corral a Javier y terminar una carrera de Derecho en tres días sin recurrir siquiera al Instituto Patrulla de aquel célebre “Pico de oro”.
PARO
Posiblemente los resultados del paro de labores anunciado para mañana por la Asociación Nacional de Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito del Poder Judicial corra también por la misma pista del ridículo.
Primero porque no representa a todos los integrantes del PJF, lo cual resultaría a fin de cuentas comprensible. Cada gremio se rasca con sus uñas. Los trabajadores tienen las suyas.
Pero si después de todo este amago y el barniz democrático de la votación resulta –como es previsible– otro parto de los montes, habrán conseguido lo contrario de sus intenciones: no los van a tomar en serio. Paren o no.
Es pólvora mojada.