Cada vez es mas estrecha la relación de interdependencia que existe entre la ciudad y el cambio climático, por ello, resulta prioritario abordar varias cuestiones para el desarrollo urbano.
Resulta, que a pesar de que las ciudades no representan más del 3% de la superficie en el planeta, si son los principales espacios territoriales en donde se emiten una gran cantidad de emisiones de CO2.
Las ciudades concentran la mayor parte de la población y tiende a crecer al 2030 y 2050 hasta alcanzar un poco más del 70%, y ello implica grandes retos de todo tipo (económicos, sociales, políticos y ambientales).
En la actualidad, alrededor del 56 % de la población mundial —4,400 millones de habitantes— vive en ciudades. Se espera que esta tendencia continúe, ya que la población urbana aumentará a más del doble para 2050, momento en que casi 7 de cada 10 personas vivirán en ciudades.
Dado que más del 80 % del producto interno bruto (PIB) mundial se genera en las ciudades, si la urbanización se gestiona adecuadamente, puede contribuir al crecimiento sostenible gracias al aumento de la productividad y la innovación.
Pero también, las ciudades son responsables de dos tercios del consumo mundial de energía y de más del 70 % de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Lo común es abordar el tema climático (con mitigación y adaptación) en cuanto a la reducción de las emisiones en los principales sectores de la economía, sin embargo, hay otros aspectos que se dejan de lado como el suelo, los materiales para la construcción e infraestructura resiliente ante riesgos hidrometereológicos.
En definitiva, las ciudades actuales no pueden ser las mismas de hace 20 o 50 años, ahora, deben concebirse bajo muchos criterios entre ellos, la vulnerabilidad, los riesgos hidrometereológicos, los derechos humanos a la ciudad y el medio ambiente, la naturalización, el tamaño, la regeneración de territorios, la movilidad, el uso de tecnologías, el acceso al agua, la producción agroalimentaria y la calidad de vida.
Y de acuerdo a algunos investigadores, se dice que: “La urbanización masiva de los territorios es uno de los más importantes procesos socio-ambientales de la actualidad. De hecho, muy apropiadamente, William Rees (1997) define la migración de personas para las ciudades como el más significativo evento ecológico del siglo 20. El conjunto de impactos causados por ese proceso, en escala local, regional y global es tajante. Según Vitousek (1994), la constante conversión de suelos en cultivos y ciudades es uno de los tres mayores impactos ambientales globales de origen humano, además de las crecientes concentraciones de CO2 en la atmósfera, y de otros cambios en los ciclos biogeoquímicos. En las próximas décadas, la urbanización será el impacto humano globalmente más significativo a la diversidad biológica, principalmente en los trópicos, si profundos cambios en políticas y planificación de los usos de suelo no ocurrieren” (Angeoletto, 2015).”
Y para el caso de México, se estimaba de acuerdo con el INEGI para el año 2015 un porcentaje de 77% de población urbana. Sin embargo, el análisis de tendencia realizado, por ONU-Hábitat para México señala que “en las próximas décadas, buena parte del crecimiento demográfico en México será urbano. Esto significa que el país pasará de contar con 384 ciudades a 961 en 2030, en las que se concentrará 83.2% de la población nacional y en donde muy probablemente, sea la población pobre la que predominará”
Así tenemos que en la Zona Metropolitana de Querétaro (principales ciudades): se identificaron como principales amenazas el aumento de temperatura, inundación y poca capacidad adaptativa.
En cuanto al tema del agua, se dice que “Si la población sigue concentrándose en los principales centros urbanos del país, para el año 2030 habrá escasez en las cuencas mexicanas, debido a que se sobrexplotarán aún más los mantos acuíferos, alertó el Dr. Polioptro Martínez Austria en su videoconferencia para la Secretaría de Medio Ambiente, Desarrollo Sustentable y Ordenamiento Territorial del Gobierno de Puebla (INFOBAE, Sept. 2020)”
No olvidemos que los impactos ambientales en las ciudades son diversos y derivados del consumo de energía, tratamiento del suelo, generación de residuos y vertidos y todos los tipos de contaminación.
Asimismo, las ciudades dependen de las diferentes energías, así como de materias primas. El abastecimiento y la gestión de estas necesidades resulta importante para que la ciudad funcione. Sin embargo, se debe llevar a cabo con la mayor sostenibilidad posible y buscar siempre alternativas más ecológicas.
Las ciudades al crecer a partir de ejes de transporte, y núcleos pequeños disgregados sobre el territorio, en lugar de sectores concéntricos sucesivos, crean un proceso de fragmentación de los sistemas naturales o seminaturales, lo cual a su vez provoca un grave deterioro en su potencia de servicios ambientales.
En esta medida, la noción de estructura presupone que la ciudad está regida por un orden determinado y ella constituye la organización esencial que lo rige. Ahora, esta organización deberá conformarse con criterios climáticos en cuanto a sus elementos urbanos reconocidos como el sistema vial, espacios verdes, tramas, trazados, tejidos y equipamientos (resilientes) que se presentan con características particulares en la conformación de cada ciudad.
El cambio del tipo de componentes y relaciones de estas estructuras urbanas o cambio estructural implica modificaciones cualitativas en las características mismas del sistema urbano. Específicamente interesa la estructura espacial interna del sistema urbano, o sea, el conjunto de actividades componentes de la ciudad y las relaciones que mantienen entre sí, desde el punto de vista climático en el espacio urbano y la dimensión espacial de esas relaciones. De ahí que ahora se contemple una estructura urbana compacta (la cual está basada en el aprovechamiento de vacíos urbanos y una mayor densificación) a diferencia de una ciudad expandida horizontalmente (alargada). Y a ello, habría que agregar el criterio del tamaño de la ciudad, pues en el futuro serán inviables las grandes ciudades y por ende, lo que procede serán las ciudades pequeñas y medianas pero interconectadas.
Finalmente diremos que, es necesario y urgente, tomar medidas y acciones en la ciudad para contrarrestar el cambio climático tanto en su aspecto de mitigación como en el de adaptación (mejores ciudades resilientes a los riesgos del cambio climático como las inundaciones y sequías), pero sobre todo desde una perspectiva integral del desarrollo urbano que atienda tanto la estructura como su metabolismo urbano (sobre todo el flujo de energía) teniendo en cuenta los impactos del cambio climático.
Seamos claros, el cambio climático hoy en día es el principal riesgo y problema del planeta. Y las ciudades tienen que ver mucho en este sentido, no obstante, los impactos o externalidades negativas del cambio climático en la ciudad es diferenciado en cuanto a la población, de ahí que las medidas deberán tomar en cuenta a las poblaciones más vulnerables (en términos climáticos, sociales y económicos).