Hace más de dos siglos, en las antiguas Casas Reales de Querétaro se tejió la historia, al ser escenario de los eventos que definieron a nuestra nación como una tierra dueña de su propio destino, afirma el gobernador Mauricio Kuri González en la Presentación del libro Palacio de la Corregidora. Antiguas Casas Reales, la más reciente publicación del periodista y escritor Lauro Jiménez Jiménez.
La hoy Casa de la Corregidora, sede del Poder Ejecutivo del Estado, fue el lugar donde en 1810 los conspiradores fraguaron la idea de un país libre. “En medio de sus paredes y salones, estos valientes personajes establecieron los primeros cimientos de una nación soberana y generosa: México”, refiere el mandatario queretano, quien señala que, con gran destreza narrativa, el autor Lauro Jiménez nos invita a conocer la historia de nuestra ciudad y estado, desde su surgimiento y su devenir como una de las joyas más preciadas de la época Colonial, manteniendo a las Casas Reales en el centro de su crónica.
“Es un gran orgullo para mí poner en sus manos este ejemplar, que se escribió con paciencia, profundo conocimiento y, sobre todo, con un inmenso amor por nuestra tierra. El autor, uno de nuestros cronistas más prolíficos, capturó la esencia de esta ciudad, para transmitirla de una forma viva”, añade Mauricio Kuri sobre esta obra editorial, auspiciada por el Gobierno del Estado y cuya presentación se llevó a cabo en el auditorio “Francisco Muñoz” del CEART, bajo la organización de la Secretaría de Cultura del Estado.
En dicho evento participó como comentarista la doctora Mina Ramírez Montes, experta del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien felicitó a Lauro Jiménez por este libro, “por su voluntad y esfuerzo para mostrarnos este edificio de afuera hacia adentro, y de dentro hacia afuera, en los físico y en los acontecimientos de importancia habidos en éste, es decir en la historia y en el arte, y en lo que ha significado la plaza mayor”.
Ramírez Montes deja ver que la idea de este libro surgió en el autor desde el 2011 y luego se convirtió en un proyecto, pues el propósito era darlo a conocer en el 2020, para conmemorar el 250 aniversario de la construcción de las antiguas Casas Reales. Luego de la labor de investigación y la decisión para escribir, este libro que ahora se presenta “es ya el final de sus desvelos, de las palabras escritas, algunas borradas, otras permanentes; son estas páginas el orgullo de dar a luz una obra que fue concebida con mucho entusiasmo, la cual no se gestó en nueve meses, sino durante muchos años, sólo su autor sabe cuánto fue el esfuerzo”.
Lauro Jiménez, dice la investigadora de la UNAM, es un apasionado de la historia local, por lo que ha leído a los autores considerados clásicos, de los siglos XVII al XIX, y sigue “con especial interés a los científicos que han forjado la Escuela de Historia del Querétaro contemporáneo desde el último cuarto del siglo XX y lo que va del XXI: David Wright, Mina Ramírez, Juan Ricardo Jiménez, José Ignacio Urquiola, Lourdes Somohano, Gabriel Rincón, José Rodolfo Anaya y Alejandra Medina, entre otros”. Lauro, agrega, es autodidacta en el quehacer de la historia. Hace más de veinte años, incursionó en la investigación; primero se interesó por conocer y escribir sobre su lugar de nacimiento, Santa Rosa Jáuregui, dando como resultado siete libros.
Mina Ramírez coincide con el autor sobre la autoría del edificio de las Casas Reales, que se atribuye a Juan Antonio Fernández del Rincón, quien durante el tercer cuarto del siglo XVIII ejerció como teniente de corregidor de la ciudad de Querétaro, regidor y escribano real. “A Lauro y a muchos más nos surge la pregunta, aún sin respuesta, ¿por qué se escogió a alguien que no tenía un oficio relacionado con las artes para dirigir esta obra? Varias razones pueden haber favorecido esta designación: primero, el ingenio de Fernández, demostrado seguramente en alguna otra obra”.
Observa la especialista de la UNAM que en la inscripción de la escalera de las Casas Reales no se cita al constructor, en cambio sí al promotor y quien financió la obra: el corregidor en funciones José Martín de la Rocha Sanz y Espeleta. Esto era una costumbre de la época colonial, que prevaleció hasta el siglo XX, pues en las inscripciones se ponía siempre el nombre del gobernante en turno y los artífices solían inscribir su nombre en un lugar poco visto o escondido. Por lo que Lauro Jiménez propone al gobierno estatal reconozca al autor de la traza y director de la obra, colocando en el patio central del edificio una placa con el nombre de Juan Antonio Fernández del Rincón.
Luces y sombras del Palacio de los Corregidores
El maestro David Gutiérrez también leyó el texto elaborado por el doctor Juan Ricardo Jiménez Gómez, catedrático e investigador de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Querétaro, que por razones de salud no pudo asistir al evento. De entrada, felicitó al Gobierno del Estado por aportar una obra más de cuño histórico para ampliar el acervo de publicaciones culturales, “tan escaso en los últimos años”. Hizo lo propio con el autor, “al reconocido cronista y escritor don Lauro Jiménez Jiménez”, quien “es un acucioso lector, recopila información, coteja fuentes, construye narrativas y presenta un producto atrayente, que invita a involucrarse en su texto. Este estilo ya es parte de su factura”.
Jiménez Gómez señala que el edificio de las antiguas Casas Reales tiene luces y sombras. De la segunda, la más notable es la ubicación de la cárcel real, luego cárcel pública, y modernamente los horribles separos de la Policía Judicial. “Aquí funcionó por siglos la cárcel, la cual era considerada por los reos y por la gente como una ‘mansión de penas’. Para muchos reos, la vida en prisión ya no era vida, era la muerte civil”.
En la faceta luminosa del Palacio de los Corregidores, como debe en justicia llamarse, apunta el jurista e historiador, está la ubicación de los juzgados penales, donde se aplicaba la vindicta pública y se administraba la justicia. También el Registro Civil, oficina de felicidad y de llanto, porque en ella se congregan los que testimonian tanto un nacimiento, una boda o una defunción. Estas cruciales etapas del devenir de la persona pertenecen ya a las prácticas cotidianas que sanciona esta institución, la que se adscribió ya en las tradiciones culturales de nuestra sociedad.
“Aplaudo la última transformación radical y dignificación que hizo el suspirado gobernador Rafael Camacho Guzmán. Lugar de cónclave de las reuniones de la República presididas por el presidente Miguel de la Madrid, hoy tenido en poca monta por los jefes del Estado mexicano, un lugar cuya matriz para la historia patria es la de haber sido la génesis de la Independencia Nacional. Para los queretanos su imagen, presidiendo la plaza Mayor, plaza de Armas o plaza de la Constitución, representa lo nuestro, lo íntimo provinciano, que cada 15 de septiembre estalla en regocijo de la muchedumbre reunida para vitorear nuestras libertades”, puntualizó Jiménez Gómez.