El tipo de cambio es un indicador económico que, en México, nuestro gobierno le ha dado un carácter de indicador político. La fortaleza y valor del peso ha servido para que el presidente se ufane de que no hubo devaluación y ensalzar el desempeño gubernamental, pero… hay otros números señor presidente.
Hay una buena cantidad de razones, extrínsecas e intrínsecas para explicar la fluctuación del valor de la moneda y el desempeño gubernamental no es la más importante y en el caso de las variaciones de la semana anterior ni siquiera significativa.
En este gobierno se le ha dado mayor énfasis al enfoque político porque así conviene a la retórica gubernamental, sin embargo, las causas son más profundas que la ligereza de las declaraciones presidenciales.
Nuestra economía se encuentra muy ligada a la economía estadounidense y en esa nación, la incertidumbre por el proceso electoral que enfrenta, aunada a un crecimiento menor a lo esperado y al aumento de la tasa de desempleo la han puesto al borde de una posible recesión y esto alarmó a los mercados.
Según el reporte del Departamento del Trabajo de USA, la tasa de desempleo de ese país subió al 4.3 desde el 4.1 previo. Estos números no debieran ser alarmantes, sin embargo, la reacción de los mercados fue abrupta; el índice Nikei de Japón cayó 5.7%; el DEX alemán -2.3; el FTSE de Londres -1.3; el Nasdaq -2.4, y hasta el Bitcoin -4.3%.
Lo que motivó tal movimiento es que la tasa de desempleo promedio ha sido, durante tres meses, superior al mínimo del año anterior lo que hace aplicable la regla Sahm que aprecia la posibilidad de una recesión cuando esta variable se da.
Dicen que no hay nada más cobarde que un millón de dólares, porque al primer grito corre y seguramente esta posibilidad recesiva fue la causante del pánico y volatilidad que habrá de retornar a la normalidad sin que se abandone la incertidumbre pues depende de la agilidad con que la política económica de USA fortalezca su economía.
Hay condiciones de incertidumbre tanto en USA como en México que seguirán influyendo. Con nuestro vecino, el proceso electoral y el efecto de los fenómenos meteorológicos que sufrieron justifica las variaciones negativas recientes, pero son condiciones pasajeras y se espera sean consideradas por la FED en su próxima reunión.
Donde no son temporales y aportan mayor incertidumbre es en México y estos son los otros números que debieran preocupar al presidente. Aquí la pérdida de plazas laborales fue considerable.
Según nota de Clara Zepeda publicada en La Jornada (05/08/24), con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (INEGI), en la primera mitad del año la industria perdió 328,784 plazas laborales; la construcción 227,149; en las manufacturas la reducción fue de 166,731; en el sector agrícola 73,174 empleos. En contraste se crearon solo 229 mil trabajos durante el primer semestre que no pudieron contrarrestar las pérdidas.
Pese a lo que dice el gobierno la economía no anda bien. Las cifras del mercado laboral son elocuentes y reflejan el bajo crecimiento económico, que apenas rebasa el 1% y si a esto sumamos la incertidumbre política generada por la sobrerrepresentación del partido gobernante y sus aliados en el Poder Legislativo impulsando reformas temerarias como la reforma del Poder Judicial y la desaparición de organismos autónomos, el escenario de una recesión propia es altamente probable, lo que traería una menor captación fiscal, el agravamiento del déficit gubernamental y un desfavorable aumento de la calificación del riesgo soberano.
Hay mucha irresponsabilidad al impulsar reformas temerarias sin contemplar el panorama integral. La posibilidad de una mayor inversión extranjera que sustituya la casi inexistente inversión pública se verá reducida, incluso con la ventaja del nearshoring, pues la mayor parte del empresariado nacional y extranjero dudan de la vigencia plena del estado de derecho. De igual forma, la creciente presión de la delincuencia sobre los sectores productivos, víctimas de extorsión y apoderamiento de los canales de distribución, sin la intervención decidida de la autoridad no les ofrece garantías.
No señor presidente, la economía no anda bien y el tipo de cambio no es sinónimo de confianza ni de fortaleza. Con responsabilidad debiera ver que el triunfo electoral y conservar el poder tienen origen y destino solo en la política asistencial directa, lograda a costa del deterioro institucional. Negro será el futuro si el país no crece y el gobierno no aumenta sus ingresos. Si no se atiende lo que ahora se ignora.
Menos demagogia populista y mayor visión de estadista es lo que requerirá la sucesora, hasta ahora anuente y consecuente con la irresponsabilidad presidencial por convicción o conveniencia.